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06 octubre 2016

“Si la revolución no va a ser capaz de defenderse a sí misma, ¿quién más puede hacerlo?


Habla Abdullah Öcalan

Resumen Medio Oriente

Cuando el 11 de septiembre pasado Mehmet Öcalan viajó a la isla de Imrali, ubicada en el mar de Marmara y a varios kilómetros de las costas turcas, nunca imaginó que su hermano se negaría a recibirlo. Abdullah Öcalan, fundador y máximo dirigente del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), tardó más de media hora en reunirse con su familiar. Los carceleros, que desde hace 17 años mantienen prisionero a Öcalan, tardaron un buen rato en convencer al líder kurdo para que cediera y concurriera a la vista que, desde meses atrás, se esperaba con ansias y expectativas.

Desde hacía dos años, Öcalan no podía recibir a sus parientes y tampoco a los dirigentes políticos kurdos; y desde hace cinco años, sus abogados tienen prohibido llegar a Imrali, donde en un base militar turca el líder kurdo es el único prisionero. Pero la postura de Öcalan no era un capricho. El líder kurdo exigía que a la reunión concurrieran los dirigentes del Partido Democrático de los Pueblos (HDP) y los letrados que llevan su causa.

“Está bien, viniste hasta aquí pero mis palabras van a ser para vos una carga muy pesada de llevar –le dijo Öcalan a su hermano-. Podrían herirnos a los dos, a vos y a mí. Esto es porque voy a decirte verdades y yo no hubiera venido si estuviera en tu lugar”. Luego, la conversación transcurrió durante 50 minutos dentro de la fortaleza que mantiene en las sombras a un dirigente clave para encaminar los diálogos de paz en Turquía y que supo construir, a finales de la década de 1970 junto a un puñado de militantes, una organización que perdura en el tiempo, pese a ser blanco de una represión indiscriminada.

“No voy a rendirme”

“Soy un demócrata y un revolucionario. No voy a rendirme ante el Estado ni ante nadie, incluso si tengo que permanecer aquí otras tantas decenas de años. Puedo seguir viviendo así hasta el final de mi vida sin respirar un solo suspiro. Tengo claro este asunto”, le dijo Abdullah Öcalan a su hermano, quien transmitió sus palabras en una entrevista con la agencia de noticias ANF*.

Al regresar de Imrali, Mehmet Öcalan había brindado una conferencia de prensa en la que confirmó que el dirigente del PKK se encontraba con un buen estado de salud, declaración que tranquilizó a muchos. Después del intento de golpe de Estado en Turquía, el movimiento kurdo encabezó movilizaciones y una huelga de hambre para que el gobierno de Recep Tayyip Erdogán permitiera las visitas a la isla-prisión. En esa conferencia, el hermano de Öcalan expresó que el líder estaba convencido que los problemas en Turquía podrían resolverse en seis meses, si el Estado tenía la disposición para relanzar los diálogos de paz con el PKK.

En las recientes declaraciones, el dirigente de la insurgencia kurda criticó que “tanto el Estado como nuestro movimiento vienen aquí cuando están en un punto muerto”, algo que dijo “no es aceptable”. Al mismo tiempo, Öcalan remarcó que “el camino de los golpes de Estado y este tipo de intentos siempre permanecerá abierto a menos que la cuestión kurda se resuelva y una Turquía democrática sea construida”.

La realidad desde la prisión

En la conversación, Mehmet Öcalan señaló que su hermano “hizo evaluaciones amplias y también se mostró crítico”, además de que sigue “los acontecimientos en el Kurdistán, Turquía y Oriente Medio mejor que todos nosotros” a pesar “de los medios limitados con los que cuenta”.

El líder kurdo tuvo palabras muy fuertes dirigidas a sectores de la dirigencia kurda en Turquía. Al hablar sobre las medidas represivas tomadas por Erdogan, manifestó que ante la intervención del Estado turco en casi 30 alcaldías gobernadas por el BDP (Partido Paz y Democracia), asignando síndicos para controlar las regiones, la respuesta no estuvo a la altura de las circunstancias. “Esas personas están participando en la administración de muchas estructuras en el Kurdistán, pero ¿qué han hecho hasta ahora? –se preguntó Öcalan-. Si los municipios han fracasado en la integración con el pueblo, y si la gente no se congregó en las municipalidades en miles y en decenas de miles después de la designación de los interventores, entonces significa que los municipios no han cumplido con sus deberes. Esto es inaceptable”.

El líder kurdo explicó que los municipios controlados por el BDP luego de ganar elecciones “son las posiciones que hemos conseguido en base a nuestra voluntad y ahora están siendo arrebatadas, ante lo cual permanecen sordos y mudos. No pudieron hacer realidad sus proyectos. Los municipios se han convertido en un sistema fabril y los empleados están presentes allí sólo para la jubilación”. Por esta razón, el dirigente del PKK convocó al pueblo a dirigirse “a las municipalidades de a miles” para protegerlas”, porque “no habrá nada que hacer una vez que las pierdan”.

El Estado rechaza las negociaciones

En julio de 2015, el Estado turco cortó de forma unilateral el diálogo de paz con el PKK. Durante 30 meses, la guerrilla había respetado el alto el fuego e intentado, a través de representantes y del propio Öcalan, sostener unas conversaciones que al gobierno nunca le interesaron. El avance electoral de los kurdos, representados por el BDP y el HDP (Partido Democrático de los Pueblos), fue la razón -nunca revelada públicamente- por la cual la administración de Erdogan dio por finalizado el diálogo. A partir de ese momento, todo el poder del Estado se focalizó en reprimir y encarcelar a los militantes de los partidos kurdos, como también de la izquierda turca.

Sobre las posibilidades de un diálogo futuro, Öcalan afirmó que “el Estado terminó el proceso” luego del acuerdo de Dolmabahçe, del 28 de febrero de 2015, en el que se establecían puntos para avanzar en las conversaciones. Öcalan también relató un delegación gubernamental le había prometido volver a Imrali a los 15 días de firmado el acuerdo, pero nunca se concretó el encuentro.

“No cometimos ningún error durante el proceso de resolución y hubiéramos podido cumplir con cualquier cosa que hubiese sido requerida. Si el Estado hubiera aceptado mantener el proceso en marcha, hubiéramos cumplido todas nuestras responsabilidades una por una”, expresó el dirigente.

La revolución en Rojava

Desde hace tres años, en el norte de Siria (Rojava) una revolución están en marcha. Encabezado por el pueblo kurdo, sus milicias de autodefensa (YPG/YPJ) y el Partido de la Unión Democrática (PYD), ese proceso político y social se sigue abriendo camino pese a los ataques del Estado Islámico (ISIS) y del Ejército turco. A esto hay que sumar la intervención de Estados Unidos y Rusia en Rojava, que sostienen alianzas con los kurdos que, según transcurren los días, pueden estallar en cualquier momento.

Para Öcalan, la región de Rojava no es desconocida en absoluta. Durante más de una década vivió en ese territorio, que se convirtió en la retaguardia política del PKK ante la represión turca. Pero las presiones del Estado turco hicieron que el gobierno sirio expulsara a Öcalan y, luego de intentar asilo político en varios países, fuera capturado en 1999 cuando se dirigía a Sudáfrica.

“Como parte de la Revolución en Rojava, los Estados Unidos y el PYD intercambiaron apoyo en contra de ISIS hace muy poco –analizó el líder kurdo-. Sin embargo, los Estados Unidos han invitado al Estado turco a Rojava a través de Jarablus hace unas semanas. Esto debe ser analizado muy bien. En este punto creo que los Estados Unidos persiguieron tal estrategia con el objetivo de debilitar tanto a los kurdos como a los turcos”. Seguido a esto, Öcalan se refirió al ingreso del Ejército turco en el norte de Siria: “Turquía no hubiera sido capaz de entrar en Jarablus si los Estados Unidos no lo hubieran querido. Su objetivo es provocar una confrontación entre ambas partes”.

Öcalan también recordó su llegada a esa región, cuando “no teníamos ni armas ni dinero” y tampoco “teníamos a nadie cerca nuestro”. “Hemos logrado grandes cosas bajo el gobierno de Hafez Assad (ex mandatario sirio y padre del actual presidente), que era un nombre influyente en el Medio Oriente” y de esa forma “dimos a conocer al mundo a los kurdos en Rojava”, resaltó.

Öcalan aseveró que la actual revolución en Rojava se logró “avanzando paso a paso” y es el resultado “del proyecto que habíamos revelado allí hace años”. El dirigente confirmó que en el norte de Siria existe “una fuerza armada de 50 mil combatientes”, integrada por kurdos y pobladores de otras nacionalidades”.

Por último, y ante el asedio permanente sobre Rojava, Öcalan reflexionó desde la soledad de la isla-prisión de Imrali: “Si (la revolución) no va a ser capaz de defenderse a sí misma, ¿quién más puede hacerlo? ¿Qué puedo hacer yo al respecto?”











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