En este artículo la autora analiza el papel de los militares en la democracia brasileña.
Es muy bueno que el Gobierno promueva el acto solemne de la Democracia Inquebrantable, a un año del intento de golpe para impedir la asunción presidencial de Luiz Inácio Lula da Silva a su tercer mandato, mientras los responsable -militares y civiles- de la asonada no fueron presos y mucho menos juzgados.
Será un acontecimiento estridente en la forma y pasteurizado en su contenido, según el académico Gilberto Maringoni. Parece haber una operación de cortina de humo para librar a la gente más comprometida. Más de dos mil 250 elementos antimotines serán desplegados el lunes en Brasilia para custodiar los actos oficiales en los cuales se repudiará el intento de golpe de Estado del 8 de enero de 2023.
A pesar del claro cambio de aire en el país, en este primer año, la democracia brasileña no es estable ni segura; sigue amenazada y en permanente vigilia por la supervivencia. Los militares están ganando -por goleada- el campeonato de supervivencia de la democracia, decía hacé unos días Miola. Hasta la fecha, ningún miembro de la jerarquía militar fue procesado ni detenido debido a los acontecimientos del 8 de enero de 2023. Además, lograron colocar a José Múcio Monteiro en el ministerio de Defensa y mantener a la oficialidad conspiradora en actividad.
Al parecer, el acto del 8 de enero pretende conjuramentar una vez más este pacto desde arriba, evitando juzgar las acciones de los comandantes en los últimos años. Despolitizar la acción del gobierno y ceder continuamente a las fuerzas armadas son iniciativas que históricamente no tuvieron resultados positivos para la democracia, recuerda Jeferson Miola.
Bolsonaro e Israel espiaron a la oposición
No extrañó que el director general de la Policía Federal, Andrei Rodrigues, afirmara en la cadena Globonews que el gobierno del ex presidente ultraderechista Jair Bolsonaro (2019-2022) había espiado ilegalmente a 30 mil ciudadanos brasileños considerados opositores, según aseguró; Rodrígues afirmó que la vigilancia ilegal interna se hizo mediante la Agencia Brasileña de Inteligencia y los datos recabados se almacenaron en una nube almacenada en Israel.
El sistema de espionaje es el FirsMile, de la empresa Cognyte, y fue adquirido por el gobierno de Michel Temer (2016-2018) para la intervención federal en la seguridad de Río de Janeiro. Estos datos de miles de ciudadanos brasileños que fueron monitoreados, fueron almacenados en la nube en Israel porque la empresa responsable de esa herramienta es de ese país, indicó el comisario.
El expediente actual se refiere a 2018, con el general Walter Braga Netto como titular, quien luego sería ministro y candidato a vicepresidente de Bolsonaro en las elecciones de 2022. En octubre, la policía federal arrestó a dos ex agentes de inteligencia de Bolsonaro por espionaje, acusándolos de hacer uso indebido del sistema de geolocalización para construir chantajes y evitar su despido.
En tanto, el presidente Luiz Inácio Lula da Silva, atribuyó parte de la responsabilidad de los ataques del 8 de enero de 2023 al Palacio del Planalto al ministro de Defensa, José Múcio, quien en la víspera transmitió un reporte de tranquilidad, a pesar de las protestas que se venían celebrando dos meses antes del virtual golpe ocurrido en la Plaza de los Tres Poderes en Brasilia. Sinceramente, no tuve la información correcta, aseguró Lula en una entrevista para el diario O Globo.
“Tenía datos de que los campamentos se estaban abandonando, pero después me llegó información de que la gente comenzaba a llegar en autobuses. No imaginé que pudiesen invadir”, recordó el mandatario brasileño, quien admitió que durante su toma de posesión surgió el temor de que pudiera pasar una situación grave.
Creo que tuvieron miedo porque había mucha gente, contó Lula, quien aseguró que Bolsonaro, el gobernador de Brasilia, Ibaneis Rocha, y las fuerzas de seguridad de la capital permitieron los actos de violencia el día que él recibió las credenciales como presidente. Aquel 12 de diciembre de 2022, relató, había un pacto con los cuerpos de seguridad. Había incluso policías federales participando. Es decir, aquello no podía pasar si el Estado hubiera querido cumplir su función, señaló.
Los militares han representado históricamente una amenaza para la democracia. Son el principal factor de inestabilidad e inseguridad institucional en Brasil. Cabe lamentar, por lo tanto, que el Congreso, el Gobierno Federal, el Poder Judicial y las instituciones del poder civil desperdicien las circunstancias creadas con el fracaso de los intentos golpistas, que desnudaron el carácter conspirativo de las cúpulas uniformadas y su proyecto de poder estamental, añade Miola.
Los militares no sólo lograron imponer una nueva amnistía tácita para seguir impunes, sino que también recuperaron espacios de poder estratégicos, políticos y administrativos. En la rememoración del 8 de enero, los militares llegan impunes y más fuertes. Y siguen ampliando su influencia y sus recursos de poder, que podrían ser fatales para la supervivencia de la democracia en una futura coyuntura de crisis e inestabilidad política.
Quizá, cuando despierte, Lula vea que los militares siguen ahí…
Juraima Almeida es investigadora brasileña, analista asociada al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE).
Fuente: https://estrategia.la/2024/01/06/brasil-a-un-ano-del-golpe-fallido-los-militares-siguen-alli/
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