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09 diciembre 2023

«Lo más valioso es tener algo para contar»

Entrevista a la deportista y activista por los derechos de las personas con discapacidad Ludmila Aylen Guidi

Fuentes: Rebelión

El pasado 3 de diciembre se conmemoró el Día Internacional de las Personas con Discapacidad, aprobado en 1992 por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) con el objetivo de promover sus derechos y reclamar por mayor accesibilidad.

Según datos de este organismo, el 15% de la población mundial se encuentra en situación de discapacidad, siendo uno de los colectivos con mayores dificultades para el acceso a la salud, la educación, el empleo, la vivienda, la seguridad social, la accesibilidad, el bienestar y la participación social. La Convención Internacional sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, aprobada en 2006 y firmada por 180 países, asegura el cumplimiento de todos estos derechos, pero incluso en los países donde se ha aprobado (en Argentina tiene rango constitucional desde 2014) no se cumplen muchas de sus resoluciones.

La Agenda 2030 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible establece que “No se debe dejar a nadie atrás”. El incumplimiento de los derechos de las personas con discapacidad no solo perjudica a este colectivo sino a toda la sociedad que se ve privada de los aportes que sus integrantes pueden realizar.

Sobre estos temas conversamos con Ludmila Aylen Guidi, una joven activista argentina por los Derechos Humanos, ex integrante de la Selección Argentina Femenina de Básquet en Silla de Ruedas y estudiante de la carrera de Derecho en la Universidad Nacional de La Plata (UNLP).

Luciano Andrés Valencia: Hola Ludmila y muchas gracias por participar de la entrevista. En la descripción de tu perfil de Instagram, encontramos que integraste la Selección Argentina Femenina de Básquet en Silla de Ruedas, ¿cómo surgió tu interés por el deporte?

Ludmila Aylen Guidi: Antes que nada, debo decirte que agradezco tu interés por mi perfil y sobre todo por los asuntos relacionados a la vida de las Personas con Discapacidad. Debo confesar que me genera algo de nostalgia, recordar esos momentos tan fuertes pero tan cargados de experiencias enriquecedoras y de personas a las que, desde ese momento, considero mi fuente de inspiración y como modelo de lo que deseo llegar a ser o conseguir en mi camino.

Yo tenía una vida bastante limitada antes de cumplir los 13 años de edad. Mi día era bien inspirado en el Modelo Médico Rehabilitador. Nací en el año 2000, así que apenas en ese momento se mostraban avances en cuanto a los movimientos de personas con Discapacidad dentro de la sociedad.

Recuerdo que para lograr llegar hasta donde estoy hoy tuve que pasar (y aún sigo en el proceso) por lo que todavía pasan muchas personas en situación de discapacidad: haber atravesado una rutina muy estructurada y reducida, que se basaba en asistir a la escuela y -de ahí mismo- trasladarme a centros de salud para consultas, tratamientos o intervenciones quirúrgicas (muchas veces invasivas).

También era difícil mantener vínculos de amistad, en parte por no saber qué compartir en mis juntadas y por no poder participar de las actividades comunes de la etapa de la adolescencia debido a la falta de accesibilidad de la mayoría de los espacios de recreación.  

Para acortar un poco mi historia y no irme tanto por las ramas, en cuestiones más específicas de la problemática social con la discapacidad, (disfruto los momentos de reflexión y escribo mucho por eso) procederé a cerrar mi respuesta. Al final resultó tan estresante la rutina y tan poco humana la vida que llevaba que un día,  entre llantos, les dije a mis papás que quería empezar a hacer deporte. Aclaración importante: durante la primaria tuve una profesora de Educación Física que me impulsó a hacer actividad física de acuerdo a mi situación. Ella me invitó a participar de actividades deportivas e incluso me entrenaba para hacerlo de la mejor manera. No recuerdo cómo se llamaba ese evento, pero se hacía detrás del Estadio Único de La Plata y participaban distintos estudiantes con discapacidad de las  escuelas.

Luego de una larga conversación, había logrado convencerlos de buscar un deporte. En ese momento yo decía que quería practicar Tenis (que también se juega en silla de ruedas), pero no había tanta información sobre deportes para personas con Discapacidad en aquel momento y tampoco había tantos deportes accesibles, por lo que termine haciendo natación en un Club de la localidad de Gonnet. Tampoco estaba muy convencida, ya que era a modo recreativo, así que mientras hacía esta actividad seguimos buscando y en un segundo intento, llegamos a conocer el Club Astilleros de Ensenada, donde había un grupo de personas que practicaban Básquet.  Los conocí y me abrieron paso al instante. Ellos eran un grupo de personas adultas que habían conformado el equipo muchos años antes, así que llevaban bastante tiempo compitiendo y practicando este deporte. Además tenían mucha experiencia en cuanto a la vida independiente y en cómo resolver dificultades en lo cotidiano, lo que fue un gran aporte positivo a mi vida. 

Al ser un equipo mixto, me sentí súper contenida siendo adolescente y aprendí muchísimo. Desde lo básico, de como subir  del piso a una silla (en caso de caerme) hasta movilizarme en la calle. Teniendo en cuenta que no sabía hacer nada, aparte de estudiar en el colegio y temas médicos.

Al poco tiempo, un compañero del equipo me invito a probar atletismo y lanzamiento de bala en el Centro Nacional de Alto Rendimiento Deportivo (CENARD). Empiezo a hacer memoria y me llega la imagen de que ese día que fui a probar, era pleno verano y no me sentía preparada para lo que iba a suceder. Yo en ese momento tenía 14 años y aunque estaba emocionada, no tenía la mínima idea del sacrificio que requería el deporte de alto rendimiento.

Al final de recorrer parte de la pista no sentí que fuera para mí ese deporte. Aunque en el equipo técnico tuvieron buena intención, cuando me explicaron todo el proceso y funcionamiento de la movilidad en la pista yo no estaba convencida de querer continuar y tampoco quise ir a probar lanzamiento de bala, que era otra de las prácticas propuestas, por miedo a lesionarme por la postura y el peso que debía lanzar.

 Por casualidades de la vida, ese mismo día la Selección Argentina de Básquet Femenino en Silla de Ruedas ¡ESTABA ENTRENANDO JUSTO EN EL MOMENTO QUE PENSABA IRME! Por supuesto, me puse en campaña para mínimo verlas entrenar y, al instante, se movieron todos quienes me acompañaban para poder verlas.  Obvio dijeron que sí y con toda la emoción allá fui, sin imaginar que sería el comienzo de grandes cambios y una gran transformación personal, siendo adolescente.

En ese mismo momento el Director Técnico se acercó a las gradas a ofrecerme probar una silla y entrenar con las chicas de la Selección. Mi corazón estaba a mil y mis ojos abiertos enormes, brillaban de satisfacción. Aunque todavía desconocía, la parte más dura de entrenar para ese nivel de rendimiento.

LAV: Podemos decir entonces que tu llegada a la selección fue el resultado de una larga búsqueda por varias disciplinas deportivas a fin de conseguir salir de ese Modelo Rehabilitador, que ve a las personas con discapacidad como un “objeto de tratamientos” en lugar de “sujetos con derechos”, para pasar a un Enfoque de Capacidades, que ve las posibilidades y potencialidades de la persona que se encuentra en una situación de discapacidad. El deporte sirvió en este caso como un medio para la emancipación de los viejos paradigmas y el comienzo de la lucha que hoy estás llevando adelante. ¿Qué es lo que vino a continuación?

LAG: Cuando empecé a entrenar en la Selección tenía 14 años. Justo en la mejor  etapa de la adolescencia (risas). Honestamente, en ese momento yo era una joven con una ilusión desmesurada. Claramente, al haber entrado en la Selección a esa edad, con la dependencia que aún tenía, yo creía que por todo el sacrificio de ser deportista de alto rendimiento también habría grandes comodidades o facilidades para el equipo en general. Lo imaginaba como si fuera la Selección de Fútbol (risas).

Aunque realmente me daba igual tener lujos. Yo simplemente disfruté la experiencia lo más que pude, de conocer lo que es entrenar fuerte, tener una rutina y manejar los tiempos. En general, de aprender a vivir la vida y de compartir experiencia con mujeres en situaciones diversas, con grandes objetivos.

A fin de cuentas, con 14 años no sabía que estaba trabajando porque además del disfrute de entrenar, construí vínculos y compartí con personas de diversas edades, así que siempre llevo presente todo lo aprendido. De paso, conocí personas famosas del deporte adaptado, que admiro como profesionales del deporte y guardo las fotos como recuerdo.

Claro que todo lo bueno del deporte se hace difícil de apreciar cuando empieza a ser un trabajo y ocupa la mayor parte de tus días. A medida que te vas superando, se requiere aumentar la exigencia y bueno, yo iba aún al colegio, entonces era muy difícil mantener una mentalidad de aspirar a ser una deportista de alto rendimiento, sin dejar de lado el valor de la educación. 

Tampoco quería dejar de formarme y adquirir conocimientos, ya que es una herramienta importante para comunicar experiencias y expresar opiniones con claridad. Después de todo, lo más valioso es tener algo que contar. No digo que sea imposible coordinar el trabajo con la educación o formación profesional, porque muchas de las grandes deportistas lo han logrado. Pero siempre hay que considerar las necesidades del momento y los proyectos personales, esto lleva inevitablemente a extender el tiempo para cumplir alguno de esos objetivos.

En conclusión, siempre logré cumplir con mis proyectos y objetivos porque me encuentro en constante aprendizaje, tengo múltiples experiencias adquiridas y sigo trabajando en mi camino.

Para entrar un poco más en detalle sobre mi experiencia en el deporte, puedo contarte que he llegado a viajar junto al equipo de la Sub 25 a Sao Pablo (Brasil) para los Para-Panamericanos Juveniles 2017, donde la Selección Argentina de “Las Lobitas” logró ganar el Oro. Durante mi primer año de entrenamiento, mis concentraciones eran junto al equipo de la Selección mayor por ser la más chica. Participé de exhibiciones del deporte en la Universidad Argentina de la Empresa (UADE) y en el Luna Park, junto al equipo.

A nivel personal, el deporte me permitió dar capacitaciones en colegios y universidades. En el Colegio Centenario junto a la ONG CILSA de La Plata, en la Facultad de Periodismo de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) junto a Brenda Sardón y en la Universidad Católica de La Plata (UCALP) en la Jornada de Deportes que se organizó para estudiantes de primer año de la carrera de Fisiatría y Kinesiología exponiendo junto a Lucas Melia.

Años más tarde, a finales del aislamiento por la pandemia, Fundación Comparlante (organización de la que soy parte desde el año 2019) creó un programa llamado Accesibilidad Activa, debido a que todos los Promotores de la organización somos deportistas o lo fuimos en algún momento. Esto fue un canal muy importante, ya que permitió volver a conectar con el deporte adaptado y al mismo tiempo, visibilizar las grandes posibilidades que existen para cualquier persona. Demostrando que no hay límites para lo que una persona desea lograr.

LAV: Quiero felicitarte por tan exitosa trayectoria como deportista de alto rendimiento y cómo esto te permitió desempeñarte en paralelo como conferencista y activista por los derechos de las personas con discapacidad. A esta carrera multifacética debemos sumar que te encuentras estudiando Derecho en la Universidad Nacional de La Plata (UNLP), ¿Cómo fue la decisión de comenzar esta carrera y que aporta a este camino que elegiste seguir?

LAG: Realmente la idea de estudiar Derecho, se fue formando en el camino e incluso fue una decisión casi de último momento, porque estaba indecisa (risas). Soy una persona bastante curiosa y desde pequeña, estoy atenta a características o detalles, que no son tan perceptibles para esta sociedad que va acelerada. Desde muy niña, fui de preguntar mucho y sobre cualquier cosa. Desde temas más comunes (¿por qué el abuelo tiene arrugas? o ¿cómo nacen los bebés?) hasta temas más fuertes (¿por qué tal persona tiene cáncer? o ¿por qué tiene tal característica física diferente al resto?). 

Aclaro que mis cuestionamientos no eran desde una actitud despectiva. Realmente me interesaba el por qué de esas características y también me llamaba la atención como afectan los diversos diagnósticos en las personas, para asimilarlos y poder acompañar a personas cercanas que estuvieran en alguna situación médica complicada o poder transmitir apoyo desde la comunicación. 

De chica, cuando iba a una consulta médica, preguntaba por la situación de algún paciente que conocía en la sala de espera y los médicos, al ver tan despierta mi curiosidad, me contaban sobre el tema, Siempre respetando el cuidado de las personas que atendían y cuidando las formas para explicar, acorde a mi edad.

A los 13 años, habiendo empezado a practicar deporte, surgieron en mí grandes cuestionamientos respecto a la falta de accesibilidad para personas con discapacidad, en los diversos espacios que habitamos como parte de la sociedad. Porque debía movilizarme de la manera más independiente posible en caso de viajar a torneos y concentraciones. Entonces empezaba a darme cuenta las dificultades que se presentan en la vida diaria para una persona con movilidad reducida y para las personas que manejan otras formas de comunicación.

Es ahí donde empiezo a informarme respecto de los derechos de las personas con discapacidad, algunos de los movimientos de personas en situación de discapacidad y los requerimientos que -aún hoy- existen. Cuando apenas iba por el nivel inicial de educación, me consideraba defensora de los Derechos del Niño y discutía con mis padres sobre castigos. Cuando me mandaban a dormir la siesta de pequeña yo discutía que no me podían obligar a hacer algo que no quería como era dormir sin sueño.

En ese momento me di cuenta para donde iba a dedicar mi pasión y empecé a involucrarme fuertemente, con ayuda de mis papás. Por ejemplo, haciendo colecta de tapitas para organizaciones que trabajan para niñeces con cáncer y visitando presencialmente a estas, en sus sedes. Al tiempo, mi abuelo se enteró de mi interés y me contó que él estaba inscripto para recibir las noticias de CILSA La Plata, por lo que le pedí que me compartiera las revistas que tuviera. 

Es aquí, donde empecé a experimentar en  el mundo de la comunicación. Me acerque a las oficinas de CILSA La Plata y charlamos largo rato. En eso les comenté que jugaba al básquet y les pareció importante dar a conocer mi voz, por lo que me convocaban para algunas entrevistas en algunos colegios para hablar de mi experiencia en el deporte.

Así empecé a inclinarme por el lado del Derecho y a fines del 2018 me tocaba inscribirme a la carrera. Hasta la última semana de inscripción, yo no sabía si anotarme  en Psicología (que era un área que también me interesaba) o Derecho, que es a lo que me incliné desde siempre.

Cuando terminé el secundario, CILSA se contactó con una organización llamada Fundación Comparlante (donde soy promotora) y a los pocos meses de comenzar mi carrera, ellos se comunicaron conmigo para transmitir su intención de involucrarme en una posición más activa dentro de la Fundación. A lo que yo accedí y desde mediados del 2019 soy voluntaria como promotora de los  derechos de las personas con discapacidad y de la accesibilidad.

LAV: La verdad es que tu trayectoria es admirable, no solo por todo lo que has hecho si no por la empatía para solidarizarte por las causas más justas. ¿Qué proyectos vienen a continuación?

LAG: Con respecto a “ser empática”, debo decir que no me considero como la Miss Empatía (risas), aunque sí he tenido buenas acciones y me mantuve alineada a mis valores. Entiendo que en la vida no se puede cubrir todo lo que uno quisiera. A mí me encantaría tener un trabajo para ayudar a las personas que están en situación de calle y lo mismo con los animales, pero también tengo que trabajar en defender mis derechos como mujer con discapacidad, hablando de toda persona en situación de vulnerabilidad y es que sin esto, no podría apoyar a otras personas o involucrarme en otros proyectos, ya que es difícil movilizarse 

Ya que ninguno de estos objetivos se encuentra resuelto y es todo una cadena, hay que enfocarse y poner un objetivo como prioridad. En mi caso, como dije antes, formarme, capacitarme y trabajar sobre lo que requerimos las personas con discapacidad para poder desenvolvernos en la vida, lo más seguro y efectivo posible. Seguro que en el camino seguiré equivocándome, pero también que voy a aprender permanentemente y mejorar paso a paso.

Con respecto a nuevos proyectos, en principio finalizar mi carrera y entrar en el ejercicio profesional. Seguir formándome en Derechos Humanos, aprender nuevas herramientas para apoyar desde la comunicación y también el trabajo de campo. Al mismo tiempo, tomar cursos de interés que me permitan adquirir conocimientos para otras áreas de mi vida. Así, con todo lo aprendido poder llegar a más personas, para seguir mejorando paso a paso y con pequeñas acciones 

LAV: ¿Querés decir unas palabras de cierre de la entrevista?

LAG: Para concluir, quisiera recuperar una frase que ya dije en alguno de los mensajes anteriores: “Cualquier persona puede si lo quiere lograr”. Aunque sea largo el proceso, aunque sea difícil conseguir las herramientas y aunque la actitud de otras personas te hagan creer que es imposible, vos seguí. Hacé hasta donde puedas. Si necesitas parar, hacelo pero después da dos pasos más. Nunca es tarde para hacer lo que uno desea.

Gracias por ser tan atento y respetuoso.

LAV: Gracias a vos por esta entrevista en donde salieron temas tan profundos que enriquecen esta lucha por la inclusión y los derechos de todas las personas. Muchos éxitos en los proyectos que emprendas y cuenta con los aportes que podamos realizar.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.



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