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24 octubre 2018

Hannah Arendt y Puerto Rico: política neocolonial


Por Oscar G. Dávila del Valle


Miles de zapatos en las escalinatas del Capitolio no es solo una imagen para despertar la memoria: es mirar la realidad cara a cara para hacerle frente de forma desprejuiciada.




“Comprender quiere decir…
…mirar la realidad cara a cara y
hacerle frente de forma desprejuiciada y atenta,
sea cual sea su apariencia.” 
—Hannah Arendt


Los orígenes del totalitarismo

En la primera parte de este ensayo hemos definido el concepto de “banalidad del mal” tal como aparece en Eichmann en Jerusalén (1963) y en algunas de las publicaciones posteriores de Hannah Arendt. [1] El motivo inicial fue la determinación de la jueza Laura Taylor Swain sobre la imposición del presupuesto aprobado por la Junta de Supervisión Fiscal (JSF) bajo el Título III de la Ley Promesa. A pesar de que toda la evidencia apunta hacia lo contrario, según la jueza, tal imposición “no deja, sin embargo, al gobernador electo irrelevante o sin dientes”. Adoptamos la idea de Amos Elon, en la introducción del libro de Arendt, en la que demuestra cómo el concepto incluye no tan solo una superficialidad moral e intelectual, sino que también supone el desarrollo de una incapacidad para el pensamiento. Incapacidad para lo que la filósofa identifica como “comprender”. (xxiii)[2] Vimos cómo según la tesis de Alexandra Rivera Ríos, esa incapacidad de pensamiento desemboca, según Arendt, en la imposibilidad de diferenciar entre lo bueno y lo malo en la esfera de lo público. (34) [3] Terminamos concluyendo que la determinación de Taylor Swain se inserta y se justifica como parte del proyecto para Puerto Rico de una política neocolonial cobijada bajo una ideología neoliberal.

El éxito de esa política neocolonial/neoliberal, sin lugar a dudas, requiere lo que Arendt define como “pensamiento único”. Victoria Camps interpreta esta unicidad del pensamiento como el

“…momento en que las reglas, normas y principios se convierten en hábitos y costumbres al punto que perdemos la necesaria relación con la pluralidad y multiplicidad que caracteriza a lo real”. [4]

Habría que añadir que esa pretendida universalidad, en lugar de recurrir a la necesidad de culturizar el pensamiento según las condiciones materiales de la existencia, la conciencia se va constituyendo a partir de una mirada supra y supercultural. El mundo, como unidad ideal de los objetos de esa conciencia[5], podría ser que no guarde relación con ninguna realidad externa. En un sentido Kantiano, lectura muy apreciada por Arendt, la estructura de los juicios determinantes llega a desplazar, de forma radical y total, la posibilidad de un juicio reflexivo. Así, como sugiere la cita de nuestro epígrafe, se hace imposible comprender.

Siguiendo el mismo principio con el que Louis Althusser demostraba la necesidad, en el sistema Capitalista, de reproducir la sumisión a la ideología dominante, (función principalísima de los Aparatos represivos e ideológicos de Estado), hoy día nos confrontamos con los mecanismos propios de la globalización. Para cumplir con las expectativas de sus habitantes, expectativas que están determinadas por la introyección de esa ideología, se exige que los países integren sus economías a la del mercado mundial para evitar el peligro de ser excluidos de una calidad de vida imaginaria. ¡Ahí radica una de las contradicciones inherentes del sistema! Para alcanzar esa meta en beneficio de las clases dominantes, necesariamente tienen que, precisamente, excluir sectores que nunca podrán participar de esos “beneficios”. Según Gilbert Achar, son condiciones que conducen hacia la anomia económica, social y cultural definida como la “incapacidad de esa estructura para proveer lo necesario para alcanzar esas metas”. Es la génesis de lo que identifica como…

“…una disociación entre los objetivos culturales y el acceso de ciertos sectores a los medios necesarios para alcanzarlos”. [6]

Por ello, es lógico que según aumenta la lucha de clases, va ir disminuyendo la posibilidad de alcanzar algún nivel de solidaridad entre los miembros de una comunidad.

No tengo la menor duda de que este sea el caso del compromiso de los poderes legislativo, ejecutivo y judicial en Puerto Rico. Con la otorgación de la Ley 600 y el establecimiento del Estado Libre Asociado se simuló la descolonización política del País mientras que se fueron afianzando los controles sociales, culturales y económicos. Ni siquiera se cumplió con el principio mínimo de soberanía y autodeterminación que quedaba establecido por la Organización de Naciones Unidas a partir de la Resolución 1514(XV) de 1960 como requisito de esa descolonización. De esta manera, lo único que se alcanzó fue que se propiciara lo que Arendt identifica como “tiranía de los poderes ejecutivo y legislativo” estableciéndose así las condiciones para la aparición del mal radical: hacer superfluos a los seres humanos como seres humanos [7] que se convierten, poco a poco, en meros engranajes del sistema. Bien sugería Gramsci que para perpetuar las relaciones de subordinación es necesario que el subordinado adopte la ideología de la clase o del poder dominante obligándolo a abandonar la posibilidad de definir su propia identidad, individual y cultural.

Nunca olvidaré aquel detallado y cuidadoso análisis en el que Efrén Rivera Ramos [8]sugiere que la ley,

“…no solo ha ido constituyendo nuestra realidad social, sino que también se ha encargado de ir construyendo el sujeto legal que somos convirtiéndonos, simultáneamente, en objeto de esa ley”.

Sin embargo, según Fina Birulés, para Arendt, el surgimiento de los gobiernos totalitarios supone una ruptura de estas categorías políticas tradicionales.[9] Para la filósofa alemana al disminuir el sentido de lo comunitario irá desapareciendo la importancia de lo político. [10] Y al degradarse lo político, desaparece lo público que es el espacio único en que puede concretarse el compromiso del individuo con la comunidad a la que pertenece.[11]

El Gobierno de Puerto Rico ha invertido múltiples esfuerzos en su intento de reproducir esta forma particular de inconciencia y en ese sentido ha cooperado regularmente con las determinaciones de la JSF. Sin embargo, como si fueran las dos caras de Jano, Ricardo Rosselló tiene una que mira hacia la Junta y otra que le muestra al pueblo. Como escribe Arendt,

“…lo que está en juego es todo el entramado de las relaciones de poder…lo que convierte a los gobernantes [superficialmente democráticos] en monarcas en el republicanismo”. [12]

Es como si el gobierno estuviera

“…por encima de la ley y, haga lo que haga, siempre puede justificarlo diciendo que tal cosa ocurre en aras de la seguridad [bienestar] nacional”. [13]

Para Hannah Arendt “pensar es siempre pensar críticamente y pensar críticamente significa siempre estar en contra”. [14] Es precisamente ese “pensar sin barandillas” el que nos irá llevando hacia una resistencia contrahegemónica.

Miles de zapatos en las escalinatas del Capitolio no es solo una imagen para despertar la memoria: es mirar la realidad cara a cara para hacerle frente de forma desprejuiciada.



Referencias

[1] La primera parte de este ensayo se publicó el 17 de agosto de 2018 en 80grados.net.

[2] Amos Elon. “The Excommunication of Hannah Arendt”. Hannah Arendt. Eichmann in Jerusalem. A Report on the Banality of Evil. New York: Penguin Books, 2006.

[3] Alexandra Rivera Ríos. La facultad de juzgar y la educación para la ciudadanía: I. Kant, J. Dewey y H. Arendt. México: UNAM, Facultad de Filosofía y Letras, 2007.

[4] Victoria Camps. “Hannah Arendt. La moral como integridad”. Manuel Cruz (compilador). El siglo de Hannah Arendt. Barcelona: Ediciones Paidós, 2006. P. 68.

[5] En el sentido que lo define Sartre.

[6] Gilbert Achar. “Odio, barbaries, asimetría y anomia”. En: El choque de barbaries. Terrorismos y desorden mundial. Barcelona: Capital Intelectual, 2009.

[7] Hannah Arendt. Lo que quiero es comprender. Sobre mi vida y mi obra. Madrid: Editorial Trotta, 2010, P. 209.

[8] Rivera Ramos, Efrén. The Legal Construction of Identity. The Judicial and Social Legacy of American Colonialism in Puerto Rico. Washington: American Psychological Association, 2002. Aunque es un texto que se concentra en los llamados “casos insulares”, contiene una profunda mirada a los procedimientos de construcción de subjetividades.

[9] Fina Burulés. “El totalitarismo, una realidad que desafía la comprensión”. Manuel Cruz (compilador). El siglo de Hannah Arendt. Barcelona: Ediciones Paidós, 2006. P. 37.

[10] Hannah Arendt. Lo que quiero es comprender. Sobre mi vida y mi obra. Madrid: Editorial Trotta, 2010, P. 65.

[11] Marta López Gil. “Hannah Arendt: la veracidad del pensar”. En: Mujeres fuera de quicio. Literatura, arte y pensamiento de mujeres excepcionales. Buenos Aires: Adriana Hidalgo editora, 2000. (p.88)

[12] Entrevista televisiva con Roger Errera. En: Lo que quiero es comprender. Sobre mi vida y mi obra. Madrid: Editorial Trotta, 2010, p.103.

[13] Entrevista televisiva con Roger Errera. En: Lo que quiero es comprender. Sobre mi vida y mi obra. Madrid: Editorial Trotta, 2010, p.104.


[14] Entrevista televisiva con Roger Errera, p. 109.

http://kaosenlared.net/hannah-arendt-y-puerto-rico-politica-neocolonial/

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