El expresidente de Ecuador Rafael Correa le desea suerte al candidato más votado en las elecciones del país, Guillermo Lasso, y le urge a cesar el ‘lawfare’ o guerra jurídica.
La segunda vuelta presidencial en Ecuador se celebró el domingo. De acuerdo a los resultados del escrutinio de votos, que hasta el momento ha alcanzado el 99 por ciento del total, facilitados por el Consejo Nacional Electoral (CNE), el conservador Guillermo Lasso, del movimiento Creando Oportunidades (CREO-PSC), se ha alzado con la victoria, al obtener el 52 de los sufragios, frente al aspirante de izquierda Andrés Arauz, de la Unión por la Esperanza (Unes), con el 48 %.
“Suerte a Guillermo Lasso, su éxito será el de Ecuador. Solo le pido que cese el lawfare, que destruye vidas y familias”, ha escrito este lunes Correa en la red social Twitter.
Correa ha citado una declaración de su delfin, Arauz, que afirmaba que su derrota no es un final, sino un comienzo, agradeciendo a todos por el apoyo durante todo el proceso electoral.
El expresidente ha hecho alusión también a los resultados de la mayoría de las encuestas realizadas antes de los comicios que informaban que el aspirante de la Unes registraba cierta ventaja en la intención de voto para después lamentar que dichas proyecciones fueron erróneas.
Correa fungió como presidente de Ecuador entre 2007 y 2017 y desde que el actual dignatario, Lenín Moreno, asumió al cargo en 2017, empezaron las olas de acusaciones contra Correa, pese a que Moreno fue vicepresidente del exmandatario izquierdista y había prometido seguir los lineamientos de la Revolución Ciudadana.
Ante tal situación, la Justicia ecuatoriana condenó a Correa a ocho años de prisión por el delito de “cohecho agravado” en el marco del “caso sobornos” e inhabilitó al exmandatario para ocupar cualquier cargo político, evitando así su participación en las elecciones de este año en curso.
Correa denuncia que las acciones en su contra forman parte de “una guerra jurídica y una judicialización de la política para derrotar a los líderes progresistas”, que también se han aplicado contra el líder del Partido de los Trabajadores de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, y la expresidenta argentina Cristina Fernández Kirchner por parte de las élites locales “conectadas con las de los países hegemónicos”.
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