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11 abril 2017

Latinoamérica, sindicalismo amenazado



Por Esteban De Gori, Camila Vollenweider, Ava Gómez y Bárbara Ester, CELAG/Resumen Latinoamericano| 10 Abr.2017.- 
Los gobiernos latinoamericanos que optaron por una propuesta neoliberal llevaron varias estrategiascon sus sindicalismos locales. Margaret Thatcher había demostrado que la acción sindical en un país de gran tradición obrerista- podía ser limitada o desestructurada. El paro minero de 1984demostraba que el conflicto entre neoconservadores y sindicatos era clave para la consolidación delos primeros.Durante los años 80 y mientras la mayoría de los países latinoamericanos iniciaban la recuperacióndemocrática de sus sistemas políticos, los sindicatos pugnaron por sus derechos y por recomponersus salarios. Esto se inscribía en un continente que empezaba a soportar la crisis de la deuda, lahiperinflación y la crisis económica. Donde las presiones por desmantelar el Estado de Bienestarcomenzaron a ser muy fuertes por parte de incipientes actores internacionales y agencias de crédito.Las crisis económicas de los 80 impactaron entre los asalariados y, en algunos casos, fuerondesestructurando y disciplinando a diversos sindicatos. El mundo que comenzaba a “abrirse” con la revolución tecnológica, la flexibilización laboral y el ‘toyotismo’ presionaba sobre las relacionessindicales y laborales. Frente a esto, los sindicatos fueron profundizando una característica queprovenía de décadas anteriores: el corporativismo.La victoria de propuestas neoliberales en América Latina trajo consigo el desmantelamiento deanteriores regulaciones abriendo el campo para la flexibilización/precarización laboral y lasprivatizaciones. Los sindicatos vinculados a sectores públicos (telecomunicaciones, servicios públicos:agua, energía, etc.) fueron obligados o presionados para negociar y permitir privatizaciones del sector.Otros sindicatos, ligados al mundo privado, perdieron afiliados y poder político, ya sea por laafectación sobre su rubro que proponía la apertura comercial o por la nueva estructura económicaque habilitaba el reordenamiento neoliberal. En Argentina, el sindicato metalúrgico clave y poderosodurante los 70 y 80- perdió su gravitación en un país donde el orbe neoliberal ponía a los serviciosfinancieros, bancarios, logísticos y de telecomunicaciones en lugares privilegiados. Lo mismo ocurriócon el sindicato minero boliviano, que dejó de tener un lugar central ante los precios reducidos de losminerales. Con el neoliberalismo, si bien no desaparecieron los grandes sindicatos, muchos perdieronsu poder.Los gobernantes neoliberales de países que habían atravesado intensas experiencias nacional-populares y que entre otras cosas- habían dejado importantes sindicatos y memorias de luchas,debieron negociar y presionarlos. Las privatizaciones de servicios públicos enfrentaron a lossindicatos con los gobiernos. En países como Argentina y México se produjo, en algunos casos, unanegociación vinculada al mantenimiento de fondos por parte de los sindicatos de las obras sociales(prestación médica para sus afiliados) u otros privilegios que no afectaban a la estructura sindical. Dealguna manera, el neoliberalismo argentino de la mano del menemismo- y el mexicano bajo laconducción del PRI- habían logrado “seducir” y acordar con sindicatos que apoyaban el desmantelamiento de otros sectores o políticas aperturistas. La corporativización del sindicalismo searticuló en algunos casos- con las propuestas neoliberales. No solo eso, el corporativismo permitióque muchas de las medidas de desmantelamiento se llevaran a cabo. En Brasil, viejos sindicatos apoyaron o “restaron” conflictividad a las medidas excluyentes. A la vera de estas acciones sindicales,fueron surgiendo nuevos registros de acción sindical más interesados en resistir las políticasneoliberales (sindicatos del agua en Bolivia, sindicatos industriales de Brasil, sindicatos estatales en Argentina y de maestros en Ecuador).La supervivencia corporativa en un mundo económico y laboral que fue cambiando drásticamente porla desestructuración del Estado de Bienestar fue una de las características de la época. También lofue una reformulación de la geometría de poder de los sindicatos con respecto a las décadas anteriores. Otro rasgo saliente es que, a partir de los posicionamientos de los gobiernos a favor dereformas de mercado durante los años 90, la acción sindical se desarrolló en dos direcciones: una demilitancia de confrontación y otra de contención del conflicto. Esta última permitió afianzar la corporación y administrar el conflicto con los gobiernos permitiendo cierta “paz social”. Muchos sindicatos vinculados los tradicionales partidos políticos (Partido Justicialista, Movimiento NacionalistaRevolucionario) oscilaron entre el apoyo y la presión. Las relaciones con las propuestas neoliberales –salvo los que iniciaron un camino de resistencia y que no fueron en su mayoría los sindicatostradicionales latinoamericanos-mantuvieron una distancia “pacífica” y negociadora. La idea era amortiguar el conflicto social y, al mismo tiempo, negociar condiciones para ese sindicato de modoque lo protegiera de las políticas pro-mercado.Lo importante es que el sindicalismo no fue derrotado sino que se readaptó al nuevo contexto. Si bienperdió capacidad para obtener y mantener algunos derechos sociales y laborales, mantuvo suestructura y negoció “paz” a cambio de ciertas protecciones ante las medidas económicas. Inclusive,en Argentina y Brasil, los sindicatos lograron dinamitar cualquier ley que modificara la estructurasindical, pero fueron permisivos frente a la precarización de las relaciones laborales. En otros países,los gobiernos liberales fueron contra la estructura sindical y contra las relaciones laborales. Ahora bien, en el contexto neoliberal se abre una nueva dimensión de confrontación o de realidadpara los sindicatos. No sólo éstos deben calibrar su relación con el Estado, sino con un mundoeconómico global y trasnacionalizado. En un universo de Estados con poca capacidad para limitar alas fuerzas sociales, los sindicatos en los 90, tuvieron que lidiar con su propio Estado, como con otras fuerzas “novedosas”.


Durante los primeros años del siglo XXI, los gobiernos antineoliberales de la región impulsaron unamayor presencia estatal en la economía y mejoraron los indicadores económicos de sus trabajadoresy trabajadoras. Los sindicatos comenzaban a recibir nuevos afiliados y mejoraban su posición en unapropuesta neodesarrollista: pactar con los nuevos gobiernos. Ampliaron sus beneficios corporativos yen muchos casos fueron parte o tuvieron una incidencia importante, particularmente en los gobiernosde Argentina, Brasil y Bolivia. El mantenimiento de estas alianzas sindicatos-gobiernosantineoliberales permitió la distribución hacia sectores populares y medios de programas sociales; elaumento de las negociaciones colectivas en el ámbito sindical; una mejora de los salarios mínimos yun aumento de la cobertura y calidad de los sistemas de protección social1.

La crisis, que introdujo la reducción de los commodities
en toda la economía neodesarrollista de losgobiernos, produjo reformulaciones económicas y tensiones en esa alianza que se había forjado. Elconflicto o las presiones entre un sector importante del sindicalismo argentino con el gobierno deCristina Fernández de Kirchner o del sindicalismo brasileño con la administración Rousseff fueronmarcando una trayectoria de desgaste. Lo que parecía unido, comenzó a distanciarse. En el casoargentino, se mantuvieron –en un principio- expectantes frente a las políticas de Mauricio Macri, luego
de esa “expectancia”, decidieron hacer un paro general contra las políticas de Macri. Y en el casobrasileño –
pese a sus críticas a la propuesta económica de Rousseff- hoy han pasado a laconfrontación con el gobierno de Temer, particularmente la mayor central obrera (Central Única de losTrabajadores).En el caso de Venezuela, superado el paro petrolero y el golpe de 2002, el mundo sindicalvenezolano se fragmentó. El chavismo logró el apoyo de otros sindicatos y derrotó políticamente alsindicato petrolero que había impulsado el derrocamiento de Chávez. Pero en los últimos años, laCTV y el Frente Unitarios de Trabajadores han apoyado a Capriles. En Ecuador, Rafael Correa seconfrontó con los sindicatos docentes ante la propuesta de jerarquización y meritocratización de laadministración estatal y educativa. Las tensiones se desarrollaron con otros sindicatos, lo queocasionó que en estas últimas elecciones las centrales sindicales dieran apoyo al candidato neoconservador Lasso. La defensa corporativa que había permitido en los 90 negociar políticasneoliberales con los diversos gobiernos, también se volvió una dinámica política para enfrentar a losgobiernos antineoliberales de la región. Cierta condescendencia inicial de un sector importante delsindicalismo argentino ante el gobierno de Macri y el apoyo a opciones neoconservadoras en Venezuela y Ecuador hablan de la “corporativización” reinante y pragmática de las estructuras sindicales.



I. Venezuela
En Venezuela el principal órgano sindical históricamente fue la Confederación de Trabajadores deVenezuela (CTV). Su fundación en 1946 estuvo al amparo del Partido Acción Democrática (AD). Elacuerdo funcionaba en tanto el Estado reconocía a los sindicatos como representantes legítimos delos intereses de los trabajadores y les concedía a cambio posibilidades de participación, siempre ycuando, a modo de contraprestación, los sindicatos se comprometieran a conservar la paz laboral ycanalizar sus reclamos a través de las instancias estatales. Al mismo tiempo, la legislación laboral erarestrictiva e intervencionista, la ley laboral de 1974 obstruía el ejercicio del derecho a huelga, y otraley del año 1990 comprometía a la jefatura sindical a revelar su gestión financiera, bajo la amenazade intervención estatal.La CTV disponía de un grupo parlamentario propio y desarrolló un perfil condescendiente con elGobierno y con cariz conservador, que funcionó codo a codo con la renta petrolera. Este modelofuncionó por 20 años pero se vio agotado por la crisis producida a raíz de la devaluación de 1984 y el “Caracazo”de 1989.
La dirigencia de la CTV se vio entonces dislocada de las bases: mientras lossindicatos llamaban a la huelga y se aunaban a la rebelión popular, los representantes sindicales enel parlamento aprobaban los proyectos de libre mercado del oficialismo. Durante la década de los 90la informalización del mercado laboral diezmó la afiliación sindical, decreciendo de un 33% en 1975hasta 13,5% en 1995 según datos del Ministerio de Trabajo. Antes de su primer triunfo electoral en las presidenciales del 1998, Hugo Chávez cuestionó ladirigencia sindical. La instauración de la Quinta República y la modificación de la Constituciónsupusieron un nuevo esquema que amplió el sistema de sindicatos y otorgó mayor libertad a estos.La CTV, bajo la conducción de Carlos Ortega, se incorporó de lleno en la oposición política,contribuyendo a las manifestaciones que desembocaron el 11 de abril de 2002 en el intento dederrocamiento de Chávez. Ese mismo año se aprobó la Ley Orgánica de Seguridad Social, la cualestablecía la necesidad de legislar para regular sus dos aspectos fundamentales: el régimen depensión y el de salud. Entre diciembre de 2002 y febrero de 2003, la CTV y la asociación patronalFEDECAMARAS (Federación de Cámaras y Asociaciones de Comercio y Producción de Venezuela)
se unieron en una alianza inusual y organizaron un “Paro Cívico” con el fin de derrocar al presidente
electo. El paro fue apoyado por los directivos de la empresa estatal PDVSA (Petróleos de VenezuelaSociedad Anónima), que paralizó la extracción y exportación de petróleo. Luego del fracaso de sumaniobra, Ortega huyó a Costa Rica en 2004, regresando al país, ilegalmente, un año más tardedonde fue condenado a prisión -sin embargo logró huir del penal en 2006-. Hoy, Ortega vive en el Perú, cuyo gobierno le concedió asilo por “razones humanitarias”.
No todos los sindicatos se alinearon con la oposición. Otras centrales obreras simpatizaron con lasreformas chavistas, como la Confederación General de Trabajadores (CGT) y la Central Unitaria deTrabajadores de Venezuela (CUTV), brazo sindical del Partido Comunista Venezolano (PCV). En2003 se crearon nuevas organizaciones sindicales paralelas como la Unión Nacional de Trabajadores(UNT).Desde el inicio del gobierno de Hugo Chávez, el Estado impulsó el desarrollo cooperativo en el país,plasmado en la Constitución de 1999 y en las Líneas Generales del Plan de Desarrollo Económico y Social de la Nación 2001-2007. El gobierno venezolano ha buscado desarrollar la economía social,también llamada economía popular, para lo cual una de las principales estrategias es el apoyo a lacreación de cooperativas, las cuales, a su vez, estimulan la participación ciudadana y refuerzan lademocracia. La implementación de dicha modalidad se intensificó durante el Paro Cívico, como unasalida a la crisis generada por la negativa a prestar servicios de diversas empresas contratistas dePetróleos de Venezuela Sociedad Anónima (PDVSA), en particular, las de transporte de combustible.Desde entonces, el número de cooperativas se ha multiplicado constantemente, legalizándose, desde2001 al 2009, más de 300.000 cooperativas 2.
Desde el 2012 en Venezuela la figura de los sindicatos se encuentra consagrada dentro de la LeyOrgánica del Trabajo, los Trabajadores y las Trabajadoras (LOTTT). Según la LOTTT, todos lostrabajadores y trabajadoras sin distinción, tienen el derecho de constituir libremente lasorganizaciones sindicales que consideren convenientes, con el fin de defender sus derechos eintereses. De esta forma, las cámaras de comercio, industria, agricultura y cualquier rama deproducción o servicio, así como también los colegios profesionales, pueden ejercer atribucionessindicales, para lo cual deben estar debidamente inscritas en el Registro Nacional de OrganizacionesSindicales y cumplir con las normas establecidas para cada organización sindical. Todos lossindicatos podrán afiliarse a una federación, confederación o central.En la actualidad las libertades sindicales, que han ido en progresivo aumento gracias al RevoluciónBolivariana, se encuentran divididas y engrosan las filas tanto de la oposición como de quienesapoyan al presidente electo.

II. Brasil
Actualmente en Brasil existen cerca de 17 mil sindicatos y tres grandes centrales sindicales queagrupan a la mayoría: la CUT (Central Única de los Trabajadores) es la más grande, representando al21% de los trabajadores; le sigue Força Sindical, con el 15%, y Unión General de los Trabajadores(UGT), que aglutina al 12%. Las posturas de estas centrales sindicales respecto de la reforma laboraly la previsional que ya ha presentado el gobierno reaccionario de Michel Temer no son unánimes. LaCUT, afín a los gobiernos del PT, se ha opuesto radicalmente a ambas, mientras que Força Sindical yUGT son más receptivas a la oferta gubernamental, así como otras agrupaciones sindicales menores,como Nova Central Sindical de Trabalhadores (NCST) y Central dos Sindicatos Brasileiros.El vicepresidente de UGT, siguiendo el discurso oficialista de que el sistema previsional es deficitarioe insosten
ible, ha manifestado que sin la reforma de dicho sistema “estaríamos permitiendo uncolapso en las garantías de todos los trabajadores”3.

Entre otros aspectos, la reforma previsionalcontempla que la edad mínima de jubilación sea de 65 años tanto para hombres como mujeres, y quepara percibir el 100% del valor será necesario haber contribuido 49 años. Aunque con amenazas de paro, Força Sindical–cuyo presidente fue un férreo defensor del impeachment a Rousseff y es un gran aliado de Temer- y las demás agrupaciones están negociandoel apoyo a la reforma previsional a cambio de una demanda puntual. Buscan que el gobierno apoye lareglamentación de un proyecto que retome la contribución asistencial de los trabajadores a lossindicatos, estén sindicalizados o no (hasta ahora sólo los afiliados lo hacen puesto que el SupremoTribunal prohibió en febrero el cobro a los no afiliados). Esto aumentaría los ingresos de los sindicatosy el valor de la cuota sería definido por las propias agrupaciones sindicales 4.
Centrales, sindicatos,federaciones y confederaciones recaudaron 3,5 mil millones de reales en 2016 con la contribución sindical; y estiman que la tasa asistencial, cobrada aparte, representa hasta el 80% de algunas
entidades5.

III. Ecuador
Ante la segunda vuelta de las elecciones presidenciales celebradas el pasado 2 de abril, variascentrales obreras decidieron dar su apoyo al candidato Guillermo Lasso, banquero con cuentas yempresas no declaradas e
n paraísos fiscales. Autodenominadas clasistas y opuestas al “populismo”
de los gobiernos de Rafael Correa, acordaron respaldar al empresario ya que, en medio de unconjunto de propuestas de corte neoliberal, para ganar su apoyo les prometió restituir un aporte a laSeguridad Social y a las pensiones de jubilación. De este modo, Unión General de Trabajadores(UGT) y la Cedocut (Central Ecuatoriana de Organizaciones Clasistas Unitaria de Trabajadores),optaron por “terminar con el correísmo”, señalando que su apoyo a Lasso “no significa que estamosvendiendo nuestros principios de sindicalismo de clase”6.
En este mismo sentido se pronunciaron laUnión Nacional de Educadores y la Confederación Ecuatoriana de Organizaciones Sindicales Libres,afirmando que no perderían su impronta de izquierda por llamar a votar al candidato de la derecha,que finalmente perdió la contienda frente al sucesor de Rafael Correa.

IV. Bolivia
En Bolivia se ha cuestionado a la Central Obrera Boliviana (COB) por virar hacia la derecha por suposición contraria al gobierno, pero esta postura tiene que ver más bien con su radicalidad deizquierda y visión sectorial.La brecha entre el gobierno y la COB significa, para el primero, una incoherencia política por ladesconexión con un sector vulnerable, que en capacidad de movilización no es una amenaza a laestabilidad gubernamental como lo fue en el año 1952, pero sí es un ícono histórico de la lucha de lostrabajadores en Bolivia que el gobierno deben reivindicar.
Recientemente Guido Mitma, dirigente de la COB, pidió al gobierno “unificar los sectores de trabajadores contra la derecha, pero dando soluciones a las demandas”; este pedido lo hizo al verque la derecha aprovechaba un conflicto con la Caja Nacional de Salud, para hacer campaña contrareelección7.
En efecto, ha sido una característica en la dirigencia de Mitma, la bipolaridad con elgobierno, manifestando su apoyo durante negociaciones, pero mediáticamente manifiesta sucriticidad.Y es que el posicionamiento radical de la COB contra el gobierno es funcional a la derecha por dosrazones; en primer lugar, por el desgaste que le genera al gobierno frente la opinión pública y, ensegundo lugar, por el desgaste político del carácter permanente de estas demandas, que no puedenser satisfechas a mediano plazo, dado que tienen que ver con estructuras económicas, políticas ysociales del país, que fueron históricamente abandonadas.En sus inicios la COB, por el peso político que le daba el sector minero, respaldaba las movilizacionesde otros actores sociales y, recíprocamente, los conglomeraba; luego del 2000 cuando fue declarada “muerta”, esa representatividad social fue asumida por el sector cocalero,
replicando el apoyosolidario a otros sectores sociales. Este movimiento se organizó políticamente y constituyó el 


Movimiento al Socialismo (MAS) que equilibra las demandas sectoriales y el bien común. Esteequilibrio en el MAS es su fortaleza y a la vez su debilidad 8.
La susceptibilidad de que la derecha pretenda cooptar sindicatos, siempre estará presente, sobretodo, cuando las posiciones de los movimientos sociales se muestran radicales e irracionales. Sinembargo, es necesario asegurar que las posiciones radicales no sean utilizadas por la derecha, sedebe tener presente la recomendación del vicepresidente Álvaro García Linera, a las izquierdasregionales de no descuidar las ideas después de las victorias9.

V. Colombia
La historia del sindicalismo en Colombia 10
está marcada por una dinámica de respuesta violenta porparte de las instituciones estatales, las empresas y los grupos paramilitares. En efecto el desempeñocomo sindicalista en el país supone una estigmatización institucional que, a menudo, deriva en ladesafortunada pérdida de sus actores. Así, la Unión Sindical Obrera (USO) cuenta con más de 3.000 sindicalistas asesinados desde 1977 yesta es una cifra que no cesa su aumento. Sobre la misma el gobierno Santos hace caso omiso;según la Escuela Nacional Sindical, en “2009 se registraron 47 asesinatos; 18 atentados de muerte;412 amenazas de muerte; 129 desplazados forzados; 53 hostigamientos por persecución sindical; 34detenciones arbitrarias; 3 desapariciones forzadas y 4 allanamientos ilegales”11. 
Además, desde el gobierno hay un esfuerzo por comprimir el derecho asociativo de los trabajadores:entre 2000 y 2007 se rechazaron 491 iniciativas de trabajadores tendientes a la creación de unsindicato, además la Corte Suprema de Justicia decidió en segunda instancia que la mayoría de lashuelgas fueron ilegales: de las 33 que llegaron al alto tribunal, 19 fueron declaradas ilegales, 11legales y 3 quedaron sin pronunciamiento. Siendo, además, Colombia el único país de América Latinaen el que el gobierno tiene la facultad de disolver un sindicato.En este marco de dificultades institucionales el presidente de la Central Unitaria de Trabajadores,Javier Bermúdez, señala que en los años 90 el sindicato contaba, sin sumar el magisterio, con 16.000afiliados, en su gran mayoría de empresas privadas, pero hoy tiene 18.000 y la mayoría (11.000) sondocentes, el resto del sector privado, además manifiesta que ha habido una reducción del 5 a 3% deafiliación sindicales. Aunque no es mayoritario sí se observan casos de liderazgos sindicalistas cooptados por la derechapolítica, uno es el de Luis “Lucho” Garzón reconocido ex líder sindical de la USO, quien ha sidocriticado por sus otrora homólogos debido a su anexión al gobierno Santos como ministro para elDiálogo Social y ministro de Trabajo, unos cargos que conllevaron la crítica por su alejamiento de lalucha colectiva y la escasa reivindicación que llevó a cabo durante el ejercicio, siempre tratando deevidenciar un ambiente de paz social inexistente en el país. De la misma forma Angelino Garzón,quien pasara de ser secretario general de la CUT a ministro de Trabajo y Seguridad Social en elgobierno del conservador Andrés Pastrana y vicepresidente de la República en el primer Gobierno deJuan Manuel Santos.La firma de los acuerdos de paz entre el Gobierno y las FARC-EP ha traído, a pesar del anunciado‘posconflicto’, una dinámica de conflictividad social por el movimiento estratégico de los nuevos Grupos Armados Post-desmovilización (GAPD), provenientes del paramilitarismo. Más de 127 líderessociales han sido asesinados desde 2016, una amenaza a la paz que ya ha sido evidenciada desde la ONU. Dicha situación pone de manifiesto un nuevo escenario de complejidades también en elmarco de la lucha sindical, lo que supone una nueva reflexión de la organización obrera en un perodode pos-acuerdo.

VI. México
En 2016 existían en México 3.077 sindicatos registrados, incluidas las federaciones. Las cuatrocentrales obreras CTM (Confederación de Trabajadores de México), CROC (ConfederaciónRevolucionaria de Obreros y Campesinos), CROM (Confederación Regional Obrera Mexicana y laFSTSE (Federación de Sindicatos de Trabajadores al Servicio del Estado), apenas representan aalrededor de 1.700 mil trabajadores y son afines al histórico partido gobernante, el PRI. Pero en 1988,en las elecciones que llevaron a Salinas de Gortari a la presidencia, sólo la CTM ofreció al porentonces candidato 20 millones de votos de sus afiliados. Todo ello indica que la capacidad de estossindicatos para la atracción de trabajadores a sus filas ha disminuido drásticamente en los últimos 30años, siguiendo la tendencia hacia el conservadurismo y el liberalismo de su partido aliado12.
La reforma laboral promulgada por el ex presidente Felipe Calderón en 2012 no significó, tampoco,mejoras para los trabajadores: flexibilización laboral, autorización de contratos a prueba ydebilitamiento de la contratación colectiva, entre otros aspectos que se impulsaron amparados bajo los argumentos de la “competitividad” y la generación de empleo. La alianza histórica entre lasprincipales centrales obreras y los gobiernos del PRI, incluido el de Peña Nieto que presenta una tasade informalidad del 57,2%, ha redundado en que los sindicatos hayan perdido valor entre lostrabajadores porque han renunciado a su función principal que es la defensa de los derechoslaborales. Su dirigencia, en muchos casos acusada de enriquecimiento ilícito y funcionalidad a laspatronales, ha contribuido sustancialmente a la pérdida de importancia de estas instanciasorganizativas obreras entre los trabajadores. 


1.Cepal 2010


2 http://www.gestionparticipativa.coop/portal/index.phpoption=com_content&view=article&id=182&Itemid=323 3http://www.brasil.gov.br/governo/2016/06/centrais–sindicais–declaram–apoio–a–governo–temer

5http://www1.folha.uocom.br/mercado/2017/03/1869642-por-volta-de-contribuicao-centraioferecem-oposicao-menor-a-reforma.shtml
7 https://www.consuladodebolivia.com.ar/2017/02/09/central–obrera–boliviana–pide–evo–unir–sindicatos–principal
–enemigo–la–derecha/

8http://www.eltelegrafo.com.ec/noticias/politica/2/garcia–linera–alerta–sobre–la–embestida–de– la–derecha–en–sindicatos–y–la–academia
9https://noticias.terra.com.co/mundo/latinoamerica/vicepresidente–de–bolivia–cree–que–derecha–busca–sindicatos–y–universidades,e7cc413adcab21b5726e7a2cdd7cbf 1vosfn6tm.html 
10 Hernández,F. (2004)Sindicalismo
en Colombia.Implicaciones sociales y políticas.Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá.
11 Ver http://prensarural.org/spip/spip.php?article4370

12http://www.sinembargo.mx/11-03-2016/1634541


http://www.resumenlatinoamericano.org/2017/04/11/latinoamerica-sindicalismo-amenazado/

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