El Sistema Judicial chileno ha operado, desde el nacimiento de la República, al servicio de la clase dominante. Grandes empresarios, latifundistas, nuevos ricos, son los verdaderos gobernantes de este oasis neoliberal, otrora el “Jaguar de América Latina”. Una casta de poderosos que tira los hilos de una “transición pacífica a la democracia”, a la que no le gusta ver a los, las pobres en rebelión, sólo les gusta vernos silenciosos/as o muertos/as.
Son estas familias, los Fontbona, los Ponce Lerou, los Paulmann, los Saieh, los Piñera, los Angelini, los Yarur, los Matte, entre otros, quienes controlan los canales de televisión, la prensa, los medios masivos de información. Controlan a los parlamentarios, financiando sus campañas. Controlan al gobierno, poniendo presidentes y ministros para velar por sus intereses. Ellos son los que construyen día a día, una realidad, un país acorde a su medida y nos inoculan el miedo, la ignorancia, la desinformación, la xenofobia, el racismo.
Fueron estas “familias de bien” quienes edificaron el gran oasis del país exitoso que el 18 de octubre, estalló quemando todo a su paso, corriendo el velo de la realidad, hay pobres, cientos de miles por todo el territorio, sin derechos más que el derecho a aumentar las deudas, con vidas pendiendo de una tarjeta de crédito.
Previo al 18 de octubre el oasis estaba enrielado en los caminos del orden. Los parlamentarios aprobaban leyes para depredar los recursos naturales. El gobierno tenía a los revoltosos chilenos a raya con sus fuerzas policiales. El territorio mapuche controlado por destacamentos especiales de policías entrenados en la “jungla” colombiana, que se hacen acompañar de civiles armados, paramilitares, quienes cada día torturan a niños, niñas, adolescentes, mujeres y hombres del pueblo mapuche, encarcelando a sus máximos líderes.
En este contexto, pudieron sacar de una cárcel brasileña al Prisionero Político latinoamericano que ostenta el récord (a los poderosos fascistas, se les hincha el pecho de puro orgullo) de llevar casi 18 años de presidio en condiciones de máxima seguridad, sin el derecho siquiera de ver su propio rostro en un espejo. Se trata del comandante del Frente Patriótico Manuel Rodríguez, Ramiro – Mauricio Hernández Norambuena, quien por estos días cumple un año desde su llegada de las cárceles de Brasil a la Cárcel de Alta Seguridad (CAS) en Chile.
En nuestro país, con este Sistema Judicial obsecuente a los más ricos, Ramiro no tuvo opción a tener un mínimo de justicia. Pasando por alto un acuerdo internacional de abonar los 17 años en Brasil, el juez Mario Carroza le dictó dos condenas de 15 años cada una, considerando que el abono de Brasil sólo comprendió los últimos 12 días que estuvo en un penal de tránsito, mientras esperaba ser prácticamente secuestrado y traído a Chile, para servir de ejemplo a quienes osen levantarse contra el sistema.
Ramiro, Mauricio Hernández Norambuena, a un año de su llegada, sigue aislado en condiciones que el Colegio Médico de Chile consignó cómo “tortura permanente”, sin derechos, con acceso a luz natural dos horas al día en un espacio reducido y con dos guardias las 24 horas hostigándole, sin dejarle descansar, dormir, estudiar. En este contexto, hace poco días fue castigado por increpar a uno de sus guardias, quienes pusieron a todo volumen una radio con música estridente impidiendo su lectura. Su castigo, no tener contacto con su familia, por ningún medio.
Mientras la Pandemia mundial sigue su curso, en Chile, la creativa campaña del “Paso a Paso” para salir del desconfinamiento después de más de tres meses, aumenta las cifras de muertes, con cerca de casi 400 mil contagiades. El otrora “Jaguar latinoamericano”, bulle internamente.
En este rincón de América Latina, el pueblo mapuche avanza sin tregua, con 26 Prisioneros Políticos mapuche en una Huelga de Hambre que está pronta a cumplir los 110 días. Se pide lo mínimo: que se cumpla la ley, que los tribunales de justicia operen ajustados al Derecho; que el gobierno de Sebastián Piñera deje de violar los Derechos Humanos de niñas, niños, adolescentes, mujeres y hombres del pueblo que lucha en dignidad y justicia; que el Estado chileno respete los tratados internacionales que suscribe y ratifica como es el Convenio 169 de la OIT; que exista la voluntad de firmar un documento para que Gendarmería cumpla su rol de reconocer a un pueblo originario y se respete nuestra cosmovisión, la cultura, su espiritualidad, el derecho a existencia y nuestras vidas.
En este rincón de América Latina, cientos de Prisionerxs Políticxs, encarceladxs al fragor de la rebelión del 18 de octubre, no logran acceder a las medidas cautelares que miles de presos comunes han obtenido en el contexto de la pandemia, esperando con arresto domiciliario total, el fallo de sus condenas, y quienes ya tienen condenas en primera instancia, dan cuenta de la parcialidad de la justicia, que deja en libertad torturadores, asesinos y violadores, pero mantiene en las cárceles quienes supuestamente quiebran vidrios, o golpean un torniquete de metro.
En este rincón de América Latina, la derecha fascista sigue apostando al recrudecimiento de la represión. Incluso contienen la pandemia con los militares en las calles, y toques de queda durante las noches.
En tanto, la izquierda llamada progresista, esa Concertación de partidos con ínfulas de Nueva Mayoría, hace sus cálculos con el salvavidas tirado para Sebastián Piñera. La “Convención Constituyente”, ya ha logrado engañar a una parte importante de la población, haciéndoles creer que se trata de una Asamblea Constituyente.
Para poner otro ejemplo del oasis chilensis, hace pocos días el General Director de Carabineros, Mario Rozas, tomó la brillante decisión de rebautizar su Academia de Ciencias Policiales (ACIPOL), con el nombre de Rodolfo Stange, en homenaje a uno de los máximos jefes de la dictadura, ex senador, mismo personaje que el ministro Milton Juica, procesó por su responsabilidad en el caso de los tres profesionales degollados en marzo de 1985, el mismo que se negó a renunciar en 1994. El gesto tuvo que ser revocado por el mismo Rozas, quien nunca pensó que tal detalle causaría un revuelo en quienes han decidido no olvidar, no perdonar y no reconciliarse, mientras este país siga con su impronta de impunidad.
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