Traducido para Rebelión por Paco Muñoz de Bustillo
Con Hamás y Hezbolá debilitados, el grupo yemení se ha convertido en el principal aliado no estatal de Irán, dispuesto a seguir entorpeciendo el comercio y hostigando a Israel.
La semana pasada se cumplió un año del secuestro del buque Galaxy Leader por parte de los hutíes. El 19 de noviembre de 2023, militantes armados del grupo yemení descendieron desde un helicóptero sobre el buque comercial de propiedad israelí, operado por japoneses y con destino a la India, y asumieron rápidamente su control. Izaron las banderas palestina y yemení y escoltaron el barco hasta la ciudad portuaria de Hudaida. Sus 25 tripulantes -principalmente filipinos, pero también ucranianos, rumanos, búlgaros y mexicanos- fueron tomados como rehenes.
Las imágenes de vídeo de la operación fueron ampliamente difundidas en las redes sociales y sirvieron de adelanto de lo que estaba por venir para el grupo, también conocido como Ansar Allah: beligerancia tanto en el exterior como en el interior en respuesta a la guerra genocida de Israel en Gaza, y un mayor afianzamiento como amenaza regional.
El pasado verano tuvo lugar un drástico aumento de los ataques marítimos contra barcos comerciales en el Mar Rojo por parte de los hutíes, a pesar de la presencia en la zona de las costosísimas operaciones multinacionales de defensa denominadas Aspides (liderada por la UE) y Prosperity Guardian (liderada por EEUU). Esta escalada se vio facilitada por las nuevas rutas de contrabando a través del Cuerno de África, que suministran a los hutíes un flujo constante de armas que las fuerzas occidentales han sido incapaces de interceptar.
Según fuentes de seguridad yemeníes, estas rutas conectan Bandar Abbas, en Irán, con la costa occidental de Yemen a través de puertos de Sudán, Yibuti y Eritrea. Entre julio y septiembre, el Centro de Estudios Estratégicos de Saná, donde trabajo, registró 19 casos de presunto contrabando a lo largo de la costa de Hudaida.
Junto a estos ataques marítimos, que han estrangulado el comercio en el Mar Rojo, los hutíes han lanzado ataques directos con drones y misiles contra Israel, aparentemente para forzar un alto el fuego en Gaza. El 19 de julio, un avión no tripulado hutí cargado de explosivos alcanzó un edificio de apartamentos en Tel Aviv, matando a una persona e hiriendo al menos a otras ocho. Como represalia, la aviación israelí atacó el puerto de Hudaida y la central eléctrica de Ras al-Jatib, donde murieron seis personas y más de 80 resultaron heridas.
En septiembre, los hutíes también presentaron su nuevo misil «Palestina 2», la última herramienta de su campaña militar contra Israel. Aunque es dudoso que el misil sea hipersónico como se afirma, logró recorrer 2.000 kilómetros en poco más de 11 minutos, eludiendo el sistema de defensa israelí Cúpula de Hierro antes de aterrizar en una zona abierta cerca del aeropuerto Ben Gurion.
Un año después de su captura, el buque Galaxy Leader sigue en poder de los hutíes como un potente símbolo del desafío del grupo contra su adversario respaldado por Estados Unidos. Recientemente transformado en una pieza central de las celebraciones del Mawlid de este año, el barco secuestrado se iluminó de verde mientras los hutíes celebraban el cumpleaños del profeta Mahoma con desfiles, representaciones religiosas y reuniones públicas en todos sus territorios.
A pesar de los esfuerzos realizados por Filipinas para conseguir su liberación, la tripulación del Galaxy continúa en cautividad. El barco, que se mantiene como atracción turística y como tributo a la resistencia hutí, sirve de recordatorio de la limitada eficacia de los esfuerzos internacionales para contrarrestar al grupo yemení y de la perdurable influencia de la red «defensiva de avanzada» de Irán en la región, conocida como el Eje de la Resistencia.
La transformación del Eje
El asesinato del líder de Hezbolá Hassan Nasralá por parte de Israel y la posterior invasión del Líbano han planteado cuestiones sobre el futuro del Eje de la Resistencia iraní. Con Hamás y Hezbolá debilitados, hay quien ha sugerido que los hutíes podrían convertirse en el principal aliado no estatal de Irán en la región.
La propia geografía impide que los hutíes se conviertan en un nuevo Hezbolá: Saná, [la capital yemení] está a más de 2.000 kilómetros de Tel Aviv, lo que limita la amenaza que puedan suponer para Israel los hutíes. Estos tampoco actúan por cuenta directa de Irán, aunque sus intereses regionales han estado notablemente alineados durante todo el pasado año. El papel de los hutíes dentro del Eje de la Resistencia será, por tanto, diferente al desempeñado por Hezbolá, pero no menos valioso para Irán, y estará condicionado por la incapacidad de los actores internacionales para frenar de forma decisiva las acciones del grupo.
A lo largo del pasado verano, los hutíes secuestraron a personal de la ONU y de ONG en Yemen, lanzaron ataques letales en ciudades israelíes y atacaron barcos mercantes en el Mar Rojo, hundiendo uno, dañando dos petroleros y dejando un cuarto petrolero en llamas en alta mar durante casi 50 días. Aun así, la respuesta internacional ha sido incapaz de dañar significativamente las capacidades militares de Ansar Allah, que a estas alturas se encuentran bien ocultas y protegidas por el terreno montañoso del norte yemení. Los ataques israelíes y estadounidenses solo han servido para demostrar a los hutíes lo que ya suponían: no existe ni la voluntad ni los conocimientos técnicos que amenacen su poder.
Maysaa Shuja Al-Deen, investigadora principal del Sana’a Center y destacada experta en el movimiento hutí, indica que sus acciones militares podrían hacer que Irán aumentara la responsabilidad de los hutíes en el Eje, que dejarían de limitarse a ataques ocasionales con drones contra Israel y el tráfico marítimo para ampliarse a la facilitación de operaciones logísticas entre los socios de Irán.
En Somalia, los hutíes hay cooperado estrechamente con Al-Shabaab, grupo afiliado a Al-Qaeda, para mejorar sus capacidades, como parte de las iniciativas para abrir nuevos frentes a lo largo del litoral africano del Mar Rojo. En el interior del país, los hutíes han facilitado la resurgencia de Al-Qaeda en la Península Arábiga (AQAP) para incorporarles a su lucha contra enemigos comunes, proporcionándoles entrenamiento, inteligencia y armamento, incluidos drones y misiles.
Y en Iraq han coordinado operaciones militares directamente con milicias apoyadas por Irán, que han mantenido sus ataques contra Israel. Estos movimientos podrían indicar que Irán está “reconfigurando su influencia regional con el fin de ganar flexibilidad y efectividad”, según opina Adnan Al-Jabarni, periodista yemení especializado en temas militares y grupos armados.
Los hutíes parecen haber relajado los últimos meses los ataques, otra indicación de que el papel del grupo en el Eje de la Resistencia está cambiando. En septiembre y octubre, el ACLED, grupo que estudia los conflictos armados en el mundo y registra todos los incidentes, registró ocho y cinco ataques respectivamente. Esto representa el menor número desde el comienzo de los ataques el 19 de octubre del año pasado y un enorme descenso si tenemos en cuenta los 45 ataques realizados en junio, el mes más activo del grupo.
En lugar de desplegar numerosos recursos militares en el Mar Rojo, ahora están reservando sus drones y misiles para el caso de que se suceda un ataque a gran escala de EE.UU. e Israel contra Irán. Los hutíes, que en un principio actuaban como línea de defensa de Hezbolá, están ahora dispuestos a defender directamente a Irán.
¿Se puede detener a los hutíes?
Las nuevas rutas de contrabando de armas; el creciente número de alianzas a ambas orillas del Mar Rojo; los datos sobre objetivos y la tecnología de vigilancia proporcionados por Rusia; y la coordinación estratégica con miembros del Eje de la Resistencia. Todos estos acontecimientos apuntan a que los hutíes seguirán siendo una amenaza en la región del Mar Rojo en un futuro próximo, dispuestos a interrumpir el comercio y causar destrucción siempre que convenga a los fines estratégicos del grupo.
Para los ciudadanos yemeníes, la postura beligerante de los hutíes ha tenido catastróficas consecuencias. En respuesta a sus ataques contra Tel Aviv, el ejército israelí bombardeó el puerto de Hudaida, por donde entra más del 80% de la ayuda humanitaria tan necesaria en Yemen. La central eléctrica de Ras Al-Khatib, que también sufrió los ataques de la aviación israelí, es la principal fuente de electricidad de los hogares e infraestructuras públicas de la zona, incluyendo escuelas y hospitales.
Los hutíes también son conocidos por el reclutamiento sistemático de menores para engrosar sus fuerzas armadas, un fenómeno que se ha “incrementado notoriamente“ desde el ataque del 7 de octubre de Hamás, según la ONG Human Rights Watch. Mientras tanto, las fuerzas del grupo siguen bloqueando Taiz, la tercera mayor ciudad de Yemen, impidiendo a la población el acceso al agua mientras combate para obligar a Israel a levantar su propia asedio a Gaza
Pero en el interior de Yemen ningún otro grupo tiene los recursos militares o la capacidad organizativa necesaria para amenazar a los hutíes, especialmente desde que han redoblado sus modos represivos de gobierno. A finales de mayo, al tiempo que intensificaban sus ataques contra Israel y en el Mar Rojo, los hutíes iniciaron una brutal represión contra la sociedad civil, deteniendo arbitrariamente a personal de la ONU y de otras ONG internacionales y locales bajo falsas acusaciones de espionaje. El grupo llevó a cabo más secuestros en agosto, cuando asaltó la oficina del Alto Comisariado de los Derechos Humanos de la ONU en Saná, y en octubre, con el arresto de un oficial administrativo de la embajada estadounidense.
Aunque los hutíes son combatientes curtidos, con armamento razonablemente avanzado y el respaldo financiero de Irán, es también la fragmentación y la incompetencia de sus enemigos –la coalición progubernamental y sus patrocinadores internacionales, Arabia Saudí y Estados Unidos– lo que explica el dominio continuado del grupo en Yemen.
Arabia Saudí bombardeó el país durante casi ocho años, en una guerra de la que salieron victoriosos los hutíes. Este año el reino alauita se ha mantenido al margen, con la esperanza de evitar la reanudación de las hostilidades, algo con lo que amenazó el pasado agosto Abdelmalek Al-Houti, el líder del grupo.
Por otro lado, distintas misiones diplomáticas bajo el auspicio de la ONU han permitido a los hutíes aprovechar las conversaciones de paz y los acuerdos de alto el fuego para reagruparse militarmente. Algunos expertos han abogado por un compromiso estratégico con el grupo, con líneas rojas para garantizar el acceso de los yemeníes a la ayuda humanitaria. Otros han hecho hincapié en la necesidad de reforzar las capacidades militares y mejorar la coordinación entre la fragmentada coalición anti-hutíes.
Un año después del secuestro del Galaxy, los hutíes han reforzado su papel en la región.
Magnus Fitz trabaja en la actualidad como investigador del Centro de Estudios Estratégico de Saná. Tiene un máster de derechos humanos por la Universidad de Viena
Fuente: https://www.972mag.com/houthis-galaxy-leader-yemen-iran/
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