Los representantes de Comercio Akira Amari, Michael Froman y Mustapa Mohamed.
La incorporación al Tratado de Asociación Transpacífico supone sumarse a la estrategia de contención y balance de la influencia de Beijing en la región asiática, advierten los expertos. México, Chile y Perú se sumaron al acuerdo.
Estados Unidos llegó a un consenso con once naciones del Pacífico para implementar un ambicioso tratado de libre comercio. El acceso preferencial a un mercado de 800 millones de personas es el plato fuerte que esperan saborear los países del Tratado de Asociación Transpacífico (TTP, por sus siglas en inglés), cuyo grupo se completa con Australia, Brunei, Canadá, Malasia, Nueva Zelanda, Singapur y Vietnam, mesa a la que fueron invitados tres países latinoamericanos: México, Chile y Perú. La negociación final, que llegó a buen puerto después de que Estados Unidos y Japón, las dos mayores economías del grupo, lograran acortar la brecha entre sus intereses, sienta las bases para aprobar el pacto transpacífico, alianza resultante de las negociaciones que tienen lugar, desde el miércoles en Atlanta, Georgia, donde se esperaba dar forma a los últimos detalles para poner en marcha el convenio.
El ministro japonés de Política Económica y Fiscal, Akira Amari, y el representante de Comercio de Estados Unidos, Michael Froman, participaron en las conversaciones que levantarán las barreras al comercio entre las principales economías del Pacífico. El acuerdo del TPP, cuyas negociaciones comenzaron en 2008 y fue remarcado como una señal de la importancia de la región Asia-Pacífico, alcanza al 40 por ciento de la economía mundial.
Si bien las puertas de buena parte del Pacífico quedarán abiertas de par en par para los socios del pacto, liderado por Washington y Tokio, cierto es que más allá de que los gobiernos involucrados celebraron el histórico convenio –del cual China quedó excluido–, también existen sectores que disparan algunas alarmas. Asuntos como la propiedad intelectual, patentes de medicinas y la posibilidad de que empresas demanden a los Estados cuando sientan que sus intereses son perjudicados (así como menores requisitos en las reglas de origen en la industria automotriz, un sector muy importante para México), son los que generan ciertas inquietudes.
Ulises Granados, coordinador del programa de estudios Asia-Pacífico del Instituto Tecnológico Autónomo de México, manifestó que existe una posición de mucho optimismo, a nivel oficial, en Chile, Perú y México. “Ninguno de los tres gobiernos creo que hablará públicamente sobre los grandes peligros”, señaló el especialista.
El presidente estadounidense, Barack Obama, que presionó para que avanzase el acuerdo del TPP, y otro con la Unión Europea, alcanzó una victoria esta primavera al conseguir que el Congreso aceptara tramitar sendos pactos comerciales por la vía rápida, con lo que sólo podrán aprobarlos o rechazarlos, pero no enmendarlos. No obstante, no se espera que el pacto pueda someterse a voto en el Congreso hasta por lo menos el próximo año.
Por el momento no se conocen los detalles del acuerdo anunciado ayer, después de siete años de negociaciones que tuvieron lugar en la más absoluta de las reservas y entre reclamos de mayor transparencia por parte de organizaciones de la sociedad civil.
Para la economista colombiana Alicia Puyana, doctora por la Universidad de Oxford y académica de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso) en México, es muy difícil pronosticar cuáles serán los efectos del TPP, porque no se conocen todavía los detalles. “Se negoció con mucho secreto”, dijo. Sin embargo, estudios sobre distribución de beneficios estiman que, por el lado de la liberalización comercial, no es mucho, porque ya prácticamente todos los países tienen aranceles sumamente bajos.
De hecho, Chile y México figuran entre los países del mundo con mayor número de tratados de libre comercio con otras naciones. En el caso de Chile, ya tenía acuerdos con todos los países del TPP. Para la industria automotriz mexicana, que exporta mayormente a Estados Unidos, un tema clave es si se van a rebajar los requisitos de origen en importaciones desde otros países. “El sector está realmente preocupado”, señaló Granados. Durante las negociaciones, productores de acero de México, Estados Unidos y Canadá pidieron que el TPP no otorgue ventajas a productores cuya principal cadena de suministro esté fuera de la región del TPP, por ejemplo, en el rubro de las autopartes. Para Puyana, todo indica que los efectos más importantes se sentirán en la industria de la propiedad intelectual, patentes y, por sectores, en agricultura, donde ganaría algo Estados Unidos, y consideró que los países que compiten con el país del Norte en el sector agrícola se van a perjudicar.
Hace dos años, antes de ser funcionario, el actual ministro de Agricultura de Chile, Carlos Furche, señaló los alcances del acuerdo en el documento “Chile y las negociaciones del TPP: análisis del impacto económico y político”. Furche consideró que, más allá de lo comercial o los temas de propiedad intelectual e inversiones, el pacto podía tener consecuencias políticas y estratégicas. “No se trata de una iniciativa políticamente neutral. La incorporación al TPP supone sumarse a una estrategia más global de contención y balance de la influencia de China en la región asiática, impulsada por Estados Unidos”, consideró entonces.
http://www.pagina12.com.ar/diario/elmundo/4-283180-2015-10-06.html
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