"Seguiremos trabajando para cerrar los CIEs lo antes posible. Y, cerrándolos, estamos seguros de que abriremos un ciclo que permita generar un cambio de paradigma en políticas migratorias que conduzca a tratar el fenómeno migratorio desde un profundo respeto a los derechos humanos y desde una óptica mucho más adaptada a la realidad que la actual"
(Andrés García Berrio, Abogado y miembro de la Campaña Estatal por el Cierre de los CIE)
Parece ser que vivimos en un país donde el amotinamiento de unas personas en un supuesto "Centro de Internamiento" pidiendo libertad, es algo absolutamente normal, a tenor del insignificante eco que ha tenido la noticia. Pero si además añadimos que ese supuesto centro no es sino una cárcel encubierta, pensada únicamente para retener de forma atroz a las personas inmigrantes que aún no tienen regularizada su situación en nuestro país, y que durante su "estancia" en dicho centro no se respetan los más elementales derechos humanos, ya la cosa toma un cariz ciertamente grave. El hecho es que hace un par de semanas, aproximadamente unos 40 migrantes estuvieron durante 10 horas encaramados a la azotea del CIE de Aluche (Madrid) pidiendo libertad y justicia, a gritos y enseñando diversas pancartas (hechas con sábanas) con los referidos mensajes. Protestaban por su injusta e inhumana situación, en un mundo donde parece ser que los capitales (que pueden fluir libremente de un ordenador a otro, de un país a otro, de una cuenta a otra, de un banco a otro, de un paraíso fiscal a otro, con plena libertad) poseen más derechos que las personas. Los CIE son la más palpable expresión de la criminalización de la pobreza.
Proclamaban gritos de justicia y libertad, argumentando que ellos sólo han venido a nuestro país a ganarse la vida. Pero parece que si llegas por la puerta de atrás, y eres migrante, y sobre todo pobre, la sociedad no tiene preparado, precisamente, un comité de bienvenida. El único "delito" que han cometido todos los "internos" (en realidad presos) que se encuentran en los 7 CIE's de nuestro país es ser extranjeros, y no poseer el sello de legalidad, algo que parece que va en función de la riqueza que puedas aportar al país de destino. Su único crimen es venir de un país sin recursos, y arriesgar sus vidas y la de los suyos por intentar conseguir una vida mejor. Pues bien, la TVE, hoy día al servicio no de la ciudadanía, sino del Partido Popular, los tilda como "centros de acogida". Malos centros de acogida serán cuando tenemos infinidad de denuncias, declaraciones, artículos, testimonios e investigaciones que demuestran que en los CIE se maltrata al personal, no se respetan sus derechos humanos, y sobreviven en un régimen peor que el de una prisión convencional. La protesta finalizó pacíficamente, como comenzó. Sin ningún herido ni incidente. Los extranjeros, sólo por serlo, regresaron a sus celdas. Pero la TVE del PP, relatando la noticia en el TD2 del 19 de Octubre, decía que los internos "ya habían regresado a sus habitaciones", como si estuvieran alojados en un hotel de cinco estrellas.
Hasta ahí llega la hipocresía, el cinismo, la extravagancia, la desvergüenza, la falta de consideración y de humanidad, la crueldad y el incumplimiento de los Derechos Humanos de estos abyectos personajes que nos gobiernan. Cualquier estancia de la que están disfrutando en una verdadera prisión los delincuentes del PP es un auténtico paraíso en comparación con la vida de estos migrantes en los CIE. Se restringe su derecho a la movilidad, no disponen de zonas recreativas y no cuentan con ningún régimen de visitas, y las denuncias por acosos, amenazas, insultos, abusos, torturas y malos tratos policiales están a la orden del día. La atención médica, por parte de empresas privadas, es absolutamente deficiente, y los encerrados en un CIE no saben jamás cuándo van a salir, si es que van a salir, o van a ser deportados. Su indefensión es total y absoluta. El macabro sistema que los condena no siente ningún respeto por ellos, ni les concede la más mínima dignidad. Los CIE dependen del Ministerio del Interior, y amparándose en ello, de forma autoritaria, todos los intentos de personarse en el interior de los mismos por parte de cualquier representante público electo de cualquier Administración (Ayuntamiento, Comunidad Autónoma) o de cualquier cargo político (diputados, senadores, etc.) han sido denegados. El Ministerio del Interior, aún dirigido (en funciones) por Jorge Fernández, el Ministro recientemente reprobado, no desea que se conozca de primera mano lo que allí ocurre. Por algo será.
Pero todo tiene su lógica. ¿Qué se puede esperar de un Ministro del Opus Dei, que condecora a vírgenes y santos, que conspira con ayuda de otros cargos públicos para destruir a sus opositores políticos, que fabrica una monstruosa Ley Mordaza, que recibe a delincuentes en su despacho, que crea un régimen de policía política, que concede a dedo las condecoraciones y honores policiales a personas que no tienen nada que ver con el cuerpo, que disculpa a los Guardias Civiles que mataron a unos migrantes cuando se acercaban a nado a las costas de Ceuta, que coloca cuchillas en las vallas fronterizas, o que practica las devoluciones en caliente? No se puede esperar otra cosa que los CIE. Unos aberrantes centros que nunca se debieron haber construido. A este personaje que dirige el Ministerio del Interior (esperemos que ya por poco tiempo) le debe dar igual el constante calvario que sufren estas personas, unas personas que han llegado empujadas por los crueles regímenes de su país, o por las guerras, o por las hambrunas, o por la falta de oportunidades para ofrecer a los suyos una vida mínimamente digna. Los CIE no son centros ·"de acogida", ni tienen "habitaciones", como nos quiere convencer la TVE del PP. Los CIE son inhumanas cárceles donde se respira desasosiego, pobreza, miseria, indefensión, acoso, torturas, amenazas, incertidumbre. Los CIE son una típica manifestación de una degradante sociedad, de una sociedad en declive cultural y espiritual, que disfruta condenando a la marginalidad a aquéllos que vienen a crear riqueza en ella.
Los CIE no pueden ser exponente de una sociedad democrática, libre y avanzada, respetuosa con los derechos humanos. Estos centros, que han sido definidos por las organizaciones de derechos humanos como los "Guantánamos" españoles, sólo son inmundos calabozos para estos migrantes "sin papeles", que según nuestro Gobierno, no poseen derechos. Los CIE acumulan un buen número de denuncias por el incumplimiento sistemático de los servicios médicos, alimentarios, de asistencia social y jurídicos. La gestión continúa siendo exclusivamente policial, y no disponen de ningún reglamento de funcionamiento interno. Se constatan continuamente la falta de prendas de abrigo, el hacinamiento de los migrantes en celdas con aspecto carcelario, las personas enfermas esparcidas por el suelo, y las notificaciones de expulsión sin notificación previa. Hasta el Tribunal Supremo ha cuestionado este sistema de retención de inmigantes, y la propia ONU ha advertido de las inhumanas condiciones de este tipo de centros, en muchos de los cuales se han descubierto redes de abusos sexuales a las migrantes, o han llegado a fallecer personas como consecuencia de la falta de atención médica. Varias sentencias judiciales avalan todo ello. Pero los CIE también se han convertido en auténticos agujeros negros donde desaparecen personas, víctimas de controles policiales de identidad basados en patrones físicos y en criterios racistas, que son detenidas en plena calle sin motivo justificado, vulnerando los más básicos principios y garantías constitucionales. La guinda del pastel la ponen un conjunto de perversas empresas que organizan vuelos de deportación masiva de forma sistemática, mediante acuerdos previos con el gobierno, que se embolsan muy buenas cantidades por ello. Pero claro, todo eso no nos lo contarán nunca en la TVE del PP.
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