Por Enric Bonet | 24/08/2024 | Europa
Fuentes: El Salto [Imagen: Byron Maher]
Tras años de constantes cambios de propietarios y ante la amenaza del cierre, los trabajadores se hacen con el control de la conocida cristalería francesa.
Los famosos vasos y platos de Duralex los produce desde hace unas semanas una cooperativa. Los trabajadores de la mítica cristalería francesa se hicieron con el control del grupo tras la decisión judicial del 26 de julio de convertirla en una sociedad cooperativa y participativa (Scop). Sus empleados, y ahora también accionistas, confían en que esta conversión ponga punto final a los problemas económicos, así como los constantes cambios de propietarios en los últimos años. Y sirva como modelo ante la amenaza de la desindustrialización.
La mayoría de los 227 asalariados de esta fábrica en Chapelle-Saint-Mesmin respiran aliviados después de la sentencia del Tribunal de Orléans, en el centro de Francia. “El proyecto de cooperativa no comporta ningún daño social. También servirá para aumentar los sueldos cuando lo permitan los beneficios”, explica a El Salto Suliman el Moussaoui, delegado general del sindicado CFDT en Duralex y uno de los impulsores de la conversión de la empresa en Scop.
Cuando el anterior propietario declaró Duralex en concurso de acreedores, se interesaron por ella dos pequeñas empresas del sector del vidrio. Una de ellas quería suprimir unos 50 puestos de trabajo, mientras que la otra, cerca de un centenar. Esos recortes acabaron de convencer al director general para sumarse al tren de la cooperativa, respaldado por la mayoría de los trabajadores.
“En una de esas reuniones, uno de los posibles compradores le dijo que tenían que bajar el sueldo a las envasadoras, ya que efectuaban un trabajo sencillo y debían pagarlas con el salario mínimo. Esas palabras marcaron al director general y empezamos a preparar el proyecto de Scop”, recuerda El Moussaoui, quien trabaja desde hace 17 años en la planta.
Los beneficios “irán al bolsillo de los asalariados”
Sus empleados confían en que la transformación en cooperativa suponga un punto de inflexión a la declinante trayectoria de los últimos años. Tanto en 2017 como en 2020 la empresa hizo frente a procesos de liquidación judicial. Hace cuatro años la había adquirido el grupo propietario de la marca Pyrex, que no logró catapultarla. La planta prácticamente dejó de funcionar durante cinco meses en el otoño e invierno de 2022 a causa de la crisis energética. A eso se le sumaron las dificultades del sector de la cristalería en Francia, donde las ventas disminuyeron un 19% en 2023 respecto al año anterior.
Pese haber recibido una ayuda de 15 millones de euros por parte del Estado francés, Duralex cerró el ejercicio del año pasado con una cifra de negocios de 24,6 millones, es decir, 6,4 millones menos que el año anterior. Sufrió unas pérdidas de 12 millones. “Aunque tuviéramos una cifra de negocios más que correcta, cada año los accionistas se llevaban siete millones. Ahora este dinero servirá para invertirlo o irá al bolsillo de los asalariados”, asegura El Moussaoui. Este conductor de maquinaria recuerda el hartazgo de los trabajadores con los distintos propietarios: “Nos hacían bellas promesas, pero luego dejaban la fábrica medio abandonada”.
Apoyo de los trabajadores y las autoridades locales
El Tribunal de Orléans se decantó por la conversión en cooperativa gracias al apoyo de las autoridades locales. La región Centro-Val de Loire, dirigida por el Partido Socialista, dio un préstamo de un millón de euros y contribuyó a la recapitalización del grupo, mientras que el Ayuntamiento de Orléans, en manos de la derecha republicana, adquirió por unos cinco millones los terrenos de la planta. Los alquilará a la Scop hasta que pueda adquirirlos. “Se habla mucho de relocalizar y hacer venir las empresas al territorio, pero antes debemos mantener aquellas que ya están aquí”, dijo el socialista François Bonneau, presidente del Ejecutivo regional.
Según la economista Maryline Filippi, experta en la economía social y solidaria, las cooperativas “suelen caracterizarse por durar más tiempo que las empresas convencionales y por despedir mucho menos a sus trabajadores”. Esto hace que sean un modelo interesante para las autoridades locales, sobre todo en aquellos territorios afectados por la desindustrialización. “Cuando grupos conocidos mundialmente como Duralex apuestan por este modelo, esto significa que la economía puede desarrollarse de otra manera”, añade esta profesora en la Universidad de Burdeos y la AgroParis Tech.
De los 227 empleados, unos 140 de ellos ya se han convertido en propietarios del capital de la cooperativa. Cada uno de ellos invirtió unos 500 euros —algunos pusieron más dinero— en la compra de acciones. “Hemos propuesto varias soluciones, como pagar en varios plazos o que esa cantidad proceda de la decimotercera paga o de la prima veraniega”, explica Vasco da Silva, secretario del comité social.
A partir de ahora, todos estos trabajadores-accionistas podrán elegir el consejo de administración y la hoja de ruta. “Hemos acordado con la dirección que actúe de manera transparente, porque hasta ahora los propietarios hacían operaciones de tesorería y maquillaban los resultados”, explica Da Silva. Para este operario de uno de los hornos, esta democratización de la vida empresarial tiene una ventaja evidente: los trabajadores determinarán las necesidades y las inversiones. “Como en los últimos años dirigieron la fábrica a distancia, solían invertir allí dónde no hacía falta y no daban dinero donde lo necesitábamos”, sostiene.
Modelo poco habitual en industrias pesadas
Gracias a esta democratización y el haber evitado despidos, la mayoría de los trabajadores respaldaron la apuesta por la cooperativa. No obstante, unos 80 de ellos prefirieron no invertir en ella. “Cuando vean que los beneficios se distribuyen entre los socios del proyecto, seguro que querrán beneficiarse de esa repartición del pastel”, afirma El Moussaoui, de la CFDT, sindicato mayoritario en la empresa y claramente favorable a la cooperativa.
En cambio, la CGT se mostró mucho más reticente. “Me parece que la presentación de la Scop ante el Tribunal de Comercio fue demasiado política. No confío en ellos (las autoridades locales) para el futuro de Duralex”, criticó François Dufranne, delegado de ese sindicato, en declaraciones a la prensa durante el juicio del 26 de julio. Este sindicalista prefería que hubiera recuperado la fábrica otra empresa tradicional del sector del vidrio. Una apuesta parecida hizo el Gobierno de Emmanuel Macron, quien dio muchas más facilidades a ese posible comprador que al proyecto de cooperativa, acogido con frialdad por el Ejecutivo central.
El cambio de modelo de la famosa cristalería ha repercutido en el debate político en Francia. Lucie Castets, la dirigente propuesta como posible primera ministra por la alianza progresista del Nuevo Frente Popular, hizo uno de sus primeros desplazamientos en esa fábrica. Otros políticos y simpatizantes de izquierdas expresaron, asimismo, su simpatía por el proyecto en las redes sociales. Desde finales de julio, según El Moussaoui, “han aumentado hasta un 300% los pedidos en nuestra página web” y “hemos recibido un gran apoyo por parte del pueblo español en las redes sociales”.
Francia cuenta con 2.635 cooperativas, en que trabajan unas 60.000 personas. Aunque representa un porcentaje muy pequeño de los 21 millones de asalariados del sector privado, la economía social y solidaria va creciendo. Está presente en el mundo de los supermercados, finanzas y de los medios —por ejemplo, con la revista Alternatives Économiques—, pero este tipo de funcionamiento resulta bastante menos habitual en industrias pesadas como la fábrica de Duralex.
“Esperamos seguir funcionando dentro de 30 o 40 años y así mostrar que el cooperativismo funciona”, destaca Da Silva, quien espera que la nueva Duralex se erija en una alternativa a la desindustrialización, a menudo facilitada por la codicia de los accionistas. Para lograr ese objetivo, la cooperativa cuenta con un aliado evidente: la disminución de los precios de la electricidad —actualmente la mitad en comparación con la crisis energética de hace dos años—. Es un contexto propicio para demostrar que otro modelo es posible.
Fuente: https://www.elsaltodiario.com/industria/duralex-se-convierte-una-cooperativa-aspira-ser-un-modelo-desindustrializacion
https://rebelion.org/duralex-se-convierte-en-una-cooperativa-y-aspira-a-ser-un-modelo-ante-la-desindustrializacion/
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