En el tejido profundo de la sociedad colombiana se están dando grandes transformaciones culturales, políticas y sociales, como parte de una transición propiciada por los acuerdos de paz del Estado con las Farc para poner fin a un prolongado conflicto armado que ocasiono durante décadas grandes daños a la sociedad en su conjunto, con masacres, desplazamientos, desaparecidos, secuestros, violaciones y despojo de tierras a millones de campesinos.
Varios fenómenos y acontecimientos son el síntoma de dicha transición que las viejas elites intentan conducir hacia modelos perversos de dominación política autoritaria y en franco desconocimiento de la democracia pluralista y social.
Entre tales acontecimientos bien cabe mencionar la erosión del viejo sistema de partidos oligárquicos y la emergencia de nuevas identidades políticas como la Colombia Humana de Petro, los Verdes y los movimientos sociales que dinamizaron una copiosa votación en la consulta contra la corrupción.
Los candidatos presidenciales Petro y Fajardo, en un sistema de coaliciones incluyente, lograron canalizar más de once millones de votos en los comicios del 2018 sin lograr vencer el bloque de la derecha uribista que a base de mentiras y manipulación se alzaron con la Presidencia de la Republica para desplegar una contra ofensiva muy agresiva en contra de los consensos de la paz.
En el nuevo cuadro instalado por la presencia de Iván Duque en la Casa de Nariño, como Jefe del gobierno, bajo la tutela hegemónica del ex Presidente Álvaro Uribe, el clima creado por los acuerdos de paz reanimaron la movilización social visibilizada con un poderosos movimiento estudiantil universitario, el cual, luego de una extenuante acción a lo largo del segundo semestre, alcanzo un sonoro triunfo obligando una negociación favorable a las demandas universitarias para resolver parcialmente el déficit presupuestal e iniciar una amplia reforma del modelo de educación superior pautado por el neoliberalismo.
En este primer semestre, contaminado por los coletazos de la violencia, el movimiento social ha recobrado su empuje con una descomunal movilización indígena y campesina en el sur occidente del país, en del departamento del Cauca, territorio en el cual las organizaciones indígenas y campesinas han implementado un gigantesco bloque de las vías y una huelga generalizada para obligar al gobierno del señor Duque a resolver un conjunto de demandas incumplidas por el Estado en materia de tierras, educación, salud, vías, vivienda y derechos políticos democráticos.
En suma, hay un despliegue de la multitud que resiste la acción regresiva de la elite uribista que controla el gobierno en este momento.
Varios fenómenos y acontecimientos son el síntoma de dicha transición que las viejas elites intentan conducir hacia modelos perversos de dominación política autoritaria y en franco desconocimiento de la democracia pluralista y social.
Entre tales acontecimientos bien cabe mencionar la erosión del viejo sistema de partidos oligárquicos y la emergencia de nuevas identidades políticas como la Colombia Humana de Petro, los Verdes y los movimientos sociales que dinamizaron una copiosa votación en la consulta contra la corrupción.
Los candidatos presidenciales Petro y Fajardo, en un sistema de coaliciones incluyente, lograron canalizar más de once millones de votos en los comicios del 2018 sin lograr vencer el bloque de la derecha uribista que a base de mentiras y manipulación se alzaron con la Presidencia de la Republica para desplegar una contra ofensiva muy agresiva en contra de los consensos de la paz.
En el nuevo cuadro instalado por la presencia de Iván Duque en la Casa de Nariño, como Jefe del gobierno, bajo la tutela hegemónica del ex Presidente Álvaro Uribe, el clima creado por los acuerdos de paz reanimaron la movilización social visibilizada con un poderosos movimiento estudiantil universitario, el cual, luego de una extenuante acción a lo largo del segundo semestre, alcanzo un sonoro triunfo obligando una negociación favorable a las demandas universitarias para resolver parcialmente el déficit presupuestal e iniciar una amplia reforma del modelo de educación superior pautado por el neoliberalismo.
En este primer semestre, contaminado por los coletazos de la violencia, el movimiento social ha recobrado su empuje con una descomunal movilización indígena y campesina en el sur occidente del país, en del departamento del Cauca, territorio en el cual las organizaciones indígenas y campesinas han implementado un gigantesco bloque de las vías y una huelga generalizada para obligar al gobierno del señor Duque a resolver un conjunto de demandas incumplidas por el Estado en materia de tierras, educación, salud, vías, vivienda y derechos políticos democráticos.
En suma, hay un despliegue de la multitud que resiste la acción regresiva de la elite uribista que controla el gobierno en este momento.
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