El periodista lleva más de dos años en prisión preventiva en Polonia, después de ser detenido cuando se dirigía a cubrir la crisis de refugiados en la frontera con Ucrania. A día de hoy se desconocen los cargos específicos contra su persona.
Este martes Julian Assange conseguía la libertad, tras cinco años detenido en una prisión de máxima seguridad de Belmarsh (Londres). El periodista y fundador de WikiLeaks ha tenido que reconocer que vulneró la ley de espionaje de Estados Unidos por sacar a la luz crímenes de guerra cometidos durante la invasión de Irak y de Afganistán. En otra punta de Europa, el periodista Pablo González permanece en prisión preventiva sine die tras ser detenido en febrero de 2022 cuando iba a cubrir la situación de los refugiados que escapaban de la guerra de Ucrania.
Mientras la familia y el equipo de defensa de González aseguran que las autoridades polacas no han precisado los detalles que justificarían dicha detención, más allá de una vaga acusación de espionaje, un centenar de periodistas se han concentrado este miércoles en el Consultado de Polonia para pedir su libertad. Una convocatoria que ha pretendido hacer entrega por registro de un comunicado respaldado por diez entidades: la Federación de Asociaciones de Periodistas de España (FAPE), Periodistas de Comisiones Obreras, la Federación de Sindicatos de Periodistas, la Agrupación de Periodistas de UGT, la Red de Colegios Profesionales de Periodistas, el Colegio Profesional y Asociación de Periodistas Vascos, el sindicato ELA Periodistas, la Federación Internacional de Periodistas, la Federación Europea de Periodistas y Reporteros Sin Fronteras.
«Durante el primer período del encarcelamiento, los abogados de Pablo González no pudieron tener acceso a los detalles precisos en los que se basaría la acusación. Ha pasado la mayor parte de su encarcelamiento en condiciones de aislamiento, con apenas una hora de salida al patio y grandes limitaciones a la hora de recibir correspondencia. Casi todo el tiempo ha estado solo en su celda, como si fuera un preso peligroso“, expresan en un comunicado que el Consultado de Polonia se ha negado a recoger. Los periodistas allí presentes denuncian que ”no nos han querido ni abrir la puerta» pero harán llegar sus demandas por burofax a lo largo del día, tras meter una copia en el buzón.
Mutismo y opacidad
La mujer de González, Oihana Goiriena, que reside en Euskadi, solo ha podido visitarle en tres ocasiones, sus hijos aún no lo han podido hacer. Este martes ha participado en la convocatoria de las agrupaciones de periodistas. La doble nacionalidad de Pablo, quien nació en Moscú, es el único indicio que barajan pudiera hacer saltar los resortes de las autoridades polacas para proceder a su detención.
Las entidades denuncian una “opacidad predominante” sobre el caso, con apenas unas preguntas parlamentarias, y también un gran silencio desde el Gobierno. “El ministro de Asuntos Exteriores de España salió del casi mutismo total sobre el caso y dijo tibiamente ante el Congreso de los Diputados que había reclamado al nuevo gobierno de Polonia ”un juicio oral, contradictorio y público lo antes posible“, sin que hasta el día de la fecha se haya celebrado tal vista judicial”, se lee en el comunicado que reclama a las autoridades polacas tanto la liberación inmediata de Pablo González, como la máxima transparencia en el proceso y al Gobierno español “que mantenga una actitud mucho más decidida ante el gobierno de Polonia”.
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