Por José Castillo, Resumen Latinoamericano, 15 de febrero de 2024.
Reapareció Cristina Fernández con un extenso documento titulado “Argentina en su tercera crisis de deuda”. Hizo un repaso histórico señalando que el gran problema de los últimos 40 años es el endeudamiento externo. Pero en su texto encubre las responsabilidades del peronismo en este período. No ofrece ninguna salida para enfrentar a Milei y su plan motosierra. Peor aún, justificó la necesidad de una reforma laboral, abrió el debate para que se acepten algunas privatizaciones, justificó la alianza pública-privada y de paso elogió a Trump y defendió al Estado sionista de Israel.
La jefa del kirchnerismo estaba en un mutismo absoluto desde la asunción del gobierno ultraderechista de Milei. Seguramente muchas compañeras y compañeros, viendo la ausencia de los principales referentes del gobierno anterior, piensen “por fin” apareció Cristina. Veamos para qué.
Digamos primero que varios miembros del gabinete de Milei salieron rápidamente a responder por las redes diciendo que era una vergüenza que saliera a hablar, que debía “guardar silencio” u hasta insultos de sus seguidores. Repudiamos esas respuestas de funcionarios que se dedican diariamente a hambrear al pueblo trabajador y a garantizarle sus negocios a los grandes capitalistas y buitres de la deuda. En algunos casos, como el del ministro Luis “Toto” Caputo, con plenas responsabilidades no sólo en el ajuste actual, sino en el que en su momento llevó adelante Mauricio Macri.
Dicho esto, el largo texto de Cristina Fernández está muy lejos de ofrecer una salida favorable que hoy está necesitando el pueblo trabajador para enfrentar el plan motosierra de Milei. Analicémoslo detalladamente.
La deuda externa y sus responsables
La ex vicepresidenta coloca el endeudamiento externo como el responsable principal de los problemas económicos desde 1983 a esta parte. Coincidimos, sin duda. Más aún, durante todo ese tiempo fue la izquierda, muchísimas veces en soledad, la que denunció que el endeudamiento externo es ilegal, ilegítimo y fraudulento desde sus orígenes en la dictadura mediante un genocidio, la cual siguieron pagando todos los gobiernos capitalistas hasta el día de hoy. Deuda que es la causa última de todos los planes de ajuste que vienen sumiendo a nuestro país en la postración.
Cristina pone énfasis en la responsabilidad de la dictadura militar y en la del macrismo, señalando que el radicalismo de Alfonsín “no supo o no pudo” resolver el tema. Pero disimula la responsabilidad en la continuidad y crecimiento del endeudamiento de los gobiernos peronistas, que gobernaron 28 años de los últimos 40 (10 con Menem, dos con Duhalde, 12 con el kirchnerismo y cuatro donde cogobernaron los K con Alberto Fernández y Massa). Con Menem (gobierno que los Kirchner apoyaron plenamente) no sólo se entregó el país con las privatizaciones y se generaron centenares de miles de desocupados, sino que también se siguió pagando la deuda externa, aumentándola en 100.000 millones de dólares.
El kirchnerismo inventó que durante sus gobiernos la Argentina se había “desendeudado”. ¡Mentira! Los números son clarísimos: asumieron con 190.000 millones de deuda externa, pagaron en efectivo a lo largo de 12 años 200.000 millones (número reconocido en su momento por la propia Cristina) y cuando se fueron, en 2015, la deuda había subido a 240.000 millones.
Cristina dice en su texto, citando al ex ministro de Economía de Mauricio Macri, Nicolás Dujovne, que el propio macrismo había reconocido dicho “desendeudamiento”. Efectivamente, coincidieron en la mentira Cristina y Macri. El gobierno del PRO lo hizo para justificar que podía entonces comenzar su propio “ciclo de endeudamiento”, haciendo crecer la deuda en otros 150.000 millones de dólares. Esta mentira de Dujovne dejó de ser utilizada por el propio macrismo cuando, en 2018, al entrar en crisis por no poder cumplir con sus propios vencimientos, giraron 180 grados y empezaron a decir que toda la toma de deuda había sido para pagar “los vencimientos que había dejado el kirchnerismo”. En síntesis, macristas y kirchneristas quedaron enredados en sus propios dobles discursos, acusándose mutuamente de ser los endeudadores, cuando la realidad es que ambos (al igual que todos los gobiernos anteriores) pagaron miles de millones a los usureros internacionales y al FMI, mientras se siguió incrementando exponencialmente el endeudamiento externo.
En el largo recorrido histórico que hace Cristina Fernández en su texto, hay un hecho ausente, el Argentinazo de 2001, esa rebelión popular que obligó a declarar el no pago (default) a fines de ese año de parte sustancial de la deuda externa. Cristina hace silencio porque justamente el no pago arrancado por el pueblo a fines de 2001 fue lo que permitió que la economía se reactivara en los años siguientes, hasta que en 2006 Néstor Kirchner abonó por adelantado casi 10.000 millones de dólares al FMI y realizó el primer canje de deuda. Canje que (al igual que el segundo de 2010) no fueron otra cosa que grandes negociados para los acreedores, a diferencia de lo que sostuvo en su momento el kirchnerismo y que Cristina vuelve a reivindicar en su texto.
Kirchnerismo, menemismo y privatizaciones
Cristina varias veces se refiere a la responsabilidad de “las políticas neoliberales”. Cita directamente a la dictadura militar y al macrismo. Si bien algunas veces incluye “la política de los 90”, se cuida muy bien de hacer una crítica directa al menemismo. El motivo es claro. Néstor Kirchner, entonces gobernador de Santa Cruz, y la propia Cristina, legisladora nacional en esos años, fueron claramente menemistas. Más aún, defendieron a su ministro Domingo Cavallo. Un punto cúlmine de ese apoyo se dio en 1993 con la privatización de YPF. En el texto que ahora publica la ex vicepresidenta, increíblemente, defiende esa privatización, señalando que los problemas recién se produjeron en 1998 cuando se vendió la empresa totalmente a Repsol. Esta afirmación, que a algunas compañeras y compañeros puede parecerles novedosa, no lo es cuando observamos cómo el kirchnerismo, en sus largos 12 años de gobierno, dejó sin tocar la inmensa mayoría de las privatizaciones, y cuando se tuvo que hacer cargo de algunas empresas, fue por virtual “abandono” de sus antiguos dueños privados y las reestatizó lo más parcialmente que pudo (como fue el caso de la propia YPF).
Cristina hace en su texto una amalgama del peronismo del 45 con los años de gobierno kirchnerista diciendo que fueron una continuidad. Nada más alejado de la realidad. Es como juntar agua con aceite. El primer peronismo, con todas sus contradicciones, tuvo una relativa independencia e incluso desarrolló un parcial enfrentamiento al imperialismo yanqui, lo que se expresó en las conquistas sociales del pueblo trabajador, pero también en la nacionalización de la banca, el comercio exterior (creación del IAPI), en la creación de decenas de empresas del estado y en la negativa a ingresar al FMI. En los 12 de años del kirchnerismo, en cambio, bajo un doble discurso “nacional y popular” se le dio continuidad al proceso de semicolonización de la Argentina que se venía profundizando desde la dictadura militar. El peronismo kirchnerista, en lo esencial, sostuvo el proceso de concentración de la economía en manos de los grandes pulpos nacionales y extranjeros. No modificó el esquema de país capitalista agroexportador
y del agronegocio, más allá de los roces que tuvo en 2008. Nunca tocó a los
monopolios exportadores (Cargill, Bunge, Dreyfus, Nidera), pactó con las mineras (Barrick Gold), con Chevron y otras multinacionales del petróleo para Vaca Muerta y jamás reestatizó la energía, los teléfonos o los puertos. Solo obligados por la crisis o la retirada de las multinacionales se hizo cargo de YPF, AYSA, Aerolíneas Argentinas y las AFJP (e incluso en el caso de éstas últimas utilizó sus fondos para pagar deuda externa).
El peronismo avaló el endeudamiento de Macri y pactó con el FMI
Cristina denuncia una vez más la estafa de la deuda del macrismo, incluyendo el escandaloso acuerdo con el FMI. Sin embargo, no dice lo obvio. Todos los componentes del Frente de Todos cuando asumieron en 2019, se comprometieron a pagarla, reconociéndola de hecho y actuaron en consecuencia. Acá está el centro del desastre al que llevó el gobierno de Alberto, Cristina y Massa, que terminó con una gran inflación y desigualdad social, pulverizando los salarios y las jubilaciones mientras se le entregaban miles de millones de dólares a los bonistas privados y al FMI.
Cristina ahora critica un aspecto del canje de deuda con los acreedores privados realizado por el entonces ministro Martín Guzmán en agosto de 2020 (dice que “estuvo bien” pero que no hubo quita de capitales ni rebaja de intereses), pero en su momento lo apoyó plenamente y no dio a conocer (ni ella ni nadie del kirchnerismo) ninguna queja. Las y los diputados kirchneristas, incluido Máximo Kirchner, lo votaron.
Luego la ex vicepresidenta se refiera al acuerdo de Alberto Fernández con el FMI, explicando que no estuvieron de acuerdo. Pero a la vez aprueba como algo correcto no “obstaculizar la acción del gobierno”. O sea, se opusieron como “saludo a la bandera” y permitieron que se firmara ese acuerdo que, como reconoce la propia Cristina, fue el factor central del mega ajuste llevado adelante en los dos últimos años del gobierno del Frente de Todos.
Cristina no llama a enfrentar a Milei, ni a que se deje de pagar la deuda o se rompa con el FMI
Cristina en la parte final de su texto se refiere al nuevo gobierno de Milei. Le critica su liberalismo extremo, señalando que no funciona en ninguna parte del mundo. Pero lo increíble son los ejemplos que decide utilizar para ilustrar esta afirmación. Al hacerlo termina elogiando a Donald Trump y, peor aún, al Estado de Israel, afirmando que el desarrollo de éste se debe a “un Estado fuerte, presente y eficiente”, escondiendo su política colonialista genocida contra el pueblo palestino.
Cristina en ningún momento caracteriza al gobierno de Milei como lo que es, de ultraderecha, y no denuncia su plan de guerra contra el pueblo trabajador, ni mucho menos la feroz política represiva puesta en marcha por la ministra Bullrich. Se da el lujo incluso de aconsejarle que tenga cuidado, no vaya a ser que quede “condicionado” por el macrismo.
Finalmente, enuncia una serie de propuestas. Muchas de ellas son guiños a algunas de las políticas que plantea La Libertad Avanza. Así, por ejemplo, deja abierta la puerta para debatir una la flexibilización laboral (“que brinde respuestas a las nuevas formas de relaciones laborales”). Plantea algún tipo de incorporación de capital privado a las empresas estatales. O incluso señala que “no se debe dejar a los chicos sin clases”, en un virtual ataque contra los trabajadores de la educación y su derecho a huelga.
Contra el plan motosierra el peronismo no es salida, la salida es el Frente de Izquierda
Cristina le dedica largos párrafos a la deuda externa. Pero jamás enuncia la salida más básica y la única posible si se quiere romper con esta trampa mortal: dejar de pagarla. Es lo que desde la izquierda venimos planteando desde hace 40 años. Es lo que dijimos mientras el peronismo kirchnerista nos mentía y decía que ellos “nos estaban desendeudando”. Es lo que planteamos frente a la nueva y fraudulenta deuda del macrismo, mientras el Frente de Todos la reconocía y pagaba. Y es lo que ahora desde Izquierda Socialista y el Frente de Izquierda Unidad seguimos planteando bajo Milei.
En el largo texto de Cristina no figura pelear por algo tan básico como un aumento de emergencia de salarios y jubilaciones. Habla de fuga de capitales e incluso da ejemplos de escándalos de contrabando, pero ni se le cruza por la cabeza que la salida es la nacionalización de la banca y el comercio exterior para combatir “la escasez de dólares”, como varias veces señala. Nuevamente, sólo la izquierda pelea por eso.
Para enfrentar al plan motosierra lo que hay que continuar la pelea que miles, dese distintos sectores ya salieron a dar, reclamando a la CGT y las CTA un nuevo paro nacional y un plan de lucha. Cristina, sabiendo de la influencia que tiene su palabra sobre una parte muy importante de la burocracia sindical peronista, no dice una palabra al respecto. Otra vez, es el reclamo que llevamos adelante desde el sindicalismo combativo y la izquierda.
Cristina rompió su silencio. Pero de sus dichos, como de la propia experiencia del pueblo trabajador con los gobiernos peronistas, se desprende más que nunca la necesidad de fortalecer otra alternativa política, distinta al peronismo, como lo es el Frente de Izquierda Unidad al cual desde Izquierda Socialista llamamos a fortalecer, que postula como salida de fondo que gobiernen los trabajadores y la izquierda, en el camino a una Argentina Socialista con democracia para el pueblo trabajador.
FUENTE: Izquierda Socialista
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