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04 febrero 2024

Irán. 45 años del triunfo de la Revolución Islámica de Irán (Parte I)













Por Pablo Jofré Leal. Resumen Medio Oriente, 04 de febrero de 2024.

Suelo traer al presente en estas fechas, ad-portas de la conmemoración del triunfo de la Revolución Islámica de Irán, dos conceptos que son esenciales para entender a Irán y su decisión de apoyo a causas regionales y mundiales: soberanía y dignidad, que además se entienden función de un concepto también fundamental como es el de resistencia.

Esto explica parte importante de la irrupción de Irán en la arena internacional bajo un modelo político, económico y social que ha marcado en estos 45 años un camino alternativo a lo que ha sido la clásica política internacional, dividida en bloques y alianzas donde el concepto preponderante fue lo bipolar entre los años 1945 a 1990, el denominado Nuevo Orden Mundial entre la caída de la ex Unión Soviética hasta el año 2011, que marca un punto de inflexión fundamental en la política internacional como ha sido el despertar islámico, el fortalecimiento del eje de la resistencia y la consolidación de una política multilateral donde la República Popular China, la federación rusa junto al propio Irán, que representan un nuevo referente.

Es por ello en la conmemoración de los 45 años del triunfo de la Revolución Islámica de Irán hace indispensable reflotar lo que hace algún tiempo denominé el imperativo de revisar apuntes, notas, opiniones y artículos escritos respecto a esa victoria de las fuerzas que derrocaron a la Dinastía de los Pahlavi en ese febrero del año 1979. Y, que en la llamada década del alba mostró todo el potencial revolucionario de una sociedad, que consolidaría su triunfo bajo la guía del Imam Jomeini. La consagración del proceso revolucionario iraní marca así un punto de inflexión histórico, no sólo para Asia Central, el Cáucaso Sur y Asia occidental, sino que el inicio de lo que constatamos hoy, como una fuerza de enorme influencia en el campo de la resistencia mundial.

Un punto de no retorno a lo que ha sido la conducta de aquellas potencias hegemónicas, que sólo ven a los países y sus sociedades como meros lacayos. Aliados incondicionales en ciertos casos, pero no en una relación equitativa, sino de sometimiento a políticas, que en la mayoría de las ocasiones significa la opresión de sus propios pueblos y con aquellos regímenes más serviles y testaferros, como es el caso del sionismo y la casa al Saud, puntas de lanza en la agresión contra aquellos que no están dispuestos a ser avasallados. La Revolución Islámica de Irán surge desde un país, ubicado en el seno de una región milenaria, cruce de culturas, cuna de la agricultura, la escritura, de civilizaciones cuya impronta aún perdura. Una región de enorme importancia geopolítica, con riquezas descomunales en materia de petróleo, gas y minerales de gran demanda para la industria mundial. 

Una zona, cruce de oleoductos, gasoductos, que llevan su preciada riqueza a través de miles de kilómetros de tuberías, en todas las direcciones, como también transportadas en ferrocarriles, buques tanques hacia puertos secos y/o marítimos, atravesando el Mar Caspio, el Mar Negro y el Mediterráneo, para su comercialización en Asia y Europa, principalmente. Una Revolución Islámica que se desarrolla en el centro estratégico de un continente con grandes organizaciones como es la de Cooperación de Shanghái y otros más ambiciosos y multimillonarios como es la Nueva Ruta de la Seda.  Proyectos de envergadura mundial, que se han ido escenificando y concretando a medida que se constata, que es posible prescindir del pesado lastre que significa ser socio, al final de la cadena, de Estados Unidos y la Unión Europea. 

Traigo a estas páginas, lo que el comandante en jefe del Ejército de Irán, el general de división Seyed Abdolrahim Musavi señaló a propósito de un nuevo aniversario la revolución que, “La Revolución Islámica […] desafió el sistema bipolar del comunismo-liberalismo que gobernaba el mundo y resonó la promesa de libertad e independencia en los oídos de la gran nación de Irán, las naciones musulmanas y los oprimidos de mundo” (1) En la misma línea sostengo, permanentemente, y así lo expresé en febrero del 2021, un mes después del asesinato del teniente general Qasem Soleimani que existe un consenso absoluto, desde el bando de amigos como también enemigos de la Revolución islámica de Irán, que esta se ha constituido en uno de los sucesos históricos más relevantes del siglo XX, que tras más de cuatro décadas, sigue signando la política internacional. Una revolución islámica masiva, popular, convocante muy distinta a cualquier otra revolución que haya tenido nuestro planeta. Una revolución triunfante bajo un liderazgo potente, reconocido y respetado como fue el del Imam Jomeini.

La revolución islámica es un movimiento que cambió la correlación de fuerzas en Asia Occidental, que sacó a la nación persa del dominio estadounidense situándolo como estandarte en la historia de lucha de la resistencia. Una Revolución, digna representante de aquellas manifestaciones propias del espíritu revolucionario del pueblo iraní, donde los conceptos de independencia y justicia son visibles: el movimiento tabacalero de fines del siglo XIX. El movimiento constitucional – en la primera década del siglo XX – y el movimiento para nacionalizar la industria petrolera, que significó la presencia de servicios de inteligencia occidentales al servicio de los poderes proccidentales opuestos a que Irán se hiciera dueño de sus riquezas naturales. Estados Unidos y sus servicios de inteligencia, como la CIA hicieron de Irán un campo de prueba, para derrocar gobiernos que no seguían su predicamento. Como sucedió, efectivamente el año 1953 cuando los servicios de inteligencia angloestadounidenses propiciaron el derrocamiento del gobierno iraní. 

Recordemos que el año 1951 se elige primer ministro de Irán a Mohamed Mosadeq, quien intentó en agosto del año 1953 nacionalizar la industria petrolera. Ese mismo mes, el Shah firma un decreto por el cual destituye a Mossadeq, bajo órdenes de Washington, decisión resistida por la población obligando a Mohammad Reza a huir con destino a Roma. En el transcurso de este proceso el jefe de la CIA, Allan Dulles arriba a la capital italiana, para coordinar las acciones que condujeron al derrocamiento de Mossadeq. El Shah, bajo la guía de la CIA retorna a Irán y comienza a desarrollar una política de profunda represión. Apoyado en esto por la policía secreta fundada el año 1957 la SAVAK – Sazeman-e Ettela’at va Amniyat-e Keshvar – Organización de Inteligencia y Seguridad Nacional) cuyos fundamentos, entrenamiento y dirección estuvieron en manos de la CIA y el MI6 británico en la llamada Operación Ajax.

Desestabilización, golpismo, derrocamiento de un gobierno legítimo, consolidación de una Monarquía nefasta, fueron los resultados de la acción angloestadounidense en virtud de objetivos de usurpación de las riquezas iraníes y al mismo tiempo ejercer un dominio hegemónico que terminaría definitivamente el año 1979. La revolución del año 1979 estableció un cambio radical a lo mencionado precedentemente y ello permitiría a los iraníes ejercer la plena soberanía sobre su país, en todos los ámbitos de su vida y en el marco de una república islámica, lo que la hace totalmente diferente a cualquiera otra que se haya dado hasta entonces. Una revolución única y distinguible. Y eso influyó claramente en el concierto internacional: pues implicó desprenderse del tutelaje estadounidense y británico. Centrarse en la defensa de su soberanía, pero sin olvidar la defensa de otros pueblos, como el palestino, por ejemplo. Es, por tanto, una revolución diferente, novedosa, con la clara evidencia que ya no se contaría con la nación persa para agredir a los pueblos de la región, ni para someterse a los apetitos comerciales de empresas energéticas transnacionales, ni ser parte de bandos ideológicos que se disputan el control del planeta como se concretaba bajo la monarquía Pahlavi, que situó a Irán como el portaviones terrestre del dominio norteamericano en esa parte del mundo.

La Revolución Islámica de Irán se hay constituido en estos 45 años, con su influencia referencial, en apoyo efectivo y fundamental al mundo de la resistencia, conformando de los sucesos históricos más relevantes del siglo XX y que al cabo de casi medio siglo sigue signando la política internacional. Una revolución que logró alterar el sistema global bipolar surgido de las cenizas de la segunda guerra mundial. Una revolución triunfante bajo un liderazgo potente, reconocido y respetado como fue el del Imam Jomeini. Un movimiento que cambio la correlación de fuerzas hasta entonces imperante en la zona de Asia occidental y central. En el análisis comparado la revolución islámica de Irán es un proceso original, distinto a esas revoluciones en base al llamado foco guerrillero latinoamericano, movimientos de liberación nacional como en Argelia o países africanos y asiáticos sometidos al colonialismo. Una Revolución, digna representante de aquellas manifestaciones propias del espíritu revolucionario del pueblo iraní, donde los conceptos de independencia, soberanía y dignidad se han impuesto por derecho propio.

Fuente: HispanTV



https://www.resumenlatinoamericano.org/2024/02/04/iran-45-anos-del-triunfo-de-la-revolucion-islamica-de-iran-parte-i/


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