Inflar al “Bronco”, estrategia de la inteligencia política oficial como fue el voto a las mujeres y jóvenes
1. La clase política mexicana no es tan imbécil como se cree. Sus representantes individualmente cometen muchas tonterías, pero cuando se reúnen con sus asesores suelen salir adelante. Cada determinado tiempo a los gobiernos se les aclara el cerebro y se dan cuenta que hay que hacer reformas políticas importantes para que la población siga votando. Por ello hoy han puesto de moda inflar las “candidaturas independientes” como en 1953 se impuso el voto de las mujeres, en 1964 los diputados de partido, en 1970 el voto desde los 18 años, en 1977 derechos a todos los partidos, en los ochenta reformas del IFE, etcétera, etcétera.
2. No sé cómo se le ilumina la mente a la clase política. Sólo recuerdo una frase que gritaba el presidente Echeverría Álvarez en 1972 en el momento en que el pueblo dejaba de votar: “vale más un voto en contra que una abstención”. Estaba tan desesperado que no le importaba que los electores voten contra el PRI o el gobierno, que lo importante era que voten, así se le dio derechos de voto a los jóvenes. ¿Puede olvidarse acaso que en 1976 el candidato José López Portillo no tuvo opositor concertado porque el PAN sufría problemas internos, la izquierda no creía en elecciones y de allí surgió la reforma electoral de JLP y Reyes Heroles de 1977?
3. Los presidentes de la República, así como cada partido y funcionario, cuentan con cientos o miles de asesores políticos que les escriben sus discursos, les comentan lo que dicen y publican los medios de información, así como están a mano en todo momento que los requiera su jefe. Por ese servicio de asesoría, por los estudios que poseen y consejos que dan, reciben salarios millonarios. De estos asesores y de priístas, panistas, perredistas, ha salido la idea de impulsar las “candidaturas independientes”, estatuirlas, darles todas las facilidades y ofrecerles medios económicos para que compitan de igual a igual. ¿No es acaso otra farsa del sistema?
4. Se otorgó el derecho al voto de la mujer, a los jóvenes de 18 años, derechos plenos a otros partidos y, ¿Qué paso en este país de más de 122 millones de habitantes con más de 100 millones de pobres, miserables, desempleados y cientos de miles de asesinados? Hoy 50 por ciento de mujeres parlamentarias, muchas gobernadoras, presidentes municipales y funcionarias, pero es exactamente lo mismo porque gobiernan, piensan y hablan igual que los hombres. ¿Y los jóvenes? Cada día sustituyen a sus padres en los gobiernos y el parlamento. Hace unos días publicó La Jornada los nombres de más de 50 junior que dominan en el Congreso y en sus coordinaciones. Más de lo mismo.
5. México cambia todos los días, pero si sigue como hasta hoy en política –por la vía electoral y parlamentaria-, sólo sufrirá cambios profundos en beneficio de la mayoría de la población entre 100 años (un siglo); obvio si antes no estalla una guerra mundial, si el mundo no se colapsa por contaminación o si el imperio de los EEUU no se desploma. México ha sido dominado por el sistema electoral y parlamentario por lo menos desde 1917, el año que la Constitución proclamó que todos los mexicanos éramos iguales y gozábamos de los mismos derechos. Desde los primeros días nos dimos cuenta que no era verdad tal declaración, pero apareció la ilusión y la esperanza.
6. Ilusionados y esperanzados hemos vivido desde entonces, pensando en que algún gobierno del PRI, del PAN, del PRD, cambie de raíz la situación del 90 por ciento de la población. Sabiéndolo la clase política, empresarial y del gobierno inventan giros renovadores para que sigamos esperando a un nuevo salvador de la vía electoral: antes fueron los partidos, las reformas, ahora de las “candidaturas independientes” se van a colgar los que ambicionan un pedazo de poder. Hasta los partidos políticos se han dado cuenta de que ello puede ayudar a salvar el proceso electoral del colapso. Se sienten ridículos que menos del 50 por ciento de los electores vote.
7. Desde siempre he pensado que la gente no debe votar sino que debe luchar por sus derechos: su trabajo, sus salarios, su hogar, sus hijos, su escuela, servicios de salud, su barrio o su colonia. ¿Por qué votar por partidos o políticos que no conoce y sólo aparecen en tiempos de elecciones? ¿Cuándo lo han acompañado en sus protestas por conseguir trabajo, por aumento salarial o por tener buena atención médica y escuelas? Esto de las “candidaturas independientes” se está creando para que pensemos que el voto vale y es libre. Nuestra única esperanza es luchar en las calles y plazas por los derechos que como trabajadores nos corresponde.
Blog del autor http://pedroecheverriav.wordpress.com
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