Revdo. Miguel A. Hernández
Los acontecimientos en El Salvador llenan de tristeza e indignación a cualquier ser humano ya sea salvadoreño o no.
Se reconoce que el número de asesinatos han llegado a cifras altas no antes vistas ni aun durante el conflicto armado en los 80. Sólo en el pasado mes de agosto el número de asesinatos llegaron a más de 900.
La respuesta a los problemas de violencia en El Salvador ha sido más violencia por parte del Gobierno del Presidente de la República Salvador Sánchez Cerén.
Se nota que la respuesta del gobierno hacia a búsqueda de una solución a la situación de violencia a la que el Vice-rector de la Universidad Luterana Salvadoreña, el señor Dagoberto Gutiérrez, llama una guerra social no está dando resultados positivos.
Al leer un artículo de Greg Granding de la revista The Nation (La Nación) sobre la visita del ex alcalde de Nueva York a El Salvador, el señor Rudy Giuliani decía era necesario el exterminio de las dos principales pandillas. Pareciera que el gobierno de El Salvador está aplicando las recomendaciones dada por Rudy Giuliani. Es bien sabido que Rudy Giuliani recibió unos cuantos millones de dólares por dichas recomendaciones. Dinero que pudo haber puesto al servicio de la comunidad para las muchas necesidades que existen.
¿Será esta recomendación la salida o solución al problema de la violencia en El Salvador?
A mi parecer creo que no es la solución.
Como salvadoreños tenemos que buscarle la solución al conflicto uniendo esfuerzos. Tenemos que llegar a un consenso nacional de cómo resolver el conflicto sin tener que llegar a la violencia. Si observamos lo que pasa en el mundo de hoy llegaremos a la conclusión que la violencia solo nos trae muerte, sufrimiento, dolor y odio. Como resultado de esta violencia, familias son destruidas, miles de seres humanos huyen cuando pueden de Siria, Irak, El Salvador, Honduras, y otros del continente Africano.
Recientemente visité El Salvador. Anduve por varios departamentos tales como La Paz, Usulután, La Libertad, y desde luego San Salvador. En todos los lugares que pasé, la gente se veía sombría. Con las personas que pude conversar se quejaban que no le ven salida al conflicto de la violencia. Y decían: “la situación está difícil.”
Tenía varios años de no visitar El Salvador. Mi sorpresa al llegar a El Salvador fue que no observe un espíritu de alegría de parte de la gente. En mi mente esperaba ver un entusiasmo por los cambios que se habían alcanzado en país. Pero no fue así. Personalmente, me sentí indignado de ver como se sigue maltratando y violentando al pueblo salvadoreño con la miseria que ya todos conocemos: una pobreza institucionalizada. Yo esperaba que la situación fuera diferente.
Por eso me parece que El Salvador es un Sueño Frustrado.
Así es, un sueño frustrado, pero hay que continuar buscándole soluciones al conflicto.
El pasado 1 de septiembre el Obispo de la Iglesia Anglicana de El Salvador, el Reverendísimo David Alvarado, leyó una carta pastoral llamando a la sociedad a buscarle una solución al problema de la violencia. Estos son ejemplos de la participación ciudadana que se necesitan en estos momentos obscuros.
Todos los salvadoreños tenemos la obligación de proponer y opinar sobre cómo resolver los problemas nacionales. Éste es un derecho como ciudadanos en una sociedad democrática.
Nosotros sabemos que la violencia no es la solución. La solución posible debe de ir acompañada de justicia y bienestar social que incluya rehabilitación de aquellos que han violentando la paz en el país. Para esto, es necesario que las capas con mayor poder económico en país compartan la riqueza con los pobres. Este es un llamado a su conciencia.
Vivir fuera de El Salvador nos da la oportunidad de observar como otros países resuelven sus problemas sociales. Unos de los problemas más graves en El Salvador es la pobreza. La pobreza es pecado institucional que tiene sus orígenes en la formación de El Salvador. Antes que los españoles vinieran a El Salvador la tierra era un bien común. Al convertiste en nación, El Salvador fue controlado por los caudillos españoles sometiendo a toda la población con el poder militar.
Desde entonces, el problema de El Salvador se profundizo para la población. Después de esto vinieron el control militar para mantener a la oligarquía salvadoreña por muchos años. Esto nos recuerda el levantamiento de los indígenas dirigidos por Farabundo Martí en 1932.
Los 20 años bajo el control de ARENA no trajo cambios profundos. Mucha gente salió de país debido a la falta de oportunidades. Ahora que el ejecutivo está bajo el control del FMLN, nos damos cuenta que el país no logra hacer los cambios necesarios debido a que la derecha no trabaja para resolver los problemas nacionales. En otras palabras las manos del FMLN están atadas.
Pero hay algo más sobre éste obstáculo que no permite que la población se beneficie de la distribución de la riqueza que es de todos y todas.
Sobre el FMLN, Dagoberto Gutiérrez nos dice que durante los acuerdos de Paz, el FMLN estuvo de acuerdo en que no habría cambios estructurales en el país. ¿Qué significa esto? Que no habrá cambios profundos si el pueblo no se organiza para defender y pelear por sus derechos. Si es posible se necesita formular nuevas formas de luchas populares como se dio en los años 70 y 80. Ni la Derecha ni la Izquierda nos traerán la solución a los problemas del país. Como nos recuerda Paulo Friere: “Sólo el pueblo salva al pueblo.”
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