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04 septiembre 2024

Telegram, Musk y la ciberguerra

JORGE ELBAUM


El globalismo otantista busca imponer su lógica de doble rasero. Lo que no controla pasa a ser ilegal, peligroso o subversivo. O cómplice del "terrorismo internacional"

La conflictividad global está atravesada por factores económicos, comerciales y bélicos que tienen a las plataformas, las redes sociales, la inteligencia artificial (IA), los satélites y los cables de fibra óptica submarina como elementos claves que definen los espacios soberanos, el espionaje y la capacidad para influir, condicionar y determinar formatos cognitivos y conductas sociales.

Los analistas militares denominan a la constelación estructural que le da soporte a Internet como el C4ISR, sigla con la que se hace referencia a las actividades de comando, control, comunicaciones, inteligencia, vigilancia y reconocimiento. La geopolítica actual es inseparable de la dotación de información y manipulación que posee la ciberesfera. Esta constatación ha generado la ampliación de los espacios de operatividad de las fuerzas armadas, sumándose la ciberdefensa al ejército, la marina y la aeronáutica.

La detención del fundador y CEO de la red social Telegram Pavel Durov se inscribe en el control de esta dimensión cada vez más relevante del poder global. Uno de sus orígenes se vincula con la guerra que llevan a cabo los 32 países de la OTAN contra la Federación Rusa en Ucrania. Una segunda causa se relaciona con la capacidad que posee Telegram para sortear a los aparatos de inteligencia del G7. La plataforma de Durov fundada en 2013 cuenta en la actualidad con mil millones de usuarios, un soporte de mensajería cifrada que no pudo ser penetrado por la OTAN y múltiples protocolos criptográficos que los progamadores de la plataforma se han negado a compartir tanto con Rusia como con la OTAN.

El caso Pavel Durov se inscribe en la ofensiva de Occidente para limitar la independencia y la autonomía de lo que no pueden controlar. Los antecedentes de Julian Assange (WikiLeaks), del analista Edward Snowden (refugiado en la Federación Rusa, luego de difundir documentos de inteligencia imperiales), y de Meng Wanzhou, ejecutiva de Huawei detenida en Canadá durante más de dos años, exhiben el malestar de quienes no aceptan la pluralidad de los dispositivos, plataformas y redes que no pueden monitorear.

Durov fue acusado por el Centro de Lucha contra la Delincuencia Digital (C3N) y por la Oficina Nacional de Lucha contra el Fraude (ONAF), por no moderar los contenidos. La imputación de la justicia está caratulada como “complicidad en la administración de una plataforma en línea por permitir una transacción ilícita, en banda organizada”. Entre los otros delitos imputados, figura el rechazo a cooperar con las autoridades en las intercepciones autorizadas por la legislación francesa. La imputación, en síntesis, se vincula con la negativa de Durov a violar la confidencialidad comprometida a los usuarios de la plataforma.

Aunque Durov fue liberado condicionalmente bajo control judicial, y se le prohibió abandonar el país, sus defensores dejaron trascender que podría dejar de ser acusado si colaborara con las autoridades de inteligencia y accediera a compartir los códigos criptográficos que permitirían acceder a los mensajes privados, sobre todos a los relacionados con la guerra de la OTAN contra Moscú.

Telegram se ha convertido en una fuente fundamental de información y es utilizado por las tropas rusas para difundir posicionamiento y videos de las batallas que generan desánimo entre los combatientes de Kiev. También se ha convertido en una aplicación donde se entabla “una batalla virtual" que es utilizada para hacer geolocalizaciones de tropas y organización de comando por parte de analista rusos agrupados en el canal de Telegram denominado Rybar.

Antes de llegar al aeropuerto de París-Le Bourget, proveniente de Azerbaiyán, Durov estuvo dos días en Bakú, lugar al cual también viajó Vladimir Putin. Los servicios de inteligencia de la OTAN sugirieron que el CEO de Telegram se había reunido con el líder ruso. Según el vocero del Kremlin Dmitri Peskov, no existieron contactos entre ambos. Luego de la detención, Moscú denunció que Emmanuel Macron –aliado a Volodymir Zelensky– pretendía “intimidar” a Durov con el objeto de controlar las claves de la red social. Por su parte, la Defensora del Pueblo de Rusia, Tatiana Moskalkova, acusó a París de detener a Pavel con el fin de clausurar la plataforma para que la información se derive a plataformas en las que la OTAN puede interferir.

El tema fundamenta de la disputa, que tiene a Telegram como parte acusada, es la soberanía. El globalismo otantista busca imponer su lógica de doble rasero. Lo que no controla pasa a ser ilegal, peligroso o subversivo. Pero si algún país ajeno a su vigilancia pretende controlar su constelación de C4ISR, pasa de forma inmediata a convertirse en un cómplice del terrorismo internacional. En los últimos años, Turquía ha exigido que las redes sociales tengan ejecutivos locales basados en el país, demanda que ha sido rechazada por las grandes plataformas.

El último 17 de agosto, Elon Musk informó que X cerrará sus oficinas en San Pablo dada la exigencia del juez de la Corte Suprema Alexandre de Moraes para que nombre un representante legal en el país. El plazo otorgado al socio político de Donald Trump venció el último jueves y este viernes el juez ordenó la suspensión inmediata de la red social en Brasil. Las ciber-batallas que tienen como núcleo la competencia por el control cognitivo serán un vector de la conflictividad global en las próximas décadas.

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