Muchos en el mundo confiaron -yo entre ellos- que la nueva administración estadounidense dirigida por el arrogante Donald Trump, actuaría con cierta independencia del establishment (establishment: llámese, vieja clase política de neoconservadores, sionistas, el poder financiero, mediático y el Complejo Militar Industrial) porque los enfrentó públicamente y venció a su candidata Hillary Clinton.
El xenofobo Trump se mostraba seguro de su proyecto de volcarse hacia adentro con la reconstrucción de la economía imperial muy deprimida por la globalizacion; proponía un acercamiento a Rusia y llegó a reconocer la legitimidad del gobierno sirio porque lucha contra el Daesh. Además, llegó a criticar los desmesurados gastos militares de EE.UU. por sus aventuras bélicas y las bases de la OTAN y el golfo. La campaña electoral Trump vs. Hillary fue un verdadero reality-show político.
A escasos días de su triunfo, Trump dio su brazo a torcer desechando sus promesas electorales. Entre las primeras medidas de Trump destacaron el incremento al ya astronómico presupuesto militar estadounidense y las nuevas amenazas contra Rusia, Irán y China. Pero EE.UU. necesita una guerra que no sea muy costosa y garantice su victoria.
El más reciente falso positivo de las armas químicas montado contra el país árabe sirvió de perfecto justificativo para desatar los demonios de la muerte y la destrucción. De nada valen las pruebas que responsabilizan a los terroristas de los innumerables ataques con gases tóxicos contra civiles sirios. Necesitaban una excusa para desatar la locura y proteger a sus derrotados mercenarios que vienen sufriendo grandes pérdidas por el avance de las tropas sirias, y ya la tienen.
Los 50 misiles Tomahak lanzados contra el ejercito sirio marca el inicio de la primera aventura militar de la administración Trump. Las hienas imperiales ríen con sangre entre sus colmillos y garras. Ahora, el magnate estadounidense promete ser más cruel y belicista que sus antecesores. El impredecible Trump se vuelve cada vez más predecible.
Estados Unidos provoca a Rusia pasado la "linea roja" marcadas en Siria. Días atras lo intentó la entidad criminal de Israel, y la respuesta rusa fue oportuna. Falta saber cuál será la reacción de Rusia e Irán, que no se quedarán de brazos cruzados.
El mundo vuelve a estar a las puertas del infierno por una posible guerra entre potencias nucleares. Trump dijo que no deseaba una guerra entre Rusia y Estados Unidos. Pero la locura, prepotencia y la sed de sangre de las hienas imperiales es incontrolable.
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