Un día como hoy, el 28 de enero de 1917, Carmelita Torres, una empleada doméstica mexicana de diecisiete años que trabajaba en Estados Unidos, se rehusó a tomar el baño de gasolina obligatorio que les daban a los jornaleros en la frontera y convenció a treinta pasajeros de tranvía de unírsele. Su protesta se esparció hasta llegar a lo que hoy se conoce como “los disturbios de los baños”.
Torres era una entre muchos trabajadores que a diario cruzaban la frontera entre Ciudad Juárez y El Paso. En nombre de la salud pública, los trabajadores mexicanos a menudo eran sometidos a un tratamiento degradante y humillante. Tenían que desvestirse, pasar por un baño tóxico de gasolina y echar su ropa al vapor. El propósito declarado del programa era matar piojos, que pueden esparcir tifus.
Sin embargo, no se aplicaba a todos lo que cruzaban la frontera: solo a mexicanos de clase trabajadora. Además de que la gasolina era tóxica, esta también implicaba un riesgo letal de incendio. Un grupo de presos de El Paso murieron en un incendio accidental mientras eran tratados con gasolina. Encima de todo, trabajadores de la salud de EE.UU. tomaban fotos a escondidas de mujeres mexicanas desnudas.
El enojo por esta práctica por fin explotó, y en cuestión de unas horas Torres había reunido a una multitud de miles de manifestantes, la mayoría mujeres, que bloquearon todo el tráfico vehicular hacia El Paso. Aventaron piedras y botellas a oficiales de migración cuando estos trataron de dispersarlos, y dieron el mismo trato a las tropas estadounidenses y mexicanas que llegaron después.
Los soldados finalmente suprimieron los disturbios, y Torres fue arrestada. Esto al parecer desalentó protestas subsecuentes. El baño obligatorio y fumigación de los trabajadores mexicanos con químicos tóxicos como gasolina, y luego DDT y Zyklon B, continuaron hasta los años cincuenta.
El uso de Zyklon B en la frontera llamó la atención de científicos en la Alemania nazi, quienes a fines de los años treinta empezaron a usar el agente en fronteras y campos de concentración para despiojar. Aunque, como es bien sabido, luego lo usaron para exterminar a millones de personas en el Holocausto.
Tomado de Historia de la clase trabajadora de Facebook
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