Roberto Cañas
¿Qué significa ser salvadoreño 194 años después de la llamada Independencia? La verdad es que ser salvadoreño es un concepto poco construido a lo largo de la historia.
La historia no solo sirve para evitar volver a cometer los mismos errores, sino también es útil para construir identidad, sentido de pertenencia. El 15 de Septiembre de 1821 no significó la independencia absoluta para las antiguas provincias del Reino de Guatemala. Fue hasta unos años después, que cada país se separó formalmente de lo que se conocía como las Provincias Unidas del Centro de América.
El nombre de Centroamérica fue inventado entre 1823 y 1824 por el Congreso Constituyente formado por los representantes de las provincias del Reino de Guatemala, quienes denominaron con el nombre de República Federal de Centro América o Federación Centroamericana, la entidad política constituida por Guatemala, Honduras, Nicaragua, El Salvador y Costa Rica.
Comentar 194 años después sobre el verdadero significado y alcance de la Independencia de Centroamérica tiene sentido sobre todo para tener claridad acerca del tipo de independencia que tuvo lugar el 15 de Septiembre de 1821.
En primer lugar, hay que preguntarse si se puede denominar Independencia a la proclamación de un Acta, discutida y redactada por las mismas autoridades coloniales y los criollos principales en ciudad Guatemala, es válido hablar de Independencia cuando después de firmada el Acta se quedaron en sus puestos las mismas autoridades españolas y se conservaron en esencia las mismas leyes e instituciones coloniales y los criollos continuaron en posesión de sus grandes latifundios explotando la mano de obra ladina e indígena.
Hay que escribirlo claramente: la independencia de España se dio sin guerras, sin un solo combate, sin disparar un solo tiro, sin héroes ni muertos. La separación de España fue producto principalmente de causas externas que fueron manipuladas hábilmente por los intereses criollos. La independencia del reino de Guatemala se produce como un apéndice de la independencia de México.
La independencia fue un proceso útil para mantener los privilegios económicos de una élite criolla, basta leer el primer numeral del Acta de Independencia para verlo.
“1. Que siendo la independencia del gobierno español la voluntad general del pueblo de Guatemala, y sin perjuicio de lo que determine sobre ella el Congreso que debe formarse, el señor jefe político la mande publicar, para prevenir las consecuencias que serían temibles en el caso de que la proclamase de hecho el mismo pueblo.”
La independencia de El Salvador, no pasó por un proceso de reestructuración y de consolidación de relaciones sociales propias del país, que representaran y le dieran su lugar a cada uno de los sectores poblacionales que integraban la sociedad salvadoreña. Por el contrario, fue una simple acomodación de las relaciones de dominación de los criollos sobre las demás clases sociales, que consolidaron una estructura productiva propia a sus intereses y una superestructura neocolonial de legitimación de su poder.
Ayer en todo el país se celebró la Independencia y como de costumbre, se organizó un desfile de los centros escolares y unidades militares que recorrieron las principales calles de San Salvador y los departamentos del interior del país.
Es triste pero en este mes de la Patria no se organizan eventos académicos en las universidades para debatir acerca del verdadero significado de la independencia, ni se presentan libros donde se den a conocer enfoques novedosos acerca de la independencia, que aporten elementos para tener una comprensión más completa de la emancipación y lograr un mayor sentido de pertenencia.
La pregunta fundamental que debemos hacernos es: ¿Qué significa ser salvadoreño 194 años después de la llamada independencia? La verdad es que ser salvadoreño es un concepto poco construido a lo largo de la historia; de hecho, los aspectos más comunes que se identifican con la salvadoreñidad son cantar a capela y a todo pulmón el himno nacional cuando juega la selección nacional de fútbol o bailar en un centro escolar El Carbonero o Las Cortadoras. Es una realidad: generar identidad nunca ha sido un objetivo central del Estado ni de la propia sociedad.
Estamos en la segunda década del siglo XXI, y los salvadoreños necesitamos urgentemente cuestiones que nos den sentido de pertenencia. Ser salvadoreño significa conocer en primer lugar la historia que se esconde atrás del nombre de El Salvador, es asumir y no perder las costumbres y tradiciones nuestras para que no sean desplazadas por una cultura extranjera. Es llegar a un consenso nacional acerca de los que debe hacerse para sacar adelante el país.
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