ERIC CALCAGNO
La guerra en Ucrania pone de manifiesto la desindustrialización de Occidente. Es el resultado de creer que las finanzas generan valor, producto de la neoliberalización de las economías
La caída de valores que le dieron primacía descompone los Estado Nación y la democracia liberal.
No, nadie pensaba que habría una guerra en Europa, "el continente de la paz perpetua"; no, nadie esperaba que un conflicto surgiera entre Rusia y EEUU, cuando éste persigue a China; no, ni Ucrania arrolló al ejército ruso ni las sanciones impuestas por Occidente afectaron la economía rusa (más bien la fortalecieron); no, Europa ya no juega ningún rol relevante, todo es Reino Unido y más OTAN; no, la industria bélica occidental no puede abastecer las necesidades ucranianas en el frente (ni las propias). No. Ninguna de las predicciones realizadas antes de la guerra en Ucrania se cumplieron. Así empieza "La derrota de Occidente", por ahora el último libro del francés Emmanuel Todd. Sí, es cierto, habla de la guerra en Ucrania; si, analiza a Europa, a los EEUU y por supuesto sí, a Occidente.
Emmanuel Todd nació en 1951 en Saint-Germain-en-Laye, conurbano parisiense chic, de una familia habitada por la cultura, la política y el compromiso. El abuelo que Todd no conoció -aquel amigo del alma de Jean Paul Sartre- fue el filósofo Paul Nizan, caído en combate en las afueras de Dunquerque en 1940. El padre de Emmanuel es Olivier Todd, uno de los pilares del periodismo francés de la posguerra, además de ser primo de Claude Levi-Strauss. Corona ese capital cultural Emmanuel Le Roy Ladurie, un amigo de la familia, que además de ser discípulo de Fernand Braudel le dará al joven Todd el gusto por la historia de las mentalidades. Es la marca de calidad de la Ecole des Annales, fundada en los años 1930 por Lucien Febre y March Bloch. Una de las metodologías privilegiadas es la cuantificación estadística sobre la base de la documentación de la época estudiada antes que sobre los relatos de reyes y batallas. Ese tiempo largo que se mide en siglos también incorpora el tiempo medio, lo que llamamos mediano plazo, medido en decenios, y el tiempo de los acontecimientos, que suelen ser más cotidianos.
Emmanuel Todd estudiará tanto en París como en Cambridge los sistemas familiares a lo largo de los siglos, y la influencia de la estructura familiar en los sistemas políticos y económicos. En un momento donde el estudio del largo y mediano plazo ya no existe, desalojado que fuera por el acontecimiento reducido a la anécdota o al chisme, "La derrota de Occidente" tiene el mérito de restablecer algunas evidencias olvidadas, algunos métodos relegados, el necesario debate de ideas. Sí, son esas argumentaciones teóricas propias de los intelectuales, antes de ser desplazados por los marketineros, ellos mismos sacrificados en el altar de youtubers, influencers o redes, vacías hasta la náusea.
Valores en fuga
Y si estos tiempos son los de declive para Occidente, sostiene Todd, es porque los valores que garantizan la existencia y la moral que dan sentido a las personas y a la sociedad a través de los sistemas familiares ya no funcionan Al principio --es decir, hace siglos-- la familia inglesa era una familia núcleo --padre/madre/hijos-- regida por el protestantismo, cuyas exigencias personales --el asunto de la salvación o la caída-- estaba ligada al imperativo de cada uno en leer la Biblia en idioma común (no en latín), lo que trajo una alfabetización masiva, con las consiguientes ganancias de productividad en la economía. Quizás Dios dejaba marcas en el camino de la prosperidad. Como,además, ese sistema familiar era arbitrario desde el punto de la herencia, pues el padre podía designar a quien quisiera como heredero sin preocupación por los demás miembros de la familia, quedó establecida la costumbre de la desigualdad. Ese sistema que también cundía en Escandinavia y en Prusia fue exportado a los EEUU en tiempos de las trece colonias. En ese caso, tal puritanismo tuvo que adoptar formas de igualdad entre blancos, tanto contra los pueblos originarios que debían someter como contra los afroanortemericanos a quienes necesitaban esclavizar. Esos sí merecen la desigualdad.
De esa configuración nacerá la democracia en Norteamérica descripta por Tocqueville. Eran tiempos de protestantismo practicante puro y duro, lo que marcó "el nacimiento de una nación", como el título de la película de D. W. Griffith de 1915, un canto de amor al Ku Klux Klan. Ese film costó 100.000 dólares de la época y recaudó entre 50 y 100 millones. Un dineral que a valores de hoy supera por mucho cualquier Avatar.
Todd distingue tres estadios en la religiosidad: activo, zombie y cero. Activo es cuando los valores de la religión rigen los comportamientos individuales y sociales: se va a misa, se respetan los ritos y se acepta las exigencias de la moral religiosa, tanto hacia sí mismo como hacia el conjunto de la sociedad. El modo zombie es cuando las personas continúan con esas actitudes --aún queda un viejo fondo moral-- pero ya creen poco o nada. Los valores constitutivos parecen estar ahí, pero la práctica es cada vez más precaria. El grado cero corresponde a la caída de esa religiosidad --cualquier religiosidad-- que daba un sentido a las partes en un todo que las incorporaba y significaba.
Después de todo, la moral son las costumbres. Por eso, para Todd el casamiento entre personas del mismo sexo es la marca del grado cero de la religiosidad --está prohibida por todos los credos-- y ese grado cero también denota la falta de adhesión colectiva a un proyecto político-social, sea cual fuere. De más está decir que Todd recibió críticas acerca de esta apreciación, que el pensamiento convencional consideró homofóbica, cuando en realidad él aclara que toma el matrimonio igualitario como indicador social, no como una opinión. Es decir, Occidente no cae por el matrimonio homosexual, sino que el matrimonio homosexual existe porque los valores dominantes de Occidente ya cayeron. El problema, escribe Todd, es que la religión no es sólo la creencia o la institución en un Dios, sino que además es el origen de las demás formas de pensamiento y organización política. ¡El siglo de las luces tuvo que salir de algún lado!, digo yo. Porque la desaparición de la matriz religiosa, ya sea protestante o católica, entraña la desaparición de todo lo que tiene que ver con la matriz religiosa, lo que incluye la ilustración, el racionalismo y la idea de universalidad.
De allí que la derrota de Occidente sea la descomposición de los procesos políticos, entre los que figura el Estado Nación como portador de un proyecto colectivo. Ya no existe esa "solidaridad entre las generaciones" de la que hablaba Ernest Renan, diríamos, esa conciencia política en forma de religión laica que reúne pueblos por el recuerdo de haber hecho grandes cosas juntos en el pasado y la voluntad de asumir un futuro común. Podríamos decir que el "malestar en la civilización" evocado por Freud fue resuelto por Occidente mediante el aumento del malestar y la disminución de civilización.
La cuestión de Ucrania
Es así como entendemos que la derrota de Occidente no es una derrota en el campo de batalla, al menos no es la única, ni las más importante. Una guerra perdida pertenece al ámbito de los acontecimientos, por cruel que sea --como toda guerra-- pero se inscribe en tendencias de mediano y largo plazo. Y también es así que Todd observa que el oeste de Ucrania es el más pro-europeo, y también aquel que registra más presencia de un nacionalismo filo-fascista. El centro del país, abandonado por las clases medias educadas que prefirieron emigrar a Rusia, queda debilitado frente a poblaciones del este de Ucrania que no son rusófonas, sino que son rusas. Por lo tanto la idea de una milenaria nación ucraniana atacada por Rusia en violación del derecho internacional carece de evidencia empírica. No es más que propaganda política.
Igual de falso es la agitación acerca de una renovada "teoría de los dominós", según la cual si Kiev cae en manos rusas, entonces también los cosacos caerán sobre las demás capitales europeas. Todd desdeña esas elucubraciones, puesto que considera que la Federación de Rusia carece de la fuerza demográfica para encarar una guerra larga contra la OTAN, que además no le interesa. Con 17 millones de kilómetros cuadrados, Rusia es un Estado-Nación gigante, más preocupado por poblar el espacio propio que por apropiarse de espacios ajenos. Parece que la dirigencia rusa del siglo XXI está bastante contenta de no tener más la carga de los "países hermanos" del bloque soviético. Son otros tiempos.
La Federación de Rusia no conoce la actual crisis de Occidente, aunque quizás experimentó algo parecido cuando cayó la familia rusa tradicional que predominó durante siglos. Era el modelo de una familia "autoritaria, comunitaria e igualitaria", compuesta de un padre todopoderoso, hijos que permanecen en el hogar, mujeres que se van a otros grupos familiares, nietos que crecen en la misma casa... aunque con igualdad de herencia para los descendientes. Ese modelo comenzó a resquebrajarse con el fin de la servidumbre y el comienzo de la alfabetización en la segunda mitad del siglo XIX. Luego vendría el cataclismo de la Revolución Rusa. Matar al padre tiránico, matar al Zar, terminar con la religión desde 1917, también fue lanzar el ser ruso a la nada, lo que permite también la construcción y aceptación de un Estado que es creador de derechos sociales, en especial de las mujeres --el aborto fue legalizado en 1920--, garante de la prosperidad con la planificación económica y protector de las normas sociales mediante el control político.
Aquí, una vez más, Todd recalca la importancia de los sistemas familiares tradicionales, que aunque superados en el tiempo conservan importancia en el inconsciente social. A prueba de ello cita esta vez la caída del comunismo en los años noventa, en donde la imposición de un modelo occidental de libre mercado fracasó en Rusia, habida cuenta de que no es posible trasladar un sistema producto de una familia nuclear liberal desigualitaria de tipo anglosajona en una sociedad marcada por la estructura familiar comunitaria, autoritaria e igualitaria de tipo eslava. Cuando creen que se acabaron las clases, aparecen las estructuras familiares.
Como no le preguntaron a ningún especialista en ciencias sociales, la experiencia libremercadista redundó en otra catástrofe en donde el ser ruso fue otra vez lanzado al vacío, hasta la recuperación de la sociedad de la Federación de Rusia, que tiene a Vladimir Putin como modelo. Rusia es hoy una economía capitalista industrializada, con Estado de Bienestar y, sobre todo, con un mismo proyecto de Nación. No es Putin, dice Todd, quien creó la Rusia actual, sino que fue la sociedad rusa la que creó a Putin, que gobierna una democracia autoritaria y no una democracia liberal.
La deserción de las élites
De hecho, Todd es bastante crítico de esas democracias liberales que abandonaron todo proyecto político. Porque si, como la naturaleza, también la política tiene horror del vacío, la falta de un encuadramiento del individuo en alguna ideología, moral o proyecto colectivo engendra... la nada. Así es como la renuncia de Occidente a la política produce nihilismo, como resultado de la deserción de las élites. La reacción ante el vacío es la deificación de la nada, expresada por una voluntad de destrucción permanente de las cosas y de los seres, en una perpetua negación de la realidad. Para Todd, el ejemplo de ese nihilismo es la actual política exterior estadounidense, que ya no puede ser analizada de manera racional. El nihilismo es perseguir un sueño imposible mediante la violencia absoluta y continua. Por más violencia que se le otorgue, no va a suceder. Y si sucede, no va a ser muy lindo. Por eso, al final de "La derrota de Occidente" Todd habla de Gaza.
Ya en "Después del Imperio" (2002), Todd señalaba que "los EEUU se convierten en un problema para el mundo. Estábamos acostumbrados a ver en ellos una solución. Garantes de la libertad política y del orden económico durante medio siglo, aparecen cada vez más como un factor de desorden internacional, promoviendo donde pueden la incertidumbre y el conflicto". La paradoja reside en que si hay un avance de la democracia en el mundo, los EEUU son cada vez menos útiles desde el punto de vista militar, y no aceptan ser una democracia más entre tantas. Es cierto que los EEUU son excepcionales, diríamos nosotros, pero de allí a creer en el "excepcionalismo" norteamericano existe la misma distancia que hay entre una observación científica y una creencia moral. "En el mismo momento en que el mundo, en curso de estabilización educativa, demográfica y democrática, descubre que ya no necesita tanto a los EEUU, los EEUU descubren que necesitan del mundo".
Además son incapaces de elaborar e instrumentar un sistema de reindustrialización basado sobre la sustitución de importaciones, como hiciera Perón en Argentina. La globalización occidental fue un éxito en cuanto a la liquidación de las clases obreras nacionales, pero cuando cae la globalización... ¿Qué hacer con una superpotencia económicamente dependiente y políticamente inútil?, se pregunta Emmanuel Todd. Tanto más grave que los desequilibrios de las cuentas externas de la economía estadounidense precisan de flujos de capital equivalentes provenientes del resto del mundo, por lo que se ha convertido en una economía depredadora, para lo que necesita un aparato militar que asegure la predominancia en el mundo. ¿Cuánto de poder o de impotencia demuestra ese comportamiento?
El giro geoeconómico
La guerra en Ucrania también pone de manifiesto la desindustrialización de Occidente. Es el resultado de creer que las finanzas generan valor, producto de la neoliberalización de las economías. Pero no. Hay personas que fabrican cosas, algo que el mercado financiero no hace. Así es como Todd expone los porcentajes de estudiantes que eligen carreras de ingeniería en 2020, según datos de la OCDE: en China, llegan al 33%; en Rusia son 23%, como Alemania, mientras que la proporción baja a 13% en Francia, 9% en el Reino Unido y solo 7% en EEUU Es así como Rusia forma más ingenieros que EEUU, tanto en porcentaje como en números absolutos, aunque el conjunto de los estudiantes del país norteamericano triplica al ruso (EEUU tiene más del doble de población). Para Todd, no sólo son los ingenieros, sino que también son los las líneas medias y los obreros especializados los que forman unidades de producción de bienes. ¿También de sentido?
En 1976, el primer libro de Todd fue "La caída final", acerca del derrumbe de la Unión Soviética, cuyos índices de mortalidad infantil, muy superiores a los estadounidenses, desmentían la solidez del sistema y presagiaban una precarización de la sociedad. Hoy EEUU tiene mayor mortalidad infantil que la Federación de Rusia. Todd también denuncia el seguidismo de los países europeos nucleados en la OTAN, que suponen estar del lado del bien si están con EEUU, cuando en realidad están alineados con las oligarquías norteamericanas dopadas por la guerra en Ucrania. Podemos decir que la OTAN es la instancia por la cual todos los países europeos multiplicados por EEUU dan como resultado final... EEUU. De allí que Todd sostenga que la derrota de la OTAN en Ucrania es lo que puede revivir la integración europea, sobre bases políticas y nacionales,más que monetarias y globalistas.
Por supuesto que las ideas de Emmanuel Todd provocan polémicas. Con "La derrota de Occidente", los diarios más prestigiosos de Francia, como Le Figaro, Le Monde o Libération lo acusaron de ser un agente ruso, de replicar la propaganda de Putin, de estar equivocado... bueno, nada a lo que Todd no estuviese acostumbrado. En efecto, la especialización sobre los sistemas familiares en el largo plazo, que estructuraron la formación y la tesis de Todd, no le impidió utilizar ese arsenal metodológico en diferentes temas de actualidad. Desde la crítica a la Unión Soviética en 1976 al fin de la hegemonía estadounidense en 2002; desde la formación de Francia (1981), de Europa (1991), de los sistemas de parentesco en el mundo (1983, 1984, 2011, 2017), quizás las obras con más características científicas, a las no menos rigurosas reflexiones sobre el tema de "Charlie Hebdo"(2015), que Todd considera una expresión ligada a los restos de religiosidad reaccionaria francesa más que a la defensa de la libertad de prensa.
La integración de los inmigrantes --sostiene en 1994-- es más viable a través de las uniones mixtas propias de las familias igualitarias, que prefiere por mucho a la formación de guetos comunitarios propias de los sistemas anglosajones. En respuesta a Samuel Huntington, que hablaba de la guerra entre las civilizaciones sobre bases religiosas, Todd contesta con el encuentro de las civilizaciones (2007), siempre sobre las bases que suponen la alfabetización, la elevación de la mujer y la educación superior. Incluso llegará a publicar "La lucha de clases en Francia en el siglo XXI" (2020) --vaya guiño--, donde escribe que cuando los sistemas familiares quedan precarizados por el auge del neoliberalismo, entonces reaparecen las clases sociales. Dialéctica, que le dicen. En 2024, Emmanuel Todd publicó también "Erase una vez la familia", un comic dibujado por Terreur Graphique (un seudónimo del artista ilustrador) que presenta las teorías sobre la familia, donde demuestra que además puede ejercer el sentido del humor y la auto ironía. Ya lleva un millón de ejemplares vendidos en Francia.
Por supuesto, recomendamos la lectura de "La derrota de Occidente". Aunque debemos considerar que este libro, por polémico que sea --y bienvenido sea--, no es un libro de circunstancia, sino que es el resultado de una profunda reflexión del autor que recorre decenios tanto como análisis de siglos de historia. Para quienes no lo conocen, será una buena puerta de entrada al pensamiento de Emmanuel Todd, y para quienes se interesan en los problemas geopolíticos, podrá plantearles interrogantes que no existen en los medios dominantes, en un sano y urgente ejercicio del espíritu crítico, ese que permite distinguir lo esencial de lo accesorio.
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