La abstención divide, desde ya, a los opositores que aspiran a ocupar parte de los 5 mil cargos que se votarían este 2025 (Foto: EFE)
El sector extremista conducido por María Corina Machado ha vuelto a la senda del abstencionismo. La coordinadora de Vente Venezuela ha llamado a boicotear las próximas elecciones en Venezuela mediante un video que divulgó en redes sociales el pasado domingo. En la pieza, aseveró que "las elecciones fueron el 28 de julio (de 2024). Ese día el pueblo eligió (...). Hasta que ese resultado no entre en vigor, no procede participar en elecciones de ningún tipo. Ir a votar una y otra vez sin que se respeten los resultados no es defender el voto, es desvirtuar el voto popular".
Por su parte, como reflejo automático de subordinación ante Machado y del chantaje antielectoral que ha iniciado, la Plataforma Unitaria Democrática (PUD) insiste en el desconocimiento e intento de desprestigio a los poderes públicos, lo que va dejando a la coalición de partidos sin espacio de acción en un 2025 que se caracterizará por la realización de tres procesos electorales constitucionales.
Las elecciones municipales, regionales y legislativas coinciden este año, sin embargo, se espera que no sean realizadas en la misma fecha. Desde octubre pasado, la Asamblea Nacional (AN) ha avanzado, a través de la Comisión Especial para la Revisión de Leyes Electorales, hacia un espacio de diálogo político que busca, entre otros objetivos, proponer al Consejo Nacional Electoral (CNE) un cronograma que facilite el desarrollo de cada uno de los comicios.
La PUD ha sido la única formación política de las 38 inscritas ante el Consejo Nacional Electoral (CNE), que se ha ausentado de los encuentros de esta comisión.
¿La autoexclusión como única opción?
Entre 24 gobernadores, 335 alcaldes, 277 diputados, legisladores estadales y concejales, incluidos suplentes, se elegirán unos 5 mil cargos en 2025. Sin embargo, la PUD ha estado ausente de los diálogos debido a su atrincheramiento en el desconocimiento de la institucionalidad venezolana. Machado y el excandidato opositor, Edmundo González Urrutia, insisten en deslegitimar las elecciones pasadas pero no llevaron las pruebas de su supuesto triunfo al Tribunal Supremo de Justicia cuando les fueron solicitadas.
La postura de ambos no ha generado consenso a lo interno del amplio universo de oposiciones, que percibe la amenaza de que sucumbir a las presiones de Machado implique quedar fuera del juego político.
Sin embargo, el partido Un Nuevo Tiempo (UNT), liderado por Manuel Rosales, ha hecho presencia tímida en los espacios de diálogo convocados. El pasado 14 de enero, el secretario de Gobierno del estado Zulia, Juan Barboza, asistió en representación del gobernador a una sesión de trabajo de la mencionada comisión especial. Los otros tres gobernadores de oposición tuvieron una presencia similar en el evento, cuya agenda de trabajo giró en torno al cronograma electoral.
Algunas fuentes han reseñado el debate a lo interno de la PUD respecto a la participación en las elecciones por venir, lo que augura una brecha entre sus dirigentes que derivaría a sus militantes y simpatizantes. La autoexclusión está en el horizonte y, como en 2005, 2018 y 2020, el saldo político sería negativo para los sectores extremistas.
choque con la realidad
En una senda en la que Machado ha recurrido al lenguaje boxístico y se debate entre ofrecer soluciones por la vía rápida y mantener arriba las expectativas para el cambio de régimen, a la PUD se le van acabando posibilidades de negociación política. No solo con el gobierno venezolano, sino con el sector opositor que hace vida en la AN, al que han denominado "alacranes". Luis Eduardo Martínez, miembro de este sector, preside la subcomisión legislativa en la Comisión designada para la reforma electoral y ya han puesto sus propuestas sobre la mesa.
La discusión sobre la unidad interna sigue viva, pero desvencijada por el personalismo de la coordinadora de Vente Venezuela. La agenda demostradamente delictiva de Leopoldo López (vía Guaidó), el silencio del eje Allup-Capriles-Rosales y las pugnas por el control de las tarjetas electorales han generado fracturas expuestas con visos de irreversibilidad, a lo que se suma que, para el sector extremista, la solicitud de sanciones y la promoción de una intervención militar son "puntos de honor".
La "gira" por algunos países de la región de González ha revelado que el apoyo internacional, como un fin en sí mismo, no es, hasta ahora, una opción real y viable. A esto se suma la interrogante respecto al margen de maniobra que pudiera tener o no su aliado Marco Rubio, secretario de Estado ya confirmado de la entrante administración Trump.
La realidad, que es más rica que la teoría, les habla con dureza. En los mismos días que Juan Pablo Guanipa declaraba que, en el plan insurreccional fraguado para 9 de enero pasado, les falló la asistencia a las concentraciones convocadas y la conspiración militar, una encuesta de Hinterlaces revelaba que el 92% de la población rechaza una eventual invasión militar para derrocar al gobierno del presidente Maduro.
La división y conflicto de criterios de las oposiciones en Venezuela tiene un carácter existencial, y el retorno de Donald Trump a la Casa Blanca las está profundizando a nuevos niveles.
¿Sola en el ring?
En su cuenta de X, Guanipa estableció tres puntos claves para derrocar al gobierno nacional; estos son: presión interna, presión internacional y "socavación de las bases", obviamente tratando de aprovechar el viento de cola que supone Trump. La foto instantánea de esta perspectiva ha demostrado que las convocatorias decrecen con cada fiasco, no han logrado cristalizar un apoyo internacional suficientemente sólido y sus seguidores transitan entre promesas nebulosas, donde el desánimo y el escepticismo campean, lo cual abarca también a la propia María Corina Machado.
Se trata del mismo guión, de tropezar con la misma piedra, la del entendimiento de la política como espacio unidimensional, cuyos ejes de acción residen en los intereses de potencias extranjeras. En el segundo de los siete "principios" plantedos por la coordinadora de Vente Venezuela en su más reciente video, afirmó que "quien no es parte de la solución es parte del problema", con lo que busca condicionar aún más a los sectores que tienen la perspectiva de acumular poder en el ámbito local, regional y parlamentario en este 2025.
Como colofón de esta situación, el principismo exhibido por el extremismo opositor toma forma de chantaje, una forma de castigar y reprimir a aquellos sectores que ven oportunidades de crecer electoral y políticamente.
En el lenguaje boxístico utilizado por Machado, todo parece indicar que, desde la esquina opositora, será lanzada una toalla y ella quedará sola.
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