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08 octubre 2015

Pobreza Cero convoca movilizaciones el 16, 17 y 18 de octubre contra la desigualdad y por los Derechos Humanos



Europa concentra 775 archimillonarios mientras el 25% de la población vive en riesgo de pobreza



En el año 2014 había en el mundo, según un estudio de la empresa de investigación Wealth-X, 2.325 archimillonarios, que sumaban una fortuna de 7,3 billones de dólares, es decir, un 4% de la riqueza mundial. Los patrimonios que en 2014 superaban los mil millones de dólares incrementaron un 7% respecto al año anterior. Según Wealth-X, Estados Unidos concentraba 571 megamillonarios, aunque la primera posición la ocupaba Europa (775 macrofortunas). Ratios de estas características, que se materializan en desigualdades reales, han llevado a la Alianza Española contra la Pobreza y las plataformas Pobreza Cero a la convocatoria de movilizaciones los días 16, 17 y 18 de octubre en todo el estado, con motivo del Día Internacional para la Erradicación de las Causas de la Pobreza.

La Alianza Española contra la Pobreza, que agrupa a cerca de un millar de entidades, y las plataformas “Pobreza Cero” han hecho un llamamiento a la ciudadanía, por quinto año consecutivo, para que salga a la calle por un mundo sostenible, sin pobreza ni desigualdad y por el cumplimiento de los Objetivos del Milenio. “Rebélate contra la pobreza” es la consigna elegida en 2015. Más de 30 ciudades han confirmado la convocatoria de movilizaciones, entre otras, Barcelona, Bilbao, San Sebastián, Pamplona, Sevilla, Cuenca, Oviedo, Mérida, Zaragoza o Santiago de Compostela.

La manifestación del 17 de octubre en Madrid, que hará el recorrido Atocha-Cibeles, tiene como lema “Las personas y el planeta por encima de las multinacionales; No a la pobreza y a la desigualdad, no al TTIP”. En Valencia la consigna elegida es “Las personas primero, exigimos gobiernos responsables con los Derechos Humanos”. Con estas convocatorias reivindicativas culminará la Semana de Lucha contra la Pobreza, que se celebrará entre el 13 y el 18 de octubre, y entre cuyos objetivos está advertir que en 2015 ha aumentado en cien millones el número de personas que pasan hambre y que más de mil millones viven bajo el umbral de la pobreza.

“No ha de entenderse la pobreza sólo como falta de recursos sino principalmente como imposibilidad de ejercer los Derechos Humanos”, ha recordado Cristina Ramón, representante de “Pobreza Cero” y técnica de la ONG Ecosol, en un acto organizado en la Universitat de València con el título “Desigualdad, pobreza y exclusión: vulneración en el Norte y en el Sur”. Frente a los indicadores utilizados habitualmente por los organismos internacionales, la activista ha defendido un enfoque “integral” de la pobreza, que incluya las cuestiones económica, social, ambiental, política y la defensa de las libertades.

En el origen de la pobreza global se sitúan los conflictos en sus múltiples aristas, principalmente en los países del Sur. A finales de 2013 más de 50 millones de personas en todo el mundo habían sido forzadas a abandonar su hogar por la guerra, diferentes formas de violencia o vulneraciones de los derechos humanos. Fue la cifra más elevada desde finales de la segunda guerra mundial. Además, Cristina Ramón ha citado un informe del Banco Mundial que cifra en 1.500 millones el número de personas que viven en zonas afectadas por conflictos. El riesgo de pobreza para estas personas duplica el de quienes viven en regiones más estables.

Los conflictos ambientales y el cambio climático explican la situación de pobreza en numerosos países del Sur. “África es el continente más afectado por la desertificación”, ha recordado la representante de “Pobreza Cero”, a la que siguen Asia, América Latina y la región del Caribe. Según los datos de Naciones Unidas, más de la mitad de las tierras fértiles del continente africano han dejado paso al desierto, que avanza de manera cada vez más rápida. En torno a 485 millones de personas se ven afectadas en África por los procesos de desertificación.

La tendencia a lo que el politólogo Samir Amin denomina “intercambio desigual” no es nueva. Un libro de reflexión sobre el comercio justo publicado por la ONG Setem en el año 2004, constataba que los 48 países menos desarrollados –aproximadamente un 10% de la población planetaria- vieron disminuir sus exportaciones a un 0,4% del total mundial. Mientras, Estados Unidos y la Unión Europea, que también concentraban el 10% de la población del planeta, incrementaron las exportaciones hasta un 50% del volumen global. En otros términos, el 10% más rico del mundo exporta un 125% más que el 10% representado por los países más pobres. Una década después, un informe de la OCDE (2015) ha constatado que el aumento en la desigualdad de los ingresos alcanzó en 2013 la cota más alta en las tres últimas décadas.

La tendencia a la desigualdad, la pobreza y la exclusión afecta asimismo a los países del Norte. Cristina Ramón advierte de una tendencia al “secuestro” de los procesos democráticos, de hecho, en septiembre de 2015 Intermón-Óxfam denunció que el presupuesto de los grupos de presión financieros en Bruselas asciende a 120 millones de euros. “Ellos sí que pueden influir en las políticas públicas, pero mientras, a las organizaciones de la sociedad civil, nos tienen para dar charlas o participar en proyectos de cooperación al desarrollo”, explica la activista. El camino queda expedito, así, para que en el viejo continente vivan 123 millones de personas en riesgo de pobreza o exclusión (el 25% de la población total), mientras el sector de los bienes de lujo ha crecido un 28% en los últimos tres años.

Uno de los grandes escándalos es el fraude a la hacienda pública. La Unión Europea de los programas de austeridad y recortes deja de recaudar anualmente, según Intermón-Óxfam, un billón de euros debido a la evasión fiscal. La cifra equivale a dos veces el gasto en sanidad de sus 508 millones de habitantes. Concluye la representante de Pobreza Cero que la fiscalidad penaliza al trabajo, y no a las rentas del capital. “¿Es esto justicia social y defensa de los derechos humanos?”, se ha cuestionado. Pero el estado español tampoco es ajeno a los efectos de la hegemonía neoliberal, que se encarniza principalmente con las mujeres y la población inmigrante (“la pobreza tiene rostro de mujer”). Así, el gasto público en sanidad y educación por persona ha sufrido un recorte del 21% desde el inicio de la crisis. “¿Esta política de austeridad se les ha aplicado a las entidades financieras?”.

Los números, y más aún las realidades de carne y hueso a escala global, tienen su traslación en regiones y pueblos. Hay un hilo de conexión entre los gigantescos desequilibrios Norte-Sur y las conclusiones del Observatorio de Investigación sobre Pobreza y Exclusión de la Comunidad Valenciana, cuyo informe de 2015 ha sido presentado en la Universitat de València por Enric Lluch, profesor de Economía en la Universidad CEU-Cardenal Herrera. El documento, elaborado por el CEU en colaboración con Cáritas y Foessa, apunta que en términos reales (considerando la inflación) la renta per cápita en el País Valenciano pasó desde el comienzo de la crisis de 16.618 euros anuales (2009) a 13.516 (2014), lo que implica una reducción del 18,6%. Pero la caída de la renta por persona entre los jóvenes entre 16 y 29 años, según el informe, ha sido mucho más acusada. De hecho, afirma Lluch Frechina, “se trata del colectivo más afectado por la recesión”. Lo acredita el paso de 16.532 euros anuales per cápita (2008) a 11.841 (2013), lo que supone un descenso del 28%.

Los indicadores corresponden a los de un territorio en franca recesión económica y fractura social. La tasa de desempleo en el País Valenciano se situaba al comienzo de la crisis (2008), según la Encuesta de Población Activa (EPA), en el 14,58%, mientras que en 2014 la cifra había escalado hasta el 23,48%. Durante el mismo periodo, el paro juvenil pasó del 29,61% de la población activa al 50,19%. Otro aspecto analizado en el informe son los efectos de la crisis en la distribución de la renta. Entre 2008 y 2013 la franja más pobres ven mermada su participación en la renta en un 9,35%, mientras que la fracción con mayores recursos la aumenta en un 6,16%.

En cuanto a la tasa de riesgo de pobreza, el País Valenciano se sitúa en el 22,7%, algo por encima de la media estatal (21,96%). Por otro lado, el salario mínimo se redujo de 570,6 euros mensuales en 2007 a 645,3 en el año 2014. Visto en perspectiva, el ciclo económico explica la evolución de los diferentes indicadores, también los de bienestar. Si en 2004 el 13,5% de la población valenciana padecía pobreza energética, los años de crecimiento hicieron que la cifra se redujera al 5,8% (2011), pero desde entonces se dispara la pobreza energética hasta afectar al 18,8% de los valencianos en 2014. La evolución de las ejecuciones hipotecarias es paralela: pasan de 5.369 en el año 2007 a 11.596 en 2013.


http://www.rebelion.org/noticia.php?id=204217

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