Traducido del neerlandés para Rebelión por Sven Magnus
Nada de lo ocurrido antes, durante y después de las elecciones presidenciales de Venezuela fue casual ni cayó del cielo. Todo estaba preparado a la perfección y fue un magnífico ejemplo de guerra electoral. ¿Sigue siendo posible la democracia soberana en tales
circunstancias?
Para entender lo que está ocurriendo en Venezuela en las últimas semanas hay que darse cuenta de dos cosas: una, que esas elecciones presidenciales tuvieron lugar en el «patio trasero» de Estados Unidos y dos, que el país sigue un rumbo izquierdista.
Todos los países de la región que han adoptado este rumbo izquierdista en los últimos 20 años se han enfrentado a intentos de desestabilización y cambio de régimen que iban desde golpes militares, batallas jurídicas (1) y golpes institucionales (2) hasta intentos de revoluciones de colores (3). Véase en el anexo del artículo un resumen de esos intentos.
Guerra híbrida
Venezuela no es una excepción, todo lo contrario. Venezuela está en la mira del Occidente, más que ningún otro país de la región por ser pionera en la construcción de un mundo multipolar en el que Occidente ya no puede afirmar su superioridad. Desde que Chávez fue elegido presidente en 1999, el imperio ha hecho todo lo posible por sabotear este experimento izquierdista.
Hubo, entre otras cosas, dos golpes de Estado, un intento de asesinato del presidente, provocaciones militares a través de la ayuda al desarrollo, mortíferos bloqueos callejeros, un bloqueo por parte de los patrones del petróleo (4), aislamiento diplomático, acaparamiento de bienes esenciales para crear escasez, fuertes sanciones económicas, congelación de activos extranjeros e imposibilidad de realizar transacciones financieras.
Cuando pensamos en la guerra, inmediatamente pensamos en bombas y misiles. Pero en Venezuela, la guerra se libra de otra manera. Todas las agresiones enumeradas contra el país son ejemplos de lo que se denomina una guerra híbrida (5). Cada una de estas estrategias aplicadas fue trazada o financiada desde Estados Unidos.
Los acontecimientos de las últimas semanas en Venezuela tras las elecciones presidenciales encajan perfectamente en ese cuadro y se pueden describir como guerra electoral.
Guion preciso
Nada de lo que ocurrió antes, durante y después de las elecciones fue casual ni cayó del cielo. Todo estaba bien pensado. De hecho, la oposición de extrema derecha había anunciado con antelación lo que estaba a punto de ocurrir .
Unas semanas antes de las elecciones el candidato de la oposición de extrema derecha Edmundo González había anunciado, al igual que Trump en Estados Unidos en 2020, que no aceptaría los resultados si perdía. En el pasado esto provocó disturbios y los infames cortes de carretera (“guarimbas”) en Venezuela. Una vez más, estaba escrito en las estrellas que esto volvería a suceder.
Las maniobras de la oposición de extrema derecha siguieron un guion cuidadosamente preparado. Sus partes principales incluso fueron publicadas previamente por Mark Feierstein, experto en guerra psicológica y desinformación. Este hombre fue también una figura clave en la guerra sucia contra Nicaragua en la década de 1980 y en el golpe de Estado contra el presidente Fernando Lugo en Paraguay.
Enumeramos los elementos clave de su guion.
1. Utilizar hábilmente las sanciones económicas (6). Según Feierstein, las devastadoras sanciones económicas son una palanca para forzar concesiones del gobierno izquierdista. Además, las sanciones son una excelente herramienta de chantaje electoral: un voto de izquierda mantiene las sanciones, un voto de derechas las hace desaparecer. Es una estrategia que se utilizó con éxito en las elecciones nicaragüenses de 1990 (7).
En cualquier caso, las sanciones han tenido un efecto devastador en la economía y las condiciones de vida. Han agotado a la población venezolana y parte de esta espera y desea que Washington cese su estrangulamiento económico cuando Maduro deje de ser presidente.
2. Unir a la oposición espoleada por Estados Unidos (8). La oposición estaba muy dividida en el pasado, lo que le daba pocas posibilidades contra Maduro y antes, contra Chávez. Esta vez Washington ha hecho todo lo posible para unir a la oposición y ha tenido un éxito razonable.
La influencia de Washington es innegable. En el pasado el presidente Bush Jr. recibió personalmente en la Casa Blanca a la actual candidata opositora, Maria Corina Machado, y dos días después de las elecciones se celebró una reunión entre la oposición de extrema derecha y un alto asesor de Biden para trazar la estrategia para un futuro próximo.
3. Infiltrarse y presionar al Consejo Nacional Electoral (CNE) (9). El Consejo Nacional Electoral, que organiza las elecciones y es responsable de los resultados, es un organismo independiente que no depende del Gobierno, sino del Parlamento. Feierstein sugiere infiltrarse en el Consejo y también pide a los países de la región que presionen al CNE.
4. La oposición debe presentar sus propios resultados antes de que la junta electoral anuncie los resultados oficiales (10). En el punto 8 describimos cómo las encuestas manipuladas y los sondeos a pie de urna falsos pretendían inculcar de antemano al pueblo venezolano y al mundo exterior que la oposición iba a ganar de todos modos y que si Maduro ganaba, los resultados oficiales serían el resultado de un fraude.
Sin afirmarlo explícitamente, Feierstein indica que lo mejor es que esas encuestas y los sondeos a pie de urna sean corroborados por los llamados «recuentos de la propia oposición», lo que les confiere un carácter casi oficial. Para ello era necesario retrasar los resultados oficiales. Hubo un ciberataque masivo (punto 9). Además, también había que publicar los resultados «propios», lo que requería un sitio web propio (punto 10).
5. Llamamiento a los países de la región (11). Feierstein es muy consciente de que Estados Unidos no es el país más adecuado para influir en los militares y en el Consejo Nacional Electoral, los dos actores fundamentales en el escrutinio. Incluso hay sectores de la derecha venezolana que consideran delicada la injerencia directa de Washington y que tampoco sería beneficiosa la de otras partes del mundo.
Por lo tanto, es mejor implicar a países de la región. Esta estrategia solo tuvo un éxito parcial (12). Varios países latinoamericanos que se alinean con la política exterior estadounidense no han reconocido los resultados oficiales. Pero países clave como Brasil, México y Colombia han indicado que reconocerán la victoria de Maduro si la confirman las autoridades competentes del país. Estos países también se oponen a la injerencia estadounidense en estas elecciones.
6. En caso de disturbios, presionar al ejército (13). Es poco probable que un alto cargo como Feierstein incite abiertamente a los disturbios, pero un silbato para perros trasmite igual de claramente el mensaje. Feierstein indica implícitamente que habrá (o debería haber) disturbios si Maduro gana. Estados Unidos tiene una larga tradición y mucha experiencia en organizar este tipo de disturbios.
Feierstein es consciente de que las fuerzas armadas son muy leales al gobierno de izquierda. Pero aún así espera convencer a una parte del ejército, sobre todo a los reclutas y a los oficiales inferiores, para que se pongan del lado de los amotinados.
Mauricio Macri, el expresidente derechista de Argentina, participó a esta parte del guion. Antes de que se conocieran los resultados, llamó en un tuit a las fuerzas armadas a volverse contra el presidente Maduro. Es muy trascendental que un exjefe de Estado extranjero llame a los militares a sublevarse contra un presidente.
El guion de Feierstein deja poco a la imaginación, pero faltan algunos elementos porque es difícil ponerlo todo sobre la mesa en un documento tan abierto (en internet). Los elementos que faltan son los siguientes:
7. Guerra mediática contra el proyecto bolivariano y Maduro. Los medios de comunicación en Venezuela siguen en gran medida en manos de poderosos grupos de capital alineados con Estados Unidos y virulentamente opuestos al gobierno de izquierdas. Tanto en la prensa nacional como en la internacional se ha librado durante años una verdadera campaña de desprestigio contra el proyecto bolivariano. Se guarda un recatado silencio respecto a las aplastantes sanciones económicas y así se puede culpar al Gobierno de los problemas económicos.
Aunque Maduro consiguió mantener a su país en orden en circunstancias extremadamente difíciles, se le retrata como incompetente, corrupto, narcotraficante e incluso un poco loco. Semejante contexto de guerra de conciencias es todo menos propicio para presentarse a las elecciones.
8. Encuestas y sondeos a pie de urna manipulados. En el periodo previo a las elecciones las encuestas se utilizaron como arma. Las encuestas realizadas por Estados Unidos (Datanálisis, Delphos, Consultores 21 y ORC Consultores) indicaban que el candidato opositor Edmundo González aventajaba a Maduro entre 20 y 30 puntos porcentuales.
Los principales medios de comunicación, también los de Europa adoptaron con entusiasmo estas encuestas, gracias a las cuales la población venezolana y la ciudadanía del mundo ya estaban convencidos de que Maduro no podía ganar sin cometer fraude.
Estas supuestas agencias de sondeos a menudo no son más que máquinas de guerra ideológica camufladas, que invierten fortunas para manipular a la gente. Son muy claros los vínculos con la CIA directamente o con organizaciones encubiertas de la CIA.
En cambio, los medios occidentales ocultaron las encuestas publicadas por Hinterlaces, Paramétrica y Ámbito, que daban ventaja a Maduro sobre el candidato opositor González. Esta estrategia no es nueva. Incluso cuando Hugo Chávez era muy popular, estas empresas de sondeos ‘predijeron’ que perdería las elecciones.
La misma táctica se usó en las encuestas a pie de urna. A mediodía la prestigiosa Hinterlaces daba a Maduro el 54,6% y a González el 42,8%, muy cerca del resultado oficial. Edison Research, en cambio, vinculada a la CIA, dio a González el 65% y a Maduro el 31%.
Este guion tiene grandes similitudes con las maniobras en torno a las elecciones de 2019 en Bolivia que finalmente desembocaron en el sangriento golpe de Estado en ese país y en la toma del poder por parte de la ultraderechista Jeanine Áñez.
9. Desestabilización del voto electrónico. En Venezuela se vota electrónicamente. El recuento es, por tanto, automático, y se comprueba dos veces mediante una copia en papel del voto electrónico que se guarda en las urnas.
La noche del 26 de julio, dos días antes de las elecciones, hubo un intento de sabotaje en una importante central eléctrica. Un comando había entrado en la central con todo tipo de explosivos. Pero se pudo evitar el ataque. Si hubiera tenido éxito, siete provincias del oeste del país se habrían quedado sin electricidad durante días y, por tanto, no se habría podido celebrar la votación electrónica.
El día de las elecciones se produjo un ciberataque masivo desde Colombia y Estados Unidos contra instituciones gubernamentales, entre ellas el Consejo Nacional Electoral. Esto retrasó el recuento de votos durante horas, lo que dio a la oposición la oportunidad de salir con sus propios resultados antes de que hubiera resultados oficiales.
10. Presentar los propios resultados. Para presentar sus propios resultados, la oposición de extrema derecha creó su propio sitio web la víspera de las elecciones, en la que supuestamente publicaron 23.000 informes oficiales, es decir, alrededor del 80% del total. Según esos datos, González ganó las elecciones con el 63% de los votos, frente al 30% de Maduro.
Sin embargo, el sitio solo contiene unas 9.000 informes, es decir, menos de un tercio. Muchos nombres están incompletos o solo incluyen iniciales. Además, bastantes de las personas que figuran en la lista están muertos… También es curioso que la distribución de los votos en las zonas urbanas y rurales, en la región amazónica y en la sierra, arroje exactamente los mismos porcentajes, algo totalmente improbable.
En otras palabras, se trata de datos fabricados de forma bastante burda. Pero a ninguno de los partidarios de la derecha les llama la atención ni tampoco, al parecer, a los grandes medios de comunicación occidentales.
Democracia soberana
El conjunto de estos 10 mecanismos es un poderoso manual estratégico. Dejan claro que a la derecha y a Washington no les interesan en absoluto la democracia ni unas elecciones justas. Solo buscan un cambio de régimen que vuelva a poner al país en línea con la oligarquía venezolana, Estados unidos y Occidente.
Este manual hace prácticamente imposible la celebración de elecciones soberanas y lleva casi inevitablemente a la violencia. Si estos mecanismos se aplicaran a las próximas elecciones presidenciales estadounidenses, podría desencadenarse una guerra civil. El asalto al Capitolio el 6 de enero de 2021 fue un posible anticipo en ese sentido.
Cabe preguntarse hasta qué punto es útil convocar elecciones en tales circunstancias. En los países occidentales ya hay histeria sobre una posible influencia de Rusia en las elecciones. Pero, si la hubiera, sería nimio comparado con la injerencia y agresión masivas que tiene que soportar Venezuela.
¿Cómo puede un sistema político protegerse de tantas hostilidades externas e internas sin socavar su naturaleza democrática? No es tarea fácil construir una ‘democracia soberana’ (14). Por el momento en Venezuela lo han conseguido gracias a la sólida expansión y movilización de las organizaciones populares. Pero eso no impide que la polarización en el país sea y siga siendo muy alta, y organizar elecciones en un contexto de guerra electoral es una empresa muy arriesgada. El proyecto bolivariano se enfrenta a retos muy grandes y necesita más que nunca nuestra solidaridad.
Anexo: desestabilización y golpes de Estado contra gobiernos de izquierda en América Latina en los últimos 20 años
Argentina:
(2022): guerra jurídica contra la vicepresidenta Cristina Kirchner, que le impide presentarse a las elecciones presidenciales de 2023.
Bolivia:
(2019): golpe de Estado que obliga al presidente Evo Morales a abandonar el país.
Brasil:
(2016): guerra judicial contra el expresidente Lula y la presidenta en ejercicio Dilma Rousseff. Lula es encarcelado y Rousseff destituida.
Colombia:
(2023-4): el presidente Gustavo Petro está acusado de financiar ilegalmente su campaña electoral.
Cuba:
(2021): campaña digital destinada a provocar disturbios en el país.
Ecuador:
(2010): intento de golpe de Estado para derrocar al presidente Rafael Correa. En 2020 fue acusado de soborno, lo que le eliminó políticamente.
Honduras:
(2009): tras un golpe militar, el presidente Manuel Zelaya es expulsado del país.
México:
(2018): campaña digital para impedir que el izquierdista Andrés Manuel López Obrador sea elegido presidente.
Nicaragua:
(2018): estallan grandes protestas tras la decisión del presidente Daniel Ortega de recortar las pensiones y aumentar las cotizaciones a la seguridad social.
Paraguay:
(2012): golpe institucional derrocamiento del presidente Lugo.
Perú:
(2022): golpe de Estado que provoca la destitución del presidente Castillo.
Venezuela:
(2002): golpe de Estado contra el presidente Chávez. Cierre patronal de la industria petrolera.
(2014 y 2017): Violentos bloqueos de carreteras bloquean el país.
(2017): fuertes sanciones económicas estadounidenses.
(2018): Atentado contra el presidente Maduro.
(2019): provocación militar a través de la ayuda al desarrollo. (2019): reconocimiento por parte de Estados Unidos y de la UE de un presidente interino no electo.
(2020):golpe militar fallido.
El hecho de que Chile no aparezca en la lista probablemente dice mucho del rumbo que está tomando el gobierno de Boric.
Notas:
(1) Lawfare o guerra jurídica es el uso de subterfugios legales para eliminar a un líder político.
(2) En un golpe institucional se manipula a la estructura política existente para deponer a un líder político manteniendo la apariencia de legitimidad constitucional.
(3) Según el manual de las revoluciones de colores, las ONG, las organizaciones estudiantiles y las organizaciones locales reciben financiación, formación y adiestramiento para organizar disturbios callejeros con la mayor eficacia posible. La violencia callejera debe desestabilizar el país hasta el punto de que el gobierno se vea obligado a dimitir o intervenga el ejército y lo destituya.
(4) Un cierre patronal es una situación en la que el empresario impide o prohíbe a los empleados trabajar o entrar en el lugar de trabajo.
(5) La guerra híbrida es una forma de guerra encubierta que utiliza toda una gama de medios: bulos, manipulación a través de las redes sociales, presión diplomática, subterfugios legales contra líderes políticos (lawfare), manipulación y dirección del descontento popular, presión nacional y extranjera sobre las elecciones, etc.
(6) «Hábil aprovechamiento de las sanciones económicas».
(7) En Nicaragua se trataba de una guerra sucia llevada a cabo desde la vecina Honduras por brigadas terroristas (llamadas «contras») contratadas por Estados Unidos. Al votar a la oposición, la población nicaragüense esperaba que acabara esta guerra sucia. Así se impuso Violeta Chamorro a Daniel Ortega por un estrecho margen.
(8) «Cohesión sin precedentes en la coalición de la oposición […] también resultado de la astuta diplomacia estadounidense».
(9) «Un buen lugar para empezar podría ser el Consejo Nacional Electoral.[…]. El Consejo […] podría estar sujeto a la influencia de homólogos de la región […]. Estados Unidos podría ayudar a fomentar ese acercamiento regional».
(10) «La campaña de González debería recibir copias impresas de los resultados en casi todos los colegios electorales […]. Eso también permitiría a la oposición y a los observadores independientes realizar los llamados recuentos rápidos […] que podrían revelar el probable ganador antes de que el régimen tenga la oportunidad de mentir sobre los recuentos de votos o desacreditar el proceso”.
(11) «Puede que Estados Unidos no sea el actor más eficaz para despertar los instintos democráticos de los militares venezolanos. Pero Washington podría fomentar el acercamiento de los mandos militares de la región que han mantenido vínculos con altos oficiales venezolanos […] Por esa razón, Estados Unidos y sus socios en Europa, Brasil, Colombia y otras naciones democráticas deben señalar enfáticamente su repudio a cualquier medida adicional que socave la candidatura de González».
(12) Las principales son Argentina, Chile, Perú, Guatemala, Ecuador, El Salvador, Uruguay y Costa Rica.
(13) “No está claro que los reclutas rasos y los oficiales de bajo y medio rango repriman a los manifestantes en nombre de un presidente que el electorado acabara de rechazar rotundamente. También podría ser una oportunidad para convencer al mando militar de que proteja los derechos de los votantes».
(14) El concepto de «democracia soberana» es del ruso Vladislav Surkov. Se desarrolló en respuesta a la injerencia occidental en los procesos electorales de los antiguos países de la Unión Soviética. Véase Zie Hiro D., After Empire. The Birth of a Multipolar World, Nueva York 2010, pp. 101-103.
Texto original: https://www.dewereldmorgen.be/artikel/2024/08/14/venezuela-electorale-oorlogsvoering-volgens-het-boekje/
Marc Vandepitte es miembro de la Red de Intelectuales y Artistas en Defensa de la Humanidad y fue observador durante las elecciones presidenciales presidenciales en Venezuela..
Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, al traductor y Rebelión como fuente de la traducción.
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