En poco más de una década Israel se ha convertido en un exportador de energía. El plan de Netanyahu es convertir a su país en una potencia gasística mundial. Para ello cuenta con los pozos palestinos ya usurpados y con lo que falta por perforar.
Hoy nada indica que Palestina sea un país rico, pero lo es. Lo dejó escrito la Conferencia de Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD) en 2019. Los yacimientos de petróleo y gas natural de la Cuenca del Levante –o Mar Levantino, dentro del Mediterráneo– tienen un valor neto de 453.000 millones de dólares. Esta agencia de la ONU publicó un extenso informe “Los costos económicos de la ocupación israelí para el pueblo palestino: el potencial no aprovechado del petróleo y el gas natural” en el que confirma que los recursos naturales tienen capacidad para beneficiar a la población gazatí, y a Israel, pero que también “fuente de conflictos y violencia adicionales si las partes individuales explotan estos recursos sin tener en cuenta la parte justa de los demás”.
La campaña de exterminio lanzada por Israel el 7 de octubre, en la que, según otra agencia de la ONU, UNRWA, ya han muerto 11.078 personas, indica que el escenario es el segundo. El gas y el petróleo frente a las costas de Gaza son un objetivo estratégico para el Gobierno de Benjamin Netanyahu, que ha apostado por un futuro económico basado en la explotación para consumo propio y la distribución con destino a los países de Europa, del combustible.
Esta semana, una entrevista publicada por el semanario Phemonenal World aportaba un nuevo punto de vista sobre ese factor secundario de la invasión israelí. En ella, el experto en relaciones internacionales israelí Guy Laron, de la Universidad Hebrea de Jerusalén, señalaba un cambio de rumbo en la política económica del Gobierno del Likud. Según Laron, Netanyahu “siempre ha querido convertir a Israel en una economía de recursos y un centro energético”.
Oriente Medio es el punto energético más importante del mundo. En ese área se encuentra casi la mitad de las reservas probadas mundiales de gas y petróleo. La situación de Israel, más si se produce la colonización completa de la Franja, es estratégica como punto de reparto y puede ser definitiva si se explotan las bolsas que quedan bajo el mar.
El objetivo es convertir Israel en un nodo clave para el suministro de combustible fósil, inicialmente a través de gaseoductos conectados al continente desde los yacimientos de Tamar, que tiene reservas de 200 billones de metros cúbicos (bcm) y de Leviatán (600 bcm), descubiertos en 2009 y 2010. Ambos campos pueden cubrir la demanda interna de Israel para el próximo cuarto de siglo y permitirán convertirlo en un exportador a los países del norte del Mediterráneo, a través de buques o de los proyectos de gaseoductos que negocia Netanyahu, que pasarían a través de Chipre.
Israel se ha convertido en un importante productor y exportador de gas durante los últimos cuatro años, duplicando el tamaño de su cadena de valor del gas, según destacaba este mes un informe del Instituto de Estudios Energéticos de Oxford. Extrae más que cualquier país europeo. El 29 de octubre, Israel anunció que había concedido 12 licencias a seis empresas, incluida British Petroleum y la petrolera italiana Eni, para explorar y descubrir campos adicionales de gas natural en alta mar.
El estudio de la UNCTAD, no obstante, reseña que no todo el gas y el petróleo del mar que comparten Gaza, Israel y otros países como Líbano, Egipto y Chipre, ha sido aun descubierto, y que hay una parte importante que aun no ha comenzado a ser explotada.
El bloqueo impuesto sobre la Franja de Gaza desde 2007 ha impedido “cualquier acceso a los yacimientos de gas, y a los miles de millones [de dólares] que representan”. Según las estimaciones de los geólogos, hay sedimentos a profundidades que oscilan entre los mil y seis mil metros que guardan billones de metros cúbicos de gas. La Cuenca del Levante, que baña distintas orillas, es uno de los yacimientos de gas natural más importantes del mundo y aun no se ha establecido la soberanía sobre esas bolsas vírgenes.
Una parte del yacimiento, llamado Gaza Marine, a 17 millas de la costa gazatí y con 30 billones de metros cúbicos (bcm) de gas de calidad óptima, es objeto de deseo por parte del Gobierno de Israel. En 1999, la Autoridad Nacional Palestina (ANP) firmó un contrato con BG Group (BGG), que desde 2015 es propiedad de Shell. Ese acuerdo prometía a la compañía el 90% de los beneficios, mientras que el 10% iba para la ANP. El margen de la explotación de los dos pozos perforados hasta entonces, Marine 1 y Marine 2, iba a incrementarse con el tiempo a favor de la Autoridad Nacional Palestina. No ha sido así.
Desde la intervención militar de Israel en la Franja 2008, sin embargo, los yacimientos pasaron a estar controlados por Israel “sin tener en cuenta el derecho internacional”, reseña la UNCTAD, que también refleja que las negociaciones entre BGG y funcionarios israelíes estaban en curso en octubre de 2008, dos o tres meses antes del comienzo de la operación militar. BG Group pactó repartirse las regalías de entonces con Tel Aviv. El relativamente pequeño volumen de los campos ha sido el motivo, según los expertos israelíes, de que no se avanzase en la explotación.
“En 2018, se cumplieron 18 años desde los estudios de perforación de Marine 1 y Marine 2”, concluye el informe: “Dado que la ANP no ha podido explotar estos campos, las pérdidas acumuladas ascienden a miles de millones de dólares. En consecuencia, al pueblo palestino se le han negado los beneficios de utilizar este recurso natural para financiar el desarrollo socioeconómico y satisfacer sus necesidades de energía durante todo este período”.
Este verano, antes de la ofensiva, el Gobierno israelí anunció la aprobación preliminar para la explotación de los campos Marine, a condición de “preservar la seguridad y las necesidades diplomáticas del Estado de Israel”. En ese momento, los expertos israelíes interpretaron que la autorización era un signo de la mejora de relaciones con Hamás “por ayudarlo a oponerse a los militantes de la Jihad Islámica durante la última ronda de violencia en Gaza en mayo de 2023”. Cinco meses después, la posibilidad de una conquista del territorio palestino amenaza con quedárselo todo.
Potencia mundial
En una década, Israel ha pasado a ser dependiente de las importaciones de energía a convertirse en un productor y exportador regional. Obtiene el 50% de su demanda energética interna con recursos obtenidos por sus compañías, y el gas supone el 44% de su mix. En 2016 inició su expansión hacia la UE, con la firma de un acuerdo energético con la Grecia dirigida por Alexis Tsipras, que ha dado lugar a la firma, el 4 de septiembre de este año, de un entendimiento trilateral que incluye a Chipre, como punto para la distribución de Gas Natural Licuado y es una razón para el empeoramiento de las relaciones con Turquía, uno de los países más críticos con el genocidio de Gaza por parte de Israel.
Desde los campos de Leviatán y Tamar envía miles de millones de metros cúbicos a Egipto y Jordania, si bien el suministro hacia estos países ha quedado interrumpido desde la operación de exterminio comenzada el 7 de octubre. La primera reacción de los mercados gasísticos no han sido propicios para Israel. Las bolsas energéticas de Tel Aviv cayeron un 10% después del comienzo de la masacre. Sin embargo, el panorama interanual es propicio, los portales económicos registran ganancias impresionantes del 42% obtenidas desde comienzo de este año. El lunes 13 de noviembre, un mes y una semana después de la operación de limpieza étnica, la petrolera estadounidense Chevron anunciaba que se había retomado la extracción del campo de gas de Tamar.
Dentro de los Acuerdos de Abraham, auspiciados por Estados Unidos y clave de la ofensiva geopolítica de Israel y del aislamiento de Gaza, el gas ha tenido capítulo propio. En 2021, la agencia israelí Delek Drilling y la energética de Abu Dabi llegaron a un acuerdo para le explotación conjunta de Tamar. Situado en la costa de Ashkelon, el campo dejó de operar el 9 de octubre por los posibles impactos de cohetes lanzados desde Gaza, un riesgo, que, según ha reconocido el propio Gobierno israelí, ha declinado en las últimas semanas. El campo de Leviatán ha seguido funcionando con normalidad desde el 7 de octubre.
En marzo, el propio Netanyahu reconocía en un encuentro con la primera ministra italiana, la neofascista Giorgia Meloni, que Israel quiere “acelerar las exportaciones de gas a Europa a través de Italia”. El contexto de la guerra de Ucrania, que deja a Rusia parcialmente fuera de la ecuación del suministro de gas, y hechos como el posible sabotaje a una tubería de gas entre Finlandia y Estonia —un año y medio después del caso del Nord Steam— alientan las expectativas de Israel de convertirse en un nodo energético.
En la actualidad, Israel ya suministra Gas Natural Licuado a la UE, que importa el 83% de sus necesidades de gas de terceros países. El año pasado, tras la invasión rusa de Ucrania, Israel y Egipto firmaron un acuerdo con la Comisión Europea para el suministro de este combustible.
Para Guy Laron, el objetivo del Likud es convertir el fundamento económico del país, actualmente basado en los servicios y en la industria de alta capacidad, también militar, en una dictadura personalista basada en los beneficios por la explotación, el tránsito y las exportaciones de gas y el complejo industrial. Esto justifica el enfrentamiento abierto que Netanyahu ha sostenido con las clases medias del país, que dieron lugar a los conflictos por el control judicial que han transcurrido en paralelo a los planes de exterminio sobre la Franja.
Hoy, a la vista de las imágenes de la destrucción total de Gaza, es difícil calibrar la riqueza de Palestina. El derecho internacional está de su parte. Los convenios de La Haya y de Ginebra establecen que “Si, como resultado de una acción de guerra, un beligerante ocupa territorio del adversario, no adquiere, por ello, el derecho a disponer de la propiedad en él. (…) La economía del territorio beligerantemente ocupado debe mantenerse intacta”, indican las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU. La historia reciente ya ha dejado a Palestina sin los recursos hídricos necesarios para el abastecimiento de la población, pero, después del agua, la siguiente estación es la conquista del gas natural, tanto el que ya ha usurpado Israel en los yacimientos Marine 1 y Marine 2, como el que aguarda frente a las costas de Gaza.
Como recuerda UNCTAD, las características físicas de los pozos de gas y petróleo las convierten en un patrimonio que no pertenece solo a las generaciones presentes, sino que también son importantes para el futuro de la humanidad: “Son recursos no renovables, cuya explotación reduce lo que está disponible para las generaciones futuras”, certificaba esta agencia.
Fuente: https://www.elsaltodiario.com/palestina/gas-natural-clave-operacion-israel
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