GILBERTO LÓPEZ Y RIVAS
Israel se constituye, durante estos 79 años, en un régimen colonial que impone el terrorismo de Estado, expresión del neofascismo contemporáneo
El 15 de mayo pasado, millones de personas salieron a las calles de numerosas ciudades de todo el orbe, México incluido, con motivo de rememorar los 76 años del inicio de la Nakba o catástrofe palestina, esto es, la ocupación colonial de su territorio, la desposesión, la limpieza étnica y el desplazamiento forzado que este violento proceso de conquista conllevó.
En las manifestaciones se expresó el repudio generalizado al genocidio (etimológicamente de la raíz griega genos, raza, pueblo, y el vocablo latino cide, matar), que el Estado sionista de Israel perpetra contra la población en todos los territorios ocupados, pero particularmente en la llamada franja de Gaza y Cisjordania, donde actualmente se concentran y potencian otras graves violaciones del derecho internacional humanitario que rige conflictos bélicos y refiere a crímenes de guerra, matanzas deliberadas y tratos inhumanos, ataques premeditados y sistemáticos contra civiles no beligerantes, así como otros actos y acciones criminales de lesa humanidad que atentan contra su integridad física y salud mental.
Es un hecho: el régimen sionista inflige deliberadamente al pueblo palestino condiciones de vida calculadas para provocar su destrucción total o parcial, medidas destinadas a prevenir los nacimientos y, en consecuencia, incurre en violaciones de la mayor gravedad en el derecho internacional.
Como se asienta en la singular exhibición itinerante ¡Ya Basta: alto al genocidio en Gaza!, “el ‘Estado israelí’ se construyó utilizando métodos colonialistas puros, que incluyeron la destrucción de ciudades y hogares palestinos, el desplazamiento de población nativa y actos de violencia, como asesinatos y violaciones; este periodo, conocido como la Nakba (catástrofe), ocurrió entre 1947 y 1949. En Cisjordania y la Franja de Gaza, el sionismo adoptó el enfoque de las colonias de plantaciones, destruyendo la economía palestina, utilizando mano de obra palestina para los asentamientos, confiscando tierras y ampliando los asentamientos… El sionismo es un proyecto colonial que plantea un lema sobre Palestina que dice: tierra sin pueblo para pueblo sin tierra.”
Este horror cotidiano que la humanidad atestigua en tiempo real ha ocasionado, a los 167 días de agresión de las fuerzas armadas de Israel y sus grupos paramilitares de colonos, 34 mil 900 asesinados y 78 mil 500 heridos, entre los cuales se cuentan 15 mil menores, 9 mil 200 mujeres, más de mil adultos mayores, 144 periodistas y un número indeterminado de personal médico, docentes, intelectuales, así como cooperantes y trabajadores de la ONU y de otras organizaciones humanitarias.
Paralelamente, el desplazamiento forzado afecta ya a 80 por ciento de la población, con 60 por ciento de las viviendas destruidas, el sistema hospitalario colapsado con 18 sanatorios fuera de servicio, al igual que no hay acceso al agua potable, ni se cuentan con los mínimos servicios sanitarios, creciendo la hambruna y las muertes por deshidratación, siendo los infantes los más afectados por la desnutrición.
Sorpresivamente, las protestas llegaron al corazón mismo del imperio estadounidense, con innumerables universidades en las que se manifestó el apoyo al pueblo palestino y el repudio al respaldo incondicional al Estado sionista de Israel por parte de Washington, instalándose campamentos en los campus, verdaderas comunas de pensamiento crítico y vida colectiva, que fueron brutalmente reprimidos por la policía y bandas de matones sionistas, con cientos de detenidos y heridos.
Estos sectores estudiantiles y de un profesorado irreductible demostraron que la semilla de la rebeldía y la concientización social crece aún en las condiciones más adversas. Mucho valor se requiere para alzar la voz, sabiendo que las autoridades universitarias actuarán sin piedad contra quienes rompen con los cánones establecidos de una academia al servicio del poder imperialista y copartícipe activo en las guerras neocoloniales y en los esfuerzos por imponer el terrorismo global de Estado, expuesto en el libro Estudiando la contrainsurgencia de EEUU: manuales, mentalidades y uso de la antropología (https://lahaine.org/fV9v).
El régimen sionista de Israel juega un papel muy importante en el negocio de la guerra contra los pueblos, como uno de los grandes vendedores de armamento, suministrador de sofisticados sistemas de vigilancia masiva, como el software Pegasus y asesoramiento de las fuerzas represivas de los estados subalternos en el ámbito mundial.
Así, Israel no sólo incumple el ordenamiento jurídico internacional en los territorios de Palestina ocupada, sino que también se constituye, durante estos 79 años, en un régimen colonial que impone el terrorismo de Estado, expresión del neofascismo contemporáneo.
La Jornada
https://www.lahaine.org/mundo.php/palestina-genocidio-crimenes-de-guerra
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