Existen múltiples líneas de análisis respecto al significado y consecuencias del ajustado triunfo de Cambiemos en el balotaje.
Las primeras referencias luego del triunfo de Macri inauguran una etapa que podría ser tildada de pornográfica, por la cristalinidad con la cual se presentan las medias para ejecutar la restauración neoliberal. Usualmente estos procesos atraviesan etapas de gatopardismo, pero en esta ocasión han sido vomitados con un ímpetu llamativo y el decálogo de designaciones ministeriales así lo ratifican.
El re lanzamiento del bloque neoliberal consigna una suma importantes de actores políticos, quizá la incorporación más rutilante está dada por el re ingreso del capital financiero internacional, excomulgado en la etapa anterior. El otro actor que abre diversos debates es el que nuclea a grandes empresas industriales en la búsqueda de recomposición de la tasa de ganancia. Estas secundan el armado del PRO, con la expectativa puesta en recomponer dicha tasa, apostando a que la demanda no sea estrangulada totalmente, es decir, una política de suba de precios y enfriamiento de la demanda para no verse forzados a ampliar la tasa de re inversión; sin embargo no prevén la sinergia a la baja que su recomposición importa.
El repertorio se extiende para contener a todos los partícipes del agro-negocio, los bancos, los medios masivos de comunicación, el partido judicial y fracciones del movimiento obrero que apuestas a los acuerdos estrictamente sectoriales a la alza. No obstante el peso político específico de estos actores, la carrera por la hegemonía recién comienza, ese podio de llegada se encuentra como nunca en disputa, remarcando que el acceso a los resortes del Estado no consagra automáticamente la conducción hegemónica de un proceso histórico. En su adverso puede contemplarse mojones de política cultural ganadas por el kirchnerismo, diríamos, oraciones de sentido común que interpelan el discurso de la restauración neoliberal conducida por Macri. Sería venturoso sostener que los mueve un ánimo de revancha o venganza, epítetos más propios de una narración imperfecta, pero indudablemente vienen por la conducción ideológica del proceso, en este punto lo simbólico es un objetivo táctico prioritario, acción que implica desarmar y silenciar todas las construcciones y usinas de sentido popular; efectivamente realizaran todas las medias que fueren necesarias, justificadas por su moralidad, revestida de un impostado republicanismo.
Los objetivos estratégicos de la restauración neoliberal a título enunciativo se condensan en la liberalización del mercado, recomposición de la tasa de ganancia, re significación de un sentido común en consonancia con los dos objetivos trazados, ratificación de una matriz agroexportadora y un impulso de disgregación del bloque regional para facilitar un reacomodamiento continental conducido por el norte.
El bloque político del campo popular es sólido y con buena correlación de fuerza, la situación en nada se asemeja a la resistencia efectuada durante la década de los 90´s; en primer lugar, porque aquella arremetida usufructuó al movimiento peronista, produciendo como primera consecuencia la cooptación de los cuadros medios y diversas conducciones dificultando notoriamente la coordinación y movilización. El desprestigio acumulado respecto del peronismo producto del menemato impidió ceder una sólida estructura para pasar a la ofensiva popular. Este escenario no existe, por el contrario, los elementos que estuvieron ausente durante los primeros años de la expansión neoliberal hoy se encuentran prestos a entrar en acción. Las referencialidades y liderazgos se encuentran en estado de recomposición, saldada esa cuestión la potencia transformadora desde abajo quedará a la espera de la planificación táctica de la nueva etapa.
La tarea es reconstituir una nueva mayoría popular, empresa factible teniendo en cuenta la ficcional e inestable mayoría acumulada por Mauricio Macri en el balotaje. La inconsistencia ideológica de una porción importante que acompaño a Cambiemos emigrara rápidamente con la presentación franca de las medidas económicas, este movimiento solo podrá ser capitalizado si se cuenta con un instrumento con capacidad de captar la heterogeneidad latente.
La iniciativa política, desde un discurso que se reinvente así mismo, contemplando y conteniendo las nuevas e insatisfechas demandas, sumado a la denuncia sobre las políticas macristas de reducción de derechos debieran estar en las primeras líneas de la nueva hoja de ruta. El solo respaldo en el amplio cinturón parlamentario, ahora opositor, no puede garantizar la concreción de esa nueva mayoría popular.
Estamos en un terreno de hipótesis respecto de la velocidad con la cual se ejecutara el retorno neoliberal, la cuestión temporal está en relación como diversos acontecimientos que no han ocurrido. Resulta prudente aguardar la presentación pública del plan de gobierno, así como de las políticas económicas que los sustenten, y pivotear la táctica política en sintonía. No obstante lo cual puede marcarse la excepcionalidad de la etapa, por cuanto la ofensiva restauradora en ciernes se desliza sobre un terreno desconocido, es decir, la última dictadura cívico militar imprimió sangre y fuego para liberar el mercado, en los 90´s se valió de la utilización e inmovilización de peronismo, pero en esta ocasión lo intentará a cara lavada apelando al respaldo social, al menos en su inicio; Nunca la derecha se ha presentado tan frágil en relación a la lógica de sustentabilidad elegida, con lo cual, la gobernabilidad de esta restauración estará atada a una arista represiva en la misma proporción que en se muestre impotente la capacidad de generar consenso social.
Mariano Massaro. Abogado / fundador Grupo R. Walsh.
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=206367
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