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24 diciembre 2015

Las dos trincheras comunicacionales y los medios populares en la línea de fuego




En Argentina, el escenario comunicacional que se plantea con el recientemente electo gobierno de Mauricio Macri está dando mucho para hablar. Todo esto se desata con las primeras medidas del nuevo gobierno, en especial con la creación del Ministerio de Comunicaciones, que vino a cuestionar el rol de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual. Frente a esto, una catarata de marchas “en defensa de la ley” que se dieron y dan en todo el país intentan poner un freno al gobierno de los decretos del Presidente.

Sería un error mantenerse al margen de lo que acontece. Por ello, consideramos que hay varios puntos a tratar para comprender la nueva situación política-comunicacional de nuestro país. En un primer momento, explicar el nacimiento del Ministerio de Comunicaciones, el rol que juega para con el AFSCA y los medios estatales. En un segundo momento, analizar el nuevo espacio que pasa a ocupar el kirchnerismo, que, lejos de realizar la necesaria autocrítica (1), cae en la variable del posibilismo y de hegemonizar a la oposición bajo su interpretación.

Néstor Kirchner asumió su gobierno el 25 de mayo de 2003, y desde ese momento se tomó de la mano del Grupo Clarín, que lo respaldó mediáticamente y le aseguró la gobernabilidad que necesitaba. Razón de ello, a modo de contra favor, en 2005 fue el expresidente quien renovó las licencias de los grandes medios, entre ellos los del Grupo Clarín (2).

Sin embargo, este amorío se extendió por unos pocos años. En 2008 la crisis en la que se vio envuelto el gobierno de Cristina Kirchner por la eliminación o el aumento de las retenciones a los sectores primarios dieron cuenta del papel que jugaban los medios de comunicación. Frente a tal situación, y como mecanismo de buscar un nuevo impulso político, el kirchnerismo tomó el reclamo popular de transformar la vieja ley de medios de comunicación proveniente de la dictadura e instaurar una nueva, más amplia, plural y democrática. Así nació, a resumidas cuentas, la nueva –y vigente- Ley 26.522 de Servicios de Comunicación Audiovisual, cuyo origen teórico se remonta a los 21 puntos por el derecho a la comunicación.

Pero volvamos al presente. Quien estará a cargo del nuevo Ministerio de Comunicaciones será el cordobés y radical del sector más derechista Oscar Aguad (3). Según el boletín oficial (4) donde se anuncia su creación, sus funciones serán la de regular, aplicar, controlar, elaborar, supervisar, todo lo referido a la situación de los medios de comunicación de nuestro país, lo que claramente supone una superposición de actividades, obligaciones e independencias del AFSCA (5) y AFTIC (6). El problema radica en que la pérdida de independencia supondría la quita de poderes, y en fin, la quita de posibilidades de que la ley se aplique efectivamente, según su espíritu formador. A esto hay que agregar las declaraciones del ministro Aguad, quien plantea una política donde “Los medios van a competir libremente en el mercado” (7).

De más está decir que no podemos pedirle al nuevo presidente que respete la independencia del AFSCA (de los dos organismos, quizá el más importante en cuanto a sus facultades), cuando la presidente Cristina Fernández nunca lo hizo. Desde el 2009 en adelante, la ley no fue empleada en beneficios de los medios sin fines de lucro, sino que ha sido un caballo de batalla en el conflicto entre el gobierno y el Grupo Clarín. La pluralidad de voces se convirtió así en una gran utopía.

Como ya apuntamos en un artículo anterior, la mayoría de los medios que adquirían una licencia (concursable o de hecho) eran aquellos con un discurso afín al gobierno. Una vez más, la batalla por las ideas se daba solo entre dos sectores de las clases dominantes.

Nos encontramos entonces con nuevas reglas de juego: donde antes la subordinación del ente autárquico estaba bajo el kirchnerismo, el gobierno de los decretos subordina también al ente encargado de aplicar la ley por medio de la creación del Ministerio.

En paralelo, los empresarios mediáticos que más se vieron beneficiados durante los doce años de gobierno kirchnerista tratan de readaptarse. Esto se refleja en la decisión de Cristóbal López de no renovar el contrato del programa que servía de sostén ideológico del gobierno saliente, 678.

La situación es compleja de analizar, ya sabemos. Supera ampliamente lo que podamos llegar a explayar en éstas páginas y, además, todavía no está muy claro lo que realmente sucedió con el programa. Lo que sí es una certeza, es, por un lado, que 678 cuenta con el apoyo de amplios sectores del arco progresista y de izquierda, militantes e intelectuales, como quedó demostrado en el programa #678multitudinario; por el otro, que las medidas adoptadas por el gobierno de Cambiemos causaron que se pierda de vista que el Frente para la Victoria, en todos estos años, poco hizo para que suceda una real aplicación de la ley.

Con la asunción de Mauricio Macri y todo el plantel de Cambiemos nació en el espectro político un nuevo actor social. O mejor, es un actor social ya existente, pero ahora desde la vereda de enfrente. Mucho más pequeño, fruto de los realineamientos internos y de las fuerzas que lo componen, el kirchnerismo se posiciona en el campo de juego como la oposición Sin embargo, lo hace negando los colectivos sociales que se venían manifestando previo a la victoria del macrismo por el explícito “giro a la derecha”.

Muy por el contrario, se presenta como un bloque monolítico, respaldado en el falso 48% del electorado, dentro del cual no se permiten expresar otras voces, también disidentes de lo que resultó ser el FpV. Sin embargo, esta intención de plantarse como única oposición niega o invisibiliza las otras expresiones del campo social y popular que llevan años luchando, marchando y resistiendo el avance de la derecha. Pero su mensaje se diluye frente a la valla comunicacional que aún tiene en su poder el kirchnerismo.

No creemos que todo lo que hizo el gobierno anterior, en sus doce años, estuvo mal. No disentimos en que hubo significativas mejoras y avance en materia de todo tipo. Pero sí nos interesa señalar que, en Argentina, en materia de comunicación, la realidad podría caracterizarse de la siguiente forma.

Una gran trinchera comunicacional, conducida por el Grupo Clarín, que respaldó, protegió y construyó el gobierno y la gobernabilidad de Mauricio Macri y el equipo de Cambiemos –sobre todo al ministro Oscar Aguad-, que a su vez, esta está alineada con los grandes medios de comunicación a nivel regional e internacional que repiten el discurso que se emite desde la Casa Blanca.

Una segunda trinchera comunicacional impulsada por un sector que gobernó durante 12 años el país y que ahora se disfraza de única oposición e intenta instalar a su movimiento político como paladín de la democracia y los derechos humanos. Sin embargo, esta posee una cantidad menor de medios en su poder, pero fortalecida por los cientos de militantes que descubrieron la herramienta de la movilización y coparon las calles en “defensa de lo conquistado” y “resistiendo con aguante”. Esto se realiza, y debemos insistir sobre ello, sin la necesaria autocrítica sobre los límites y el posibilismo en el que cayó el FpV, en gran medida, fruto de sus restricciones autoimpuestas. En definitiva, no se avanzó más allá de las posibilidades que brindaba un capitalismo serio, a pesar de las experiencias regionales.

Esta última trinchera es la que se apodera del discurso contra hegemónico y antimonopólico. La hipocresía es gigante. Durante los doce años de gobierno, el kirchnerismo se concentró en crear su propio grupo de medios concentrados con el fin de disputarle en materia comunicacional a la oposición del momento. Sin embargo esto no permitió la pluralidad de voces, sino que terminó invisibilizando todo aquello que disienta con la palabra oficial.

Entonces, ¿solo Clarín miente? ¿La hegemonía es aceptable si es impuesta por el Estado? Hay que ser cuidadosos en este sentido, porque el kirchnerismo también tuvo como aliado a grupos económicos y mediáticos, como bien señalamos al principio.

En medio de esas dos grandes pero desiguales trincheras comunicacionales están los medios de comunicación populares, resistiendo el ocultamiento de las problemáticas del pueblo por parte de ambas. Por un lado el kirchnerismo y los medios afines escondiendo la represión, los conflictos sociales, la inflación, los desaparecidos en democracia, la quita de tierras a los pueblos originarios (y la lista continúa); por el otro, la gran trinchera de los grupos económico-concentrados, que defiende a la derecha más rancia, avala las políticas neoliberales, resguarda la concentración mediática y económica, justifica lo que fue la época más oscura de nuestra historia y, en sintonía con el kirchnerismo, oculta lo mencionado anteriormente disimulando la influencia de los medios en la formación de la opinión pública.

¿No resulta extraño que ambos sectores coincidan en lo mismo?

Por ello, tenemos el compromiso histórico de responder a la realidad que se nos plantea: la de posicionarnos ante la sociedad con el mismo discurso de siempre; construyendo una comunicación de nuevo tipo, más solidaria, inclusiva, feminista, trabajadora y democrática que la existente; apoyando y defendiendo la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, pero sin perder de vista los límites autoimpuestos y la manipulación y vapuleo que el kirchnerismo hizo con ella, cuestión que Macri pretende continuar.

La batalla de ideas está más presente que nunca.

Notas

1- Un balance sobre la aplicación de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, aprobada en 2009, y su verdadera aplicación, escrita por Lisandro Moreno y Andrés Borrello, puede encontrarse enhttp://www.rebelion.org/noticia.php?id=206942




5- La Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual (AFSCA) es un organismo descentralizado y autárquico creado a partir del artículo 10 de la Ley Nº 26.522 de Servicios de Comunicación Audiovisual.

6- La AFTIC es el órgano encargado de regular el mercado de las TIC en todo el país. En ella se concentran todas las actividades de regulación, fomento y administración de fondos especiales para cumplir con la ley 27.078 "Argentina Digital"



http://www.rebelion.org/noticia.php?id=207144

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