POR GERALDINA COLOTTI, Resumen Latinoamericano, 1 febrero 2018
Hablamos otra vez de Venezuela, apelando a las convicciones y a la inteligencia de cuantas y cuantos no dejan que les tomen el pelo. Por quién? Desde la información domesticada que involucra o paraliza para hacer pasar la voz del patrón.
En el coro de las mentiras imperantes, que se sirve de los grandes medios y martilla cotidianamente sobre Venezuela para obligarnos a mirar la historia desde el hueco de la cerradura, hacer filtrar una voz disonante es una hazaña casi desesperada. Que presenta también costos.
Y a pesar de todo es necesario hacerlo. Sobre todo por nosotros, en este clima pre-electoral en elque parece que renace la gana de política, de una política confiada al poder del pueblo, y no a los bailarines asfixiantes de los que ya conocemos.
Porque no se logran expresar posiciones claras en base a lo que en el siglo XX se llamaba internacionalismo proletario y que hace parte del ADN de los comunistas? Porque se hace fatigoso entender de qué parte alinearse y se nos envuelve en interminables distinciones? No se debería, en cambio, reencontrarse almenos sobre un punto, aquello que cada pueblo tiene derecho a decidir en modo soberano?
Evidentemente no, visto que en el post-siglo XX nos han chantajeado con los lazos y lacitos decididos desde el exterior, impuestos por una clase política inepta y por una izquierda subordinada, que ha cambiado infinitas camisetas pero no las políticas antipopulares de las que soportamos los costos.
Aquí se muere por el trabajo, la inseguridad y racismo, pero todos los gobiernos parecen preocupados por la situación en Venezuela: desde Italia a Europa, a América Latina, y – antes de todo – desde aquel glorioso estado filantrópico que son los Estados Unidos. Alguna duda no viene?
Y sinembargo bastaría mirar el perfil de estos “filántropos” y “el humanitarismo” de los Estados – como Colombia, Perú o México – que estan tan preocupados por la situación en Venezuela pero no por el ataque criminal que imponen a los pueblos de los propios países.
Para ellos, Venezuela estaría en “crisis humanitaria”. Pero entonces por qué imponen al país un bloqueo económico-financiero que detiene el pago al exterior e impide a las empresas vender comida y medicinas para no terminar en la lista negra de los Estados Unidos y Europa? Ahora, el objetivo de estos “generosos filántropos” de la billetera inflada, que hacen de todo para meter las manos en los inmensos recursos de Venezuela, es : injerencia humanitaria. Los venezolanos de Miami lo han pedido a gran voz a la “comunidad internacional”.
“La injerencia humanitaria es una ayuda militar para desarmar un gobierno”, han declarado sin medios términos a la prensa, asegurando que el grupo de impresentables ex presidentes de las peores derechas latinoamericanas es muy receptivo al respecto.
Mientras tanto, el ex alcalde de la Gran Caracas y exgolpista Antonio Ledezma, huído al exterior luego de haber salido de la cárcel por motivos de salud, gira el mundo para pedir la misma cosa: la agresión armada a su país para reponerlo en las manos de los Estados Unidos. Mientras tanto, las derechas bien financiadas que actúan en el exterior, agreden embajadas, amenazan y organizan grotescas manifestaciones, con numeros minúsculos pero con sólidos apoyos de la prensa y el poder. También en Italia, hasta en Florencia.
Donde nosotros, el presidente venezolano Nicolás Maduro es pintado como un “dictador”, y el socialismo bolivariano definido “ilegítimo” no obstante haya organizado 24 elecciones en 18 años, dos de las que ha vencido la oposición. Luego de haber gritado a los cuatro vientos la petición de anticipar las presidenciales, las derechas ahora rechazan ir a las urnas: porque no saben más que hacer, a parte aquellos de la vía violenta favorita de los Estados Unidos.
Pero si quieren sacar a Maduro, si dicen ser mayoría que mejor ocasión para demostrarlo que con el voto? No, porque aquel sistema electoral – aquel mismo con el que han vencido las elecciones y de las que se sirven para sus primaria – no les gusta. No, porque la constitución bolivariana, que impide a las grandes empresas multinacionales poner las manos en el país, no les gusta. Y así piden a sus padrinos una ayuda con la injerencia humanitaria. Pero, que en Italia, se vuelve “intervención humanitaria”.
Desaparece, filantrópicamente, aquel “componente militar” claramente establecida por el grupo de Miami. Desaparece como para la “guerra humanitaria”, que ha disfrazado la destrucción de enteros países: desde Yugoslavia a Irak y a Libia y Siria.
“Tenemos hambre”, gritan lo grandes burgueses de oposición, entre un viaje y una suite. Un teatrino preparado en Florencia y poco a poco en toda Italia. Hasta cuando queremos hacernos imponer también esta pantomima?.
Traducción Gabriela Pereira
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