Tras los escándalos revelados por las filtraciones de The Intercept, la operación que desetabilizó la democracia brasileña al encarcelar al ex presidente Lula e inhabilitarlo políticamente, ha sido desmantelada judicialmente.
La Operación Lava Jato, de la Policía Federal en Brasil llega a su fin en silencio. El miércoles (3), el Ministerio Público Federal (MPF) puso fin al mandato judicial que animara la operación, informando que los fiscales y los miembros de la operación pasarán a trabajar en el Grupo de Acción Especial de Lucha contra el Crimen Organizado (Gaeco) del MPF.
La operación fue definida por el mercadólogo João Santana como «el mejor esquema de marketing político jamás montado en Brasil». Tanto es así que los movimientos del Ministerio Público Federal de Curitiba dejan como mayor legado la elección del presidente Jair Bolsonaro. Además de la destrucción de sectores esenciales de la actividad económica del país, como la industria naval, petrolera y gasífera y la construcción civil. No faltan cuestionamientos a la rectitud (integridad) de la actuación de los fiscales, que actuaron con claros objetivos políticos.
Entre los mayores escándalos de las ilegalidades de la operación se destaca la serie de reportajes que se conocieron como «Filtra Jato» [Vaza Jato en portugués]. Las filtraciones de conversaciones entre fiscales y jueces de esta fuerza tarea, especialmente Sergio Moro, comenzaron en 2019 en The Intercept Brasil. A partir de entonces, el destino de la Lava Jato comenzó a tener su diseño final. «Coincidencia o no, la audiencia -y la producción de contenidos [acerca de la operación en los medios hegemónicos]- decreció drásticamente tras las primeras filtraciones», señala el analista de redes sociales Pedro Barciela.
La Operación Lava Jato comenzó en 2014, y ha generado más de 200.000 noticias en portales brasileños, según el análisis de Barciela. La reducción de la producción de notas y otros contenidos por parte de la prensa comienza con el inicio del mandato de Bolsonaro. Y prácticamente se detiene desde las filtraciones divulgadas por The Intercept Brasil.
Decadencia
En 2017, durante su declaración ante la Justicia Federal, el ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva advirtió al entonces juez federal de primera instancia Sergio Moro: «Los mismos que hoy me atacan, si tienen indicios de que voy a ser absuelto, prepárense, porque los ataques a ustedes serán mucho más fuertes». Lula tenía razón. Después de cumplir el papel de impedir que el ex presidente brasileño se postulara a las elecciones de 2018 y animar a los sectores de la extrema derecha brasileña, Moro fue descartado por el gobierno de Bolsonaro.
Bolsonaro recompensó a Moro ofreciéndole el cargo de ministro de Justicia y el ex juez aún ambicionaba llegar al Supremo Tribunal Federal (STF), algo que no se alcanzó. «Estoy aquí gracias a usted», le dijo Bolsonaro al comienzo de su mandato. Pero la buena relación no duró. Moro abandonó el gobierno en abril de 2020 con un discurso de ruptura con el bolsonarismo, acusando al gobierno de utilizar las instituciones, especialmente la Policía Federal, en su propio beneficio.
«Es cierto que el gobierno de la época (Dilma Rousseff) tenía muchos defectos (…) pero era fundamental mantener la autonomía de la Policía Federal para poder llevar a cabo su trabajo, ya sea por voluntad propia o por presión de la sociedad, esta autonomía se mantuvo y eso permitió alcanzar los resultados. Incluso es una muestra de la importancia de garantizar el estado de derecho, la autonomía de las instituciones de control e investigación», dijo Moro al ser descartado.
Antes del final de la Lava Jato, otra dirección
Hoy, Moro recibe como «premio de consolación» un sueldo millonario en una oficina americana que representa a contratistas que fueron objeto de sus condenas en Lava Jato. Por su parte, al coordinador de la operación en el Ministerio Público, Deltan Dallagnol no le tocó, como quería, gestionar un fondo multimillonario resultante del botín de Operación Lava Jato. Sin embargo, no fue sancionado por el Consejo Nacional de la Fiscalía por sus acciones ilegales.
Las sospechas acerca de la actuación parcial de Sergio Moro como juez en los juicios de Lava Jato deberían ser analizadas por el Supremo Tribunal Federal (STF), que podría anular parte de sus actos y sentencias. Mientras tanto, el análisis del comportamiento de las redes sociales señala un cambio en el alcance del tema. Antes dominado por los seguidores ideológicamente vinculados al bolsonarismo, ahora domina la crítica negativa.
Traducción: Luiza Mançano, para Brasil de Fato.
Periódico Alternativo publicó esta noticia siguiendo la regla de creative commons. Si usted no desea que su artículo aparezca en este blog escríbame para retirarlo de Inmediato
No hay comentarios.:
Publicar un comentario