Armando Salaza
Los resultados electorales de marzo del 2015 dejan, ciertamente, un preocupante sinsabor. No es una derrota para las fuerzas de izquierda, tampoco ha sido una victoria. Por vía rápida y simbólica, se “ganaron” las ciudades de la capital y San Miguel, pero se “perdieron” Santa Ana y Santa Tecla. Con el voto de la población, también se “recuperaron” importantes municipios metropolitanos del llamado gran San Salvador.
A estas alturas, después de casi dos meses de las elecciones, la izquierda, especialmente el FMLN, ya habrá hechos sus números y mediciones para el próximo período.
En el plano legislativo, el FMLN ha sido constante en obtener de 31 a 35 diputados, desde el año 2000. Hasta hoy, su máxima votación fue en las elecciones del 2009, período en el que también se eligió al primer presidente catapultado con la bandera del Frente. En ese momento, se duplicó la votación legislativa de izquierda y hubo un salto importante que logró romper la continuidad del partido ARENA tras 20 años en el gobierno.
Según datos oficiales del TSE, a nivel nacional y para legisladores, el FMLN ha obtenido la siguiente cadencia de votos en este tramo de tiempo: en el 2003 obtuvo 426 mil; en el 2006, fueron 785 mil; en el 2009: 943 mil; y en el 2012: 827 mil. Según los datos del escrutinio final-preliminar (por toda la situación de los reconteos “decretados”), el FMLN habrá obtenido unos 840 mil votos legislativos, pelos arriba, pelos abajo.
Sin contar el crecimiento poblacional, la cuestión es que el FMLN ha descendido 100 mil votos legislativos en relación al 2009. Aun cuando la votación del 2009 para San Salvador fue el registro histórico más elevado (330 mil), se constata que el voto urbano de la capital incidió fuertemente en el descenso en las siguientes votaciones legislativas. Claro, estos datos no son nacionales. Lo colocamos únicamente como una referencia (San Salvador) porque oscila entre el 28 y el 35% del total del voto nacional legislativo.
Estos datos son importantes en tanto la moderna autopista Monseñor Romero -una gran obra de infraestructura- tampoco se tradujo en favorecer el voto de los sectores medios que la usan masivamente. Estos mismos sectores tampoco perturbaron éticamente su conciencia política con el escándalo de los millones de dólares descarriados por Francisco Flores.
Se sabe que la asistencia en elecciones presidenciales es mayor a las legislativas y municipales. Con Sánchez Cerén, el FMLN logró, en segunda vuelta del 2014, la mayor votación registrada en toda la historia por cualquier partido político (1 millón 495 mil votos, superando en 140 mil los votos de respaldo obtenido en el 2009 por Funes) y la diferencia con ARENA fue de tan solo 6 mil votos. La derecha económica y política acopió a todo el pensamiento conservador del país, social, religioso, tecnócrata, empresarial y mediático, y aún así, fue derrotada.
Sin embargo, los hechos también han demostrado que la historia no es lineal y mientras se producen avances, también se producen retrocesos. Los resultados electorales de marzo de 2015, si bien el FMLN mantuvo su número de diputados, no los aumentó. ARENA le ha superado con 35, perdiendo así el FMLN la posibilidad de obtener la mayoría calificada legislativa. A partir del 1 de mayo, ambos partidos tienen ese poder de veto y política e institucionalmente, significa que ambos tienen que forcejear para la ratificación de modificaciones constitucionales, préstamos o elegir funcionarios de segundo grado en las estructuras del Estado.
De hecho, según la práctica sostenida por el partido ARENA, su eje central es escalar su política de desgaste, desprestigio y desestabilización no solo al segundo gobierno del FMLN, sino a la institucionalidad no sometida a sus intereses. Suficiente evidencia hay sobre los continuos ataques al TSE, a lo que se le sumó la Sala de lo Constitucional de la CSJ para cambiar a última hora y de forma arbitraria las reglas del juego del campo electoral, la ruta política aceptada para finalizar la guerra tras la firma de los acuerdos de paz (1992).
ARENA, ANEP, sus grandes empresas mediáticas vinculadas, incluso la misma Corte Suprema, han tratado de deslegitimar y hacer el vacío a los esfuerzos de restauración ciudadana del Consejo de Seguridad. Sin embargo, con gravedad y elevando un escalón más en esa decisión política de ARENA y parte del gran capital, han iniciado acciones mediáticas y de provocación política para desprestigiar a la Fuerza Armada y cuestionar su jefatura.
Y van por más. Es de sentido común pensar que aspiran revertir e inutilizar leyes y “recuperar” el gobierno a toda costa, protegidos por la Corte Suprema y apuntalados mediáticamente, para recuperar los recursos del Estado que fue, por acción calculada, encubierta o negligencia, la principal forma de la acumulación descomunal de capital en sus veinte años de gobierno.
Esto es lo que hay y que previsiblemente habrá en el período del segundo gobierno del Frente. La derecha económica y política ha apostado, en una “ofensiva continua”, desgastar no solo al gobierno sino también al proyecto político de izquierda, algo que recogen de la escuela de guerra política de los norteamericanos (aplicada en América Latina). Es obligación del Frente y del gobierno des-cubrir las tramas y contradicciones que se tejen y comunicarlas con claridad.
El ejercicio del gobierno de izquierda, estando a la cabeza del aparato educativo, de salud, obras públicas, agricultura o del agua, por ejemplo, constituye también un ejercicio cultural de nuevas relaciones y que hace el intento de trascender al utilitarismo empresarial y superar el enquistado menosprecio de la atención a sectores populares desde la burocracia del Estado.
Sin caer en la simpleza estadística, paradójicamente este esfuerzo social institucional a lo largo de 6 años de gobierno, no encontró una aumentada correspondencia en las últimas votaciones legislativas y municipales para el FMLN. Razones podrá haber muchas y sin agotarlas, trataremos de apuntar un par de ellas.
El Frente no tiene por qué mistificar ante la población que la lucha electoral y las elecciones van a resolver por sí solas las graves contradicciones del país y las mismas raíces que generan los graves conflictos sociales a los que aún asistimos.
La lucha por las transformaciones no solo pasa por la obtención de una correlación favorable en el legislativo. La experiencia indica que la organización, la concientización y la múltiple lucha es la garantía real del poder del pueblo. Esa es la principal acumulación y correlación que es preciso construir. Eso es lo que dará la verdadera “gobernabilidad” a las transformaciones y finalmente la fuerza que desarticule la estrategia de desestabilización de la derecha.
El poder político no es solo ocupar el aparato del Estado y éste tampoco debe sustituir la acción y organización del poder popular. Asunto que tampoco la estructura de base del partido puede sustituir, sino más bien legitimarse tesonera, visionaria y éticamente en el seno de ella. Si no hay correlación popular no habrá avances.
Y esto tiene que ver directamente con la necesaria depuración en los métodos de trabajo y en las relaciones cotidianas del instrumento con la población trabajadora. Un trabajador con pensamiento de derecha, con recursos limitados o en situación de pobreza, seguirá siendo de derecha sino se relaciona e intercambia con un pensamiento práctico, justo y con principios y prácticas honestas que se identifiquen con sus intereses.
No hay mayor daño a la conciencia popular que la representación política esté envuelta en prácticas que deterioren la credibilidad y justeza de un proyecto político, económico, social y cultural que intenta superar un sistema corrupto y oportunista en el que la población aún se debate.
No es novedad decir que el Frente tiene que procesar mejor las contradicciones locales, cotidianas y ser más persuasivos y abiertos a la diversidad en el método de relación.
No es lógico buscar más adversarios. Pero quienes son adversarios, a profundidad, hay que identificarlos como tal y quitarles la máscara ante la población.
La espesura del período, en este segundo gobierno de izquierda, precisamente pasa por la unidad y principalmente la unidad con el pueblo, en su contradictoria diversidad. El Frente y el gobierno deben ser mucho más claros con el pueblo trabajador y no para satisfacer la enmarañada transparencia burocrática que exige la derecha y sus medios, “intocables” peones del desconcierto y la incertidumbre.
http://migenteinforma.org/?p=28858
No hay comentarios.:
Publicar un comentario