A próposito de 'América Latina. Emancipaciones en construcción' editado por Franck Gaudichaud
El Ciudadano
En momentos de incertidumbre para las mayorías las experiencias emancipatorias recogidas en el libro América Latina. Emancipaciones en construcción, editado por Franck Gaudichaud (Tiempo robado editoras en coedición con América en movimiento) dan luces sobre como enfrentar las políticas neoliberales y de precarización de la vida. El trabajo del Movimiento de Pobladores en Lucha (MPL) en Peñalolén (Chile), la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (México), la Comuna 17 de Abril en la ciudad de Fortaleza (Brasil) o el control obrero del complejo industrial Sidor (Venezuela) son algunas de las experiencias relatadas.
Se trata de prácticas latinoamericanas que nutren a los procesos de emancipación globales en la capacidad de imaginarse otros futuros al neoliberalismo promovido por los gobiernos. Pensado como “un incentivo para la discusión y también para la acción”, como “un mosaico de praxis-saberes-accionares”, el libro apuesta por ayudar en la construcción de gramáticas emancipadoras y en abrir la capacidad de imaginar otros futuros.
Franck Gaudichaud participa en el equipo editorial de Rebelión.org. Es doctor en Ciencia política y ha investigado sobre el movimiento popular chileno. Es autor de Poder Popular y Cordones industriales. Testimonios sobre la dinámica del movimiento popular urbano en Chile 1970-1973 (LOM ediciones), entre otros libros.
FIN DEL CICLO PROGRESISTA
En el continente se anuncia el fin del ciclo progresista que en la última década definió la política latinoamericana. El proceso que puede marcarse desde la emergencia de la alternativa zapatista en Chiapas en 1994 y la llegada a la presidencia de Venezuela de Hugo Chávez en 1999. Hoy en Brasil, Argentina, Venezuela y, en menor medida en Bolivia y Ecuador, se presiente un agotamiento del giro a la izquierda experimentado por sus sociedades. Una década en que efectivamente en Brasil aumentó la renta y la incorporación social de los sectores más pobres, se creó UNASUR y la nueva mentalidad de varios gobernantes de la región se graficó en la foto en que Lula, Kirchner y Chávez se tomaban la mano sepultando el NAFTA.
Los gobiernos de la Concertación y de Bachelet en Chile no son considerados en el libro como parte de los mandatos post neoliberales progresistas. Gaudichaud más bien lo define como de un progresismo transformista.
Los gobiernos de izquierda de la región se caracterizaron por una estrategia neodesarrollista. Si bien, no aplicaron políticas neoliberales, como Perú y Chile, sus políticas económicas mantuvieron el extractivismo y el patriarcado. La situación del parque Yasuní en Ecuador o las protestas por la defensa del TIPNIS contra el presidente Morales en Bolivia son los ejemplos más paradigmáticos de la contradicción.
Las experiencias relatadas en el libro dan cuenta de que un gran dilema es experimentar formas de existencia y de sociedad más allá del ‘desarrollo’ como modelo único de sociedad y la necesidad de desmercantilizar la naturaleza.
Al mismo tiempo, en varios de dichos países las contradicciones se expresaron en importantes movimientos de resistencia y populares que tensionaron la relación entre autonomía de las organizaciones y el acceso al poder. El poder popular se nutrió de experiencias respecto a “cambiar el mundo favoreciendo la autoorganización y transformando el modelo de desarrollo, el modo de producción y las instituciones de la sociedad”- comenta Gaudichaud.
Se trata de experiencias que dan luces en el paso del poder constituyente al poder constituido. De lo vivido por comunidades que fueron laboratorios de contestación para imaginar otros futuros. Nuevas resistencias caracterizadas por “la horizontalidad de las formas de organización, la importancia de la discusión en asambleas y la reivindicación de un territorio de luchas”- comenta Gaudichaud.
Por eso se puso ojo en el ciclo de luchas y movilizaciones que está emergiendo en el corazón de América. El continente que fue convertido en un laboratorio de las políticas neoliberales viró a ser un laboratorio de contestación a tales políticas. Se trata de utopías concretas, en el decir del filósofo Ernst Bloch.
LA LUCHA EN CIUDADES
Entre las experiencias relatadas destacan las del Movimiento de Pobladores en Lucha (MPL) en Chile y de la Comuna 17 de Abril en Fortaleza, Brasil.
El campamento urbano en la capital de Ceará nace en abril de 2010 con la ocupación de un sitio en plena ciudad por 400 familias integrantes del Movimiento de los Concejos Populares (MCP) y del Movimiento de Trabalhadores sem Terra (MST). Dichos espacios son disputados no sólo a las oligarquías locales, sino que también a las bandas de narcotráfico de la región.
Además de resolver el problema de vivienda el proyecto constituyó un lugar de socialización, educación y politización, según destacan las analistas Flora Bajard y Julien Terrié. En tal sentido, la Comuna 17 de Abril no sólo ofrece perspectivas de hábitat a los pobres urbanos, sino que también de producción de productos agrícolas y ecológicos, espacios de producción en cooperativa y de venta directa.
Según los analistas, dicho lugar “prefigura la nueva estrategia de los movimientos campesinos y anticapitalistas en Brasil, que apuntan hacia una reforma agraria y urbana”.
Por su parte, Henry Renna analiza el desarrollo del MPL en Peñalolén, movimiento que “ha transitado desde la necesidad a la comunidad”. Nacidos en 2006 en la comuna de la zona oriente capitalina, se articularon por la demanda de viviendas tomándose diferentes terrenos. A diferencia de otras organizaciones, su demanda fue más allá y no se contentaron con exigir las soluciones habitacionales al gobierno, sino que se transformaron en gestores de su propio devenir.
De esta forma, rescata Renna, que han hecho emerger prácticas de producción social del hábitat y estrategias de resistencia opuestas al asistencialismo y al clientelismo de las subjetividades neoliberales. Se dotaron de sus propias herramientas de acceso al suelo, de participación en el diseño arquitectónico, gestión de recursos y de control administrativo del proceso.
Expresión de dichas prácticas son la formación de una Empresa de Gestión Inmobiliaria (EGIS), condición exigida por la burocracia estatal para acceder a la vivienda y que otros pobladores dejaban en manos de intermediarios. El MPL decidió por su propia cuenta crear una EGIS. En 2010 nace el MPL Franklin, quienes ocupan un inmueble vacío en Santiago centro bautizado como Casona Esperanza, que constituyó el primer Inmueble Recuperado por Autogestión (IRA). En 2012 crearon un Centro de Educación Integral de Adultos (CELA) y el Jardín Epuwen-Dignidad en un conjunto habitacional por el mismo MPL gestionado. De esta forma como movimiento aspiran a disputar el campo de la enseñanza. Así mismo en La Faena desarrollaron un huerto comunitario y un temazcal que está abierto a la comunidad los domingos.
Se trata de modalidades de control comunitario. Según Renna estas distintas formas de producción social “no son sólo una forma de recuperar recursos o una modalidad individual o colectiva de satisfacción de necesidades, sino que constituyen un proyecto de autogobierno”. Se trata, según el analista, de lugares sin permiso que acaban por constituir focos de autonomía.
ETNICIDAD EN BOLIVIA Y CONCEJOS COMUNALES EN VENEZUELA
Hervé do Alto analiza el de ascenso del Movimiento al Socialismo (MAS) que llevó a Evo Morales a la presidencia de Bolivia en 2006. Su perspectiva es considerar dicho proceso como efecto de la etnicidad que terminó por imponerse como temática estructurante del campo político boliviano.
Do Alto concluye que más allá de una revancha racial o la instauración de un poder indígena, el gobierno del MAS demuestra “el cuestionamiento de la subalternidad de grupos sociales cuya participación política, en lo sucesivo, ya nadie pone en duda”.
También el funcionamiento de la ‘democracia participativa y protagónica’ bajo el proceso bolivariano en Venezuela es analizado por Mila Ivanovic. Instancias de participación creadas con como los Consejos Locales de Planificación Pública (CLPP) y los Consejos Comunales son revisados por la analista para dar cuenta de la vitalidad democrática en el país caribeño. Una pregunta configuradora del análisis es “¿cuál es la potencialidad de las Comunas en términos de democracia y de ruptura o de reproducción del modo de dominación que se despliegan en las prácticas de estos actores?”
Centrándose en la Comuna José Feliz Ribas de la Parroquia de Altamirano, al sur de Caracas, Ivanovic analiza como dichos colectivos de vecinos se movilizan en áreas como vivienda, salud, servicios públicos y hasta el despliegue de prácticas parapoliciales contra la delincuencia y el narcotráfico.
La analista concluye que “la democracia participativa venezolana muestra positivos signos de avance en la construcción de nuevos paradigmas democráticos que permitirían superar el agotamiento del sistema representativo”.
Entre otros territorios analizados destaca la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (México), proceso inédito de autogobierno iniciado tras una huelga de un sindicato de maestros en dicha ciudad. El movimiento logró el reconocimiento constitucional de la ingobernabilidad y controló la gestión de la ciudad por un largo periodo de tiempo, trisando así la hegemonía del PRI en la política mexicana.
Sin duda, la compilación de experiencias es una buena oportunidad de conocer formas de luchas y de gestión de comunidades que han salido del formato neoliberal. Más que modelos a seguir, son experiencias que invitan a imaginar nuevos mundos y otros futuros posibles.
Mauricio Becerra Rebolledo
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