“Sin un cambio en el mapa sindical… Euskadi perderá competitividad”. Lo dice un informe de la consultora empresarial PwC. La consejera Tapia, presente en el acto en que PwC presentaba su informe, defendió ese objetivo. No es la primera vez que el Gobierno Vasco, con absoluta falta de equilibrio, coincide con las posiciones más reaccionarias de la patronal. La derecha económica, logradas las reformas laborales que privilegian su posición, sitúa el siguiente objetivo: acabar con el sindicalismo que se opone a sus pretensiones. O el sindicalismo se disciplina o se le disciplina.
Quieren hacer inútil nuestra intervención colectiva para que “la gente vaya evolucionando y prescinda del sindicato”. Los nuevos tiempos demandan que las empresas puedan hacer lo que les venga en gana con nuestra gente. Nos quieren de uno en uno y ponen de ejemplo Asia porque allí... no hay sindicatos. ELA considera muy grave que un Gobierno democrático haga suyos esos objetivos. Defender un objetivo pre-constitucional (quitar de en medio al sindicato) se debería considerar una intromisión intolerable en favor de la patronal. El Gobierno no guarda ni las apariencias. Es duro que la patronal se atreva a verbalizarlo y más duro que, para apoyarles, acudan al acto en que se presentan esas conclusiones dos consejeras del Gobierno de Urkullu y los máximos líderes del PNV. El Gobierno, desgraciadamente, hace tiempo que respecto al hecho sindical perdió el sentido del equilibrio. Lo perdió cuando apoyó que la minoría sindical suplante en la negociación colectiva a la mayoría elegida por los y las trabajadoras; lo perdió cuando quitó importancia al intento de Confebask de ilegalizar a ELA y LAB porque, entre otras cosas, hablábamos de “fiscalidad”. Lo perdió cuando la consejera Tapia dijo que “había que cambiar la representación sindical” en nuestro país.
El Gobierno se posiciona así básicamente por dos razones; la primera, porque representa ideológicamente a la derecha económica que no quiere sindicatos, como Margaret Thatcher; y la segunda, porque cree que esa forma de actuar no tiene coste político. Corren vientos favorables en el mundo para intentarlo. Es curioso. A la derecha política no le molestan las reformas laborales y la precariedad, le molestamos los sindicatos y no duda en ayudar a la patronal para dejarnos sin instrumentos de defensa. Quieren liderar una sociedad donde todos y todas aceptemos la disciplina que impone el miedo. Este viaje, advertimos, tiene muchos peligros.
Sí, PwC elabora un discurso ideológico cuando la derecha insiste en que “ya no hay ideologías”. Dicen que la “estrategia de confrontación laboral va contra las personas que trabajan en Euskadi...”. ¡Qué poca vergüenza! Que se lo pregunten, por ejemplo, a las mujeres de las residencias de Bizkaia, que han tenido que hacer 370 días de huelga para lograr un salario de 1.200 €. Ahí, dándoles apoyo y solidaridad, estuvo el sindicato. Eso es lo que no toleran.
¿A quién dirige PwC sus exigencias? A ELA no. Saben que no vamos a renunciar a la autonomía sindical que hemos ganado a pulso. ¿Qué delito hemos cometido para que nos sancione de esta manera? ¿Acaso nos inventamos la precariedad laboral y social que afecta a mucha gente? Nuestro delito es simple: trabajamos para dar perspectiva, autoestima, organización y capacidad de lucha. No hemos perdido la esperanza. Eso les molesta.
Un dato. Javier Urizarbarrena, que fue diputado de Hacienda de Bizkaia con el PNV, forma parte hoy de la dirección de PwC. No nos preguntamos qué defiende ahora Urizarbarrena porque es evidente. Nos preguntamos a quién defendía cuando era Diputado de Hacienda de Bizkaia. Él se fue a PwC, pero tuvo dignos sucesores en la Diputación para seguir bajando los impuestos a los empresarios. Es otro ejemplo de las puertas giratorias vascas, que las hay, y muchas.
La derecha se crece cuando la izquierda se diluye. Y la izquierda no es nítida. Hoy en Europa los ejemplos de izquierda política que reconstruyen su poder no eluden el debate ideológico con la derecha. Ante la decisión del Gobierno Vasco de ayudar a la patronal para debilitar al movimiento sindical la izquierda política se debería plantar. Sin embargo, construyen un “carril central” imaginario en la sociedad vasca en el que, precisamente, colocan dentro a quienes quieren destruir el sindicalismo.
Nos combaten imponiendo un modelo social precario y, además, apoyan a la patronal para quitarnos de en medio. Quienes hacen eso no forman parte del proceso en el que nosotros creemos. ELA no cree en eso. No es peccata minuta porque afecta a nuestro derecho a decidir. El de los y las trabajadoras vascas. El “carril central” en el ámbito institucional vasco es, desgraciadamente, neoliberal y, en nuestra opinión, es urgente plantear el debate ideológico a la derecha.
Hace falta, como dice Ken Loach, “liderazgo y voluntad para definir un programa alternativo”. Existe otra alternativa que ya ha experimentado su utilidad en toda Europa: la de seguir los consejos del sistema que exige a la izquierda que “rompa su conexión con el movimiento sindical y que culmine el tránsito hacia su papel estrictamente institucional para normalizarse”. Es lo que hizo Tony Blair. Ese camino ha sido un fracaso para la izquierda porque una izquierda sin sindicalismo está coja y un sindicalismo sin izquierda política alternativa, también.
ELA insiste en la necesidad de construir poder sindical. Nos parece que es una aportación genuina al soberanismo social en el que creemos. Ese poder sindical explica la diferencia entre sufrir la precariedad de forma resignada y poder levantar la cabeza con dignidad. A Emilio Botín le sustituyó su hija por derecho de herencia. El capital funciona así, se hereda. El poder del dinero se hereda, el poder sindical no. El sindicalismo hay que construirlo día a día para que obtenga su legitimidad en la clase trabajadora. Ni la ley, ni estos gobiernos tan dóciles con el poder económico, nos van a garantizar el futuro. El sistema tiene empresas como PwC para irradiar pensamiento neoliberal. Lo que debemos hacer depende de nosotros y nosotras. A PwC le decimos que estamos orgullosos por desempeñar esta función social, y que lo vamos a seguir haciendo.
Adolfo Muñoz "Txiki", Secretario General del sindicato ELA
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