Marruecos
Viento Sur
La campaña de boicot Lanzada por internautas desconocidos hace más de un mes ( una operación de envergadura que tiene por objetivo boicotear marcas cuyos patronos son conocidos por su proximidad con el rey), se ha convertido, gracias a su éxito y su carácter inédito, en un verdadero fenómeno de sociedad.
En el barrio de Mabella, en Rabat, en el que vive una clase media compuesta de funcionarios y de nuevos cuadros del sector privado, decenas de packs de agua mineral natural Sidi-Ali y de agua gaseosa de Oulmès están amontonados ante una tienda bajo un sol de plomo, ante la indiferencia general.
“No se qué hacer. Hace días que les llamo para que recojan su mercancía, pero se hacen los sordos…”, se enfada Lahcen, el hijo del propietario, en este primer día del mes de ramadán. Desde que se lanzó el llamamiento al boicot a tres productos (aguas Sidi Ali y Oulmès, Central Lechera y estaciones de gasolina Afriquia) a través de Facebook, la mercancía no deja de acumularse en la tienda de Lahcen. “No puedo ni moverme…”, añade.
Una revuelta contra privilegiados
Es la primera vez que se lanza una operación de esta naturaleza en Marruecos por actores no institucionales, internautas y cibermilitantes en particular, pillando desprevenido al palacio, al gobierno, a los partidos políticos y a los patronos de las empresas directamente afectadas. Se desconoce quienes iniciaron del boicot, aunque se sospeche, aquí y allá, de los simpatizantes de Abdelilah Benkirane, el antiguo jefe del gobierno islamista depuesto de forma humillante por el rey.
Quienes iniciaron lo que ya se llama al-muqataa (boicot) lo presentan a menudo como un movimiento ciudadano para protestar contra la carestía de la vida. Pero sus argumentos varían. Mezclan lo político con lo social y se rebelan contra la economía rentista, la mezcla entre la actividad política y la acumulación de las riquezas, las desigualdades sociales, los privilegios, etc. Aunque presenten incoherencias (la Central Lechera, por ejemplo, es una sociedad francesa instalada en Marruecos desde 1953 y no ha procedido a ningún aumento reciente de precios), los reproches ponen en el punto de mira esencialmente a Aziz Akhannouch, un multimillonario que ocupa actualmente el puesto de ministro de agricultura y pesca, y la riquísima familia Bensalah, cuya figura más conocida sigue siendo Meriem Bensalah, antigua presidenta del sindicato de la patronal. Tienen un punto en común: son muy ricos y están entre los allegados del rey Mohammed VI y de su amigo Fouad Ali El-Himma, apodado el vice-rey. Forman parte de los patronos de Su Majestad: políticamente dóciles, pero económicamente voraces.
El imperio financiero de Akhannouch
A la cabeza de un verdadero imperio financiero, Akhannouch es la segunda mayor fortuna de Marruecos detrás del rey, con cerca de dos mil millones de euros, según la clasificación de 2018 de la revista americana Forbes. El grupo Akwa, del que es propietario mayoritario, es un mastodonte que se arroga, gracias a Afriquia-Gaz y Maghreb-Oxygen, una posición dominante en los sectores del petróleo, el gas y de los productos químicos. Un verdadero maná financiero que le ha permitido constituir, en unos años, un coloso económico y financiero presente en sectores tan diversos como el turismo, el inmobiliario, las telecomunicaciones y la prensa.
En 2016, este hombre de negocios prácticamente despolitizado es puesto en paracaídas a la cabeza de un partido en el que jamás había estado anteriormente: el Reagrupamiento Nacional de Independientes (RNI), una formación liberal constituida en los años 1970 por instigación de Hassan II (1929-1999) y de su ministro de interior de la época, Driss Basri (1938-2007). Para la monarquía, Aziz Akhannouch está destinado a ser la solución de recambio del Partido de la Justicia y el Desarrollo (PJD, islamista) cuya popularidad está hoy seriamente dañada. Gracias al apoyo del palacio, el hombre de negocios es puesto en los carriles del juego partidario. Objetivo: las próximas legislativas, previstas para dentro de tres años, si no hay elecciones anticipadas. Su puesto actual de super-ministro de agricultura y pesca marítima hace de él el interlocutor privilegiado de los principales interlocutores económicos del reino, en particular la Unión Europea, en detrimento del jefe del gobierno, el islamista Saad Eddine Elotmani, un factotum.
El principal argumento de los partidarios del boicot es por tanto político. Es sencillo, pero su impacto sobre una población devastada por las desigualdades sociales es inmediato: siendo Akhannouch la nueva encarnación del matrimonio entre el dinero y la política, su ascenso servirá a sus intereses económicos y financieros y no al interés general. Sin embargo -y esta es otra incoherencia de los argumentos planteados por los boicoteadores-, si Akhannouch encarna efectivamente este matrimonio incestuoso, ¿qué pasa con el rey? A la cabeza de una monarquía absoluta de derecho divino, M6 es también un próspero hombre de negocios (en 2017, Forbes evaluaba su fortuna en 5.000 millones de euros). Sus poderes políticos y sus prerrogativas en materia de nombramientos en los organismos estatales permiten a las sociedades que controla llevarse los contratos más fácilmente, en particular los públicos. ¿Por qué, en este caso, esos grupos no están en el punto de mira de esta operación de boicot, sabiendo que uno de ellos, Chergui, está muy presente en el sector de la producción lechera? La pregunta está en la cabeza de mucha gente, pero sigue sin respuesta.
La saga de la familia Bensalah
Al lado de Akhannouch, el otro grupo al que apunta el boicot es Holmarcom, dirigido por Miriem Bensalah y su hermano Mohamed Hassan Bensalah. Ese grupo es, sencillamente, una saga familiar: los Bensalah explotan las fuentes de Oulmès, un agua gaseosa bicarbonatada que surge de las profundidades bajo forma de vapor de agua a 42ºC, en las montañas de la región de Zemmours en el Medio Atlas y de Sidi Ali (en la misma región) desde los años 1930. Pero si, a lo largo de los años, estas dos fuentes se han vuelto una verdadera gallina de los huevos de oro, el grupo se ha desarrollado diversificando sus actividades financieras y comerciales. Además de su posición de líder en el mercado del agua, Holmarcom invierte también en el té y la galletería, los seguros (Atlanta y Sanad), la distribución de electrodomésticos e incluso el transporte aéreo (regional con Air Lines y el low cost via Air Arabia Maroc). El grupo explota también importantes terrenos agrícolas apoyándose en una tecnología punta, y se aprovecha así plenamente de las subvenciones estatales gracias al plan Maroc-Vert 1/ (que está en manos de… Aziz Akhannouch).
Lo que se reprocha a menudo a Holmarcom, es que explota fuentes que le producen cada año beneficios astronómicos, pero en una región bereberofona, Oulmès, que vive en la edad de piedra. Las pocas escuelas que siguen en pie están en un estado de deterioro avanzado; el hospital más cercano está en Khemisset, una ciudad pobre a 150 km (por falta de material médico, los enfermos son a menudo “expedidos” a Rabat, a 100 km). La tasa de paro de la juventud es de las más elevadas del país; gracias a un relativo acceso a Internet, la juventud se debate entre las ganas de emanciparse fuera de sus montañas y la casi ausencia de medios.
A esto se añade la sobreexplotación de las fuentes que ha engendrado la desecación de los pozos en una región en la que la agricultura de subsistencia es la principal actividad.
Tras el Rif, Zagora y Jerada
Un reciente comunicado de Transparency Maroc (19 mayo) resume bien la situación: “El análisis de un movimiento así solo a través del factor de los precios es forzosamente reductor. Es toda la gobernanza de una economía minada por la renta, la corrupción y la interferencia del poder político con el del dinero lo que está en el punto de mira. Este movimiento prolonga las protestas del Rif, de Zagora y de Jerada 2/, que han defendido reivindicaciones sociales y económicas básicas y se han encontrado frente a una fuerte represión. El éxito evidente del llamamiento al boicot expresa un malestar profundo al mismo tiempo que una toma de conciencia ciudadana que interpelan, en primer lugar, a los poderes públicos”.
En su tienda del barrio Mabella, Lahcen sigue esperando que los camiones de Sidi Ali, Oulmès y los de la Central Lechera le liberen de la mercancía. En vano. “Ayer mi primo, que tiene una tienda no lejos de aquí me ha informado de que ya no retiran lo que no se ha vendido. Me ha aconsejado no volver a comprarles y es lo que voy a hacer, esperando el final de este mouqataa…”.
Notas:
1/ Lanzado en 2008 por Mohamed VI y Aziz Akhannouch. Es esencialmente favorable a las grandes unidades agrícolas que utilizan tecnología punta.
2/ Ver http://vientosur.info/spip.php?mot588 ndt.
Traducción Faustino Eguberri para viento sur
https://www.rebelion.org/noticia.php?id=243347
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