Punto Final
La presidenta de la Federación de Estudiantes de la Universidad Católica, Josefina Canales, denuncia que en esa universidad existe discriminación y violencia contra las mujeres; que la gestión de la casa de estudios se aleja de la orientación pastoral del Papa Francisco y que las autoridades de la UC se hallan cómodas con la desigualdad social del país. Además la dirigente enjuicia los valores que rigen el modelo de enseñanza chileno, y afirma que una reforma profunda de la educación es indispensable para superar el injusto orden económico y su hegemonía cultural. Anticipa que el movimiento estudiantil seguirá movilizándose en 2018 hasta conseguir cambios efectivos y asegura que la Feuc apoyará la unidad de las fuerzas políticas y sociales que propicien un proyecto de transformación social.
Eludiendo el estricto cerco de seguridad impuesto por los organizadores de la visita del Papa a la UC, Josefina Canales entregó a Francisco una carta que, bajo el sugestivo nombre “La iglesia ausente”, resume la opinión crítica de la organización estudiantil sobre la Iglesia Católica y el doble estándar ético que impera en su universidad.
Josefina Canales Rodas (21) estudia el último año de la carrera de educación parvularia y milita en la Nueva Acción Universitaria (NAU), organización política de la UC en la que participaron la mayoría de los actuales dirigentes de Revolución Democrática, el partido del Frente Amplio (FA) que encabeza el diputado Giorgio Jackson.
¿Cuál es su balance de la visita del Papa Francisco a Chile?
“Fue muy mediática; porque es un líder religioso y una figura política mundial detrás de la cual hay una ideología y un Estado con sus propios intereses. Es complicado que el Estado de Chile y nuestra universidad hayan aportado tantos fondos para solventar su visita, en desmedro de otras necesidades prioritarias para el país. Este despliegue resulta incongruente con el discurso y gestos del Papa que se muestra como una persona austera. En contraste, vimos un gran despliegue de recursos en publicidad y gastos para una permanencia que no creo que influya mucho en cambiar la realidad actual. Somos los jóvenes en particular, y la sociedad en su conjunto, los llamados a cambiar estructuras sociales anquilosadas, no la visita de una autoridad religiosa”.
La UC es una universidad pontificia, ¿cree que su gestión es coherente con las opiniones del Papa?
“Nuestra universidad es más conservadora que el pontificado de Francisco, está quedando atrás en ciertos debates y en la demanda insatisfecha de cambios profundos en la realidad social. La UC está muy alejada de la comunidad nacional y eso la distancia de las necesidades del país. Me refiero a temas tan importantes como el cumplimiento de la ley de aborto en tres causales. Fue nuestro rector el que instaló una objeción de conciencia institucional en la universidad; mientras, en paralelo, los estudiantes votamos mayoritariamente por aprobar la ley de aborto.
Muchas personas en nuestra universidad -y en la sociedad- quieren mantener las brechas de desigualdad porque les conviene que así sea. Cualquier cambio les significaría perder privilegios y cuotas de poder. La UC contribuye a mantener el círculo vicioso de desigualdad, porque aunque aporta en investigación o servicios, nada hace para cambiar la raíz de la desigualdad. Estamos librando una lucha democratizadora contra esa mirada elitista de la educación”.
En Chile han aumentado las denuncias de violencia de género y acoso sexual. ¿Cuál es la realidad en la UC?
“Vivimos en una cultura machista y patriarcal que sigue perpetuando una visión de inferioridad de la mujer. Estas estructuras sociales patriarcales deben ser cambiadas desde la educación inicial, para que mujeres y hombres nos desarrollemos como iguales.
En la UC hay abuso hacia mujeres jóvenes por parte de ‘amigos’ o parejas. Gracias a la presión estudiantil hemos generado protocolos que permiten a las víctimas denunciar e iniciar acciones contra sus agresores. Sin embargo nuestras compañeras a veces deben esperar hasta ocho meses para obtener respuesta a sus denuncias, y en el intertanto deben convivir con sus victimarios. Se necesita un cambio cultural gradual para erradicar el machismo y el patriarcado, y por otra parte generar una normativa para enfrentar los casos de acoso o abuso sexual.
Está muy bien que el tema del acoso o violencia de género sea parte de la agenda pública, y que partidos políticos estén tomando acciones frente a este asunto; pero somos las mujeres las que tenemos que seguir denunciando estas situaciones de acoso, abuso o violencia. Así como la legislación ya considera el acoso laboral, quisiera que se proscribiera el acoso sexual entre compañeros de trabajo, de estudio o en las relaciones de pareja”.
¿Cómo han influido en los resultados de la educación, las concepciones que han inspirado las políticas públicas de los gobiernos de Sebastián Piñera y Michelle Bachelet?
“El modelo neoliberal se expresa más allá de la esfera económica. Se manifiesta principalmente a través de una cultura individualista, en la cual cada cual vela por sus propios intereses. Eso es lo que ocurre en la educación. Sebastián Piñera ha dicho que cuando las familias no ponen plata en los colegios de sus hijos, no hay compromiso con la educación. Esa es una visión extremista del modelo neoliberal en la enseñanza. Un sistema ultracapitalista, donde las personas tienen que poner dinero para conseguir buena educación y asegurar el futuro de sus hijos.
La Nueva Mayoría, y antes la Concertación, cayeron en esas mismas prácticas, al propiciar reformas destinadas a seguir manteniendo esta concepción individualista y competitiva de la educación. Hoy las universidades con vocación pública tienen que competir por la preferencia de los estudiantes, en oposición a un modelo humanista que les entregue directamente a las instituciones de enseñanza superior los recursos basales para financiar su gestión. El resultado de esta política neoliberal en la educación es que siempre los favorecidos son los grupos sociales privilegiados, porque la juventud proveniente de estos sectores son los que ingresan a las mejores universidades y logran los mejores resultados profesionales”.
¿Es posible la superación del neoliberalismo en Chile?
“Las posibilidades deben venir asociadas a un cambio cultural que, según mi opinión, debe tener como base la transformación del modelo de enseñanza desde sus cimientos, en la educación inicial. En los jardines infantiles existe preocupación por la socialización de las niñas y niños, eso se manifiesta en una educación personalizada y centrada en la condición humana, la solidaridad, el compartir y el placer de aprender. Pero esa realidad cambia bruscamente cuando los niños ingresan en la educación escolar.
Existe una manifiesta contradicción entre lo que se proclama como objetivo de la educación y lo que se hace en la práctica. En el jardín infantil la base del aprendizaje es el juego, la diversión, el conocimiento por la experiencia e intereses directos y la participación. Pero cuando los niños llegan a la escuela, se encuentran con un modelo que les pide aprender de memoria, sentarse, estar quietos, esperar instrucciones y obedecer. Tenemos mucho que aprender de la educación de párvulos para mejorar la educación en el nivel escolar. Pero con Piñera, la tendencia parece ser la contraria, porque cuando en su gobierno el kínder se hizo obligatorio, el jardín infantil comenzó a asumir cada vez más las características de la enseñanza escolar.
Hoy la educación escolar es funcional al sistema neoliberal y opera de manera muy distinta para las personas adineradas que para las clases subalternas. Sirve para formar distintos tipos de personas en función de los intereses del modelo; pero no para dar vida a una ciudadanía crítica y pensante, para el bien de la sociedad o el desarrollo integral del país; está hecha para crear máquinas humanas de trabajo”.
¿Cuál es su predicción acerca de la relación del próximo gobierno de Piñera con los estudiantes?
“Estamos en veredas opuestas. La de Sebastián Piñera es la educación de mercado, y la del movimiento estudiantil la educación para todas y todos por igual. El debate sigue abierto y no nos opondremos a dialogar con el nuevo gobierno; aunque tenemos claro lo que pasó en 2011, cuando los estudiantes y la ciudadanía salimos a la calle a reclamar por la educación como un derecho social. Solo recibimos represión, no hubo diálogo ni se nos escuchó. Con ese precedente, vemos al próximo gobierno como contrario a los intereses del movimiento estudiantil”.
¿Qué temas de educación cree centrales para el nuevo Congreso Nacional?
“Uno de los temas clave es la gratuidad y el fin del Crédito con Aval del Estado (CAE). Sebastián Piñera dijo en campaña que está dispuesto a conversar sobre su abolición. La duda es que su propuesta alternativa puede ser peor. No concebimos la gratuidad como una beca o voucher , sino como un derecho de toda la sociedad y sólo aceptaremos soluciones que vayan en esa dirección.
Por otra parte, habrá otras luchas que no están asociadas necesariamente a la educación superior, en las que los movimientos sociales nos vamos a unir para avanzar en nuestras demandas. Por ejemplo la ley de identidad de género. Es indispensable una articulación de los estudiantes con las otras organizaciones sociales y ciudadanas, sobre la base de una constante conversación que nos mantenga conectados y en conocimiento de lo que los demás están haciendo. Aunque sus demandas sean diferentes, es necesario trabajar en conjunto sobre la base de una causa común”
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