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28 diciembre 2015

Lo que viene después de la devaluación




Los grandes grupos empresarios respaldaron los anuncios económicos de Macri, pero la pérdida de poder adquisitivo que vino de la mano de la suba de precios abre un escenario de conflictividad social y fuerte incertidumbre.


Producción: Tomás Lukin



Disciplinamiento social


Por Sergio Arelovich *


Días antes de la asunción presidencial advertíamos que los anuncios previos al 10 de diciembre habían creado un mar de incertidumbre. Se había empezado a construir un nuevo escenario en la distribución del ingreso, sirviendo el banquete para exportadores, conglomerado de empresas formadoras de precios y el sistema financiero, entre otros. Señalábamos que el pato de la boda serían los sectores de ingresos fijos: asalariados, jubilados, pensionados o beneficiarios de programas sociales diversos, aun con la implementación de mejoras nominales absorbidas con creces por el proceso inflacionario. Y que en consecuencia se trataba de la creación de un escenario de caos con el propósito de establecer condiciones para el disciplinamiento social. Los primeros días del nuevo Gobierno comenzaron a dar luz sobre la intensidad y también respecto de las prioridades en materia de política económica, ratificando aquellas expectativas.

A partir de la construcción normativa contenida en decretos, resoluciones, comunicaciones y otro tipo de instrumentos de jerarquía indiscutiblemente inferior a la supremacía jurídica de leyes, códigos de fondo y la propia Constitución Nacional, el gobierno de Mauricio Macri generó en el plano económico –aunque no reducido a este– un conjunto de modificaciones, esencialmente en materia cambiaria y aduanera. Atribuir jerarquía de plan económico a este conjunto heterogéneo de medidas sería darle demasiado crédito. Por el contrario, se trata de la intervención del Estado nacional y no de su prescindencia, para generar una transferencia de ingresos desde un sector mayoritario de la sociedad hacia otro sector reducido compuesto por un puñado de empresas locales y extranjeras.

Los 120 días que fijó el nuevo titular del Indec, Jorge Todesca, como plazo para la regularización de dicho organismo, deberían poner énfasis en los cambios producidos en la Cuenta de Generación del Ingreso derivadas de lo ocurrido en la economía argentina a partir del 23 de noviembre de 2015 y en el comportamiento intersectorial de los precios mayoristas. ¿Cómo hizo el dólar oficial para crecer 9,80 a 13,95 del 16 al 17 de diciembre? Validando la primera operación cursada en torno del nuevo precio. En español: con la intervención del BCRA para que el dólar alcance su nuevo nivel. No se trata del mercado sino de la acción del Estado nacional, en este caso administrando la flotación del tipo de cambio desde un nuevo piso.

Se trata siempre de un Estado presente y no de un estado ausente. La cuestión es presente para qué y para quienes. Si se le diera un orden de importancia a las modificaciones normativas entre el 11 y el 24 de diciembre, podríamos destacar las Comunicaciones A 5850, hasta la A 5855 del BCRA, el Decreto 133/2015 y la Resolución General de AFIP 3823. Se trata de la homologación del proceso devaluatorio que se expresaba en el marginal mercado negro, de las modificaciones al funcionamiento del mercado único libre de cambios, del tratamiento de las posiciones en divisas de las entidades financieras, de un nuevo programa de emisión de letras del tesoro (en pesos y en dólares), de la reducción a cero o disminución de las alícuotas de los derechos de exportación para un conjunto de posiciones arancelarias, del cambio del régimen dentro de las licencias automáticas y no automáticas de importación.

La transferencia de ingresos a favor del núcleo duro que representa el poder económico en Argentina es obscena en comparación con las necesidades de amplias capas de la población sumidas en situación de pobreza. La única medida en sentido contrario ha sido la de otorgar exiguos 400 pesos para un conjunto de programas sociales vigentes. Los trabajadores del sector estatal y del sector privado reclaman una compensación frente a la pérdida del poder de compra, derivada del crecimiento exponencial de los precios. El Gobierno nacional sólo tiene incumbencia en la órbita del sector público homónimo.

¿Cuánto mide un doble aguinaldo extra para los trabajadores activos del Estado nacional? Una cifra similar a la que no pagarán –en concepto del impuesto a las ganancias– los magistrados y funcionarios del poder judicial para el ejercicio 2016 o un tercio de la reducción de contribuciones patronales vigente para las empresas no residentes en Capital Federal o un tercio del Impuesto a las Ganancias que no pagará una parte de la renta financiera constituida por los intereses sobre los títulos públicos y los depósitos a plazo fijo. La única respuesta clara a las demandas de los trabajadores no ha sido económica sino el envío de la Gendarmería.

* Docente de la Universidad Nacional de Rosario.






Ajuste y endeudamiento





Por Igal Kejsefman *



Las promesas de campaña de Mauricio Macri adelantaron la disolución de todos los mecanismos de control cambiario una decisión que implica una devaluación, la transferencia de ingresos a los exportadores, más inflación y la caída del salario real. La pregunta que se abrió luego del 10 de diciembre consistía en saber si estas medidas adoptarían la velocidad del shock o del gradualismo. La victoria por un escaso margen y la capacidad de condicionamiento de los sectores populares hizo suponer a muchos analistas que el nuevo gobierno adoptaría la segunda forma. Pero la política suele ser contraintuitiva. Una hipótesis es que se eligió el shock especulando con que una devaluación más lenta podría terminar neutralizada –en términos reales– en un contexto de rápido crecimiento de los precios y con las paritarias en puerta.

Sin dudas implicaba una fuerte apuesta y eran pocos los que no auguraban una corrida cambiaria luego del repentino levantamiento de las restricciones a la compraventa de divisas. La primera operación se transó a 13,90 pesos (un salto del 44 por ciento en el tipo de cambio), pero pasada una semana el tipo de cambio se ubicó más cerca de los 13,30 pesos. ¿A qué responde? En primer lugar, el Gobierno todavía no habilitó a los importadores a cubrir deudas por 5 mil millones de dólares, además las empresas extranjeras no comenzaron a remitir utilidades y los exportadores empezaron a liquidar el stock de granos. A ese listado se suma que el Banco Central subió las tasas de interés en pesos, los bancos privados ofrecen importantes tasas en dólares y el Gobierno espera la entrada de dólares financieros en un corto plazo. Estos elementos ponen de manifiesto la cooperación de industriales, multinacionales, agroexportadores, banqueros y organismos internacionales, es decir, el interés conjunto de la clase dominante por garantizar una devaluación exitosa.

La adjetivación puede resultar confusa: “Exitosa”, ¿en qué sentido? ¿Para quién? Al advertir la caída del salario real podría pronosticarse una recesión basándose en análisis subconsumistas (si menos gente compra, menos se produce, menor empleo). No obstante, si se abandona el debate binario entre una economía “tirada por demanda” o “empujada por oferta”, la caída del salario real puede resultar efectiva para restablecer la ganancia de los capitalistas y por lo tanto reimpulsar exitosamente la acumulación. Sin olvidar la cantidad de supuestos presentes en la argumentación, no es posible descartar un escenario de caída del salario real y desempleo moderado con crecimiento del PIB, como sucedió en los primeros años de la convertibilidad.

Para hacerse de la ganancia se requiere que alguien compre la mercadería; sin embargo, en el escenario anteriormente planteado no podrían ser los trabajadores locales. ¿Y entonces quién? Durante los 18 días desde la asunción, el Gobierno dejó algunas pistas. Montado sobre una estructura productiva que dinamiza la economía local a partir del ingreso de divisas –que el kirchnerismo heredó del neoliberalismo y no modificó–, Macri creó el Ministerio de Agroindustria, en la Conferencia de la UIA propuso dejar atrás el debate entre el Estado y el sector privado, entre el Agro y la Industria, prometiendo premiar a los exportadores y propuso pasar de ser el granero al supermercado del mundo. Su discurso emula las recomendaciones del brasileño Bresser Pereira y muestra al neodesarrollismo como un consenso de época que trasciende a tal o cual gobierno.

Resulta imprescindible considerar una arista adicional: el Gobierno parece tener la venia “por arriba”, pero el éxito del plan económico –en el sentido anteriormente considerado– requiere también la construcción de legitimidad “por abajo”. En caso contrario, el gobierno se expondría al incremento de la conflictividad social y el fracaso de la implementación del plan.

No existen motivos para que los trabajadores acepten ni legitimen la caída del salario real sin mediar una derrota. La administración de esta tensión se manifiesta en la combinación entre ajuste, desfinanciamiento del Tesoro, represión –para los que se niegan al cauce institucional–, concesiones y proyectos de infraestructura financiados con endeudamiento externo. La experiencia en Boca y en la Ciudad de Buenos Aires parece situar a Macri más como un populista de derecha que como un liberal clásico, que tiene en la mira el “voto cuota” que viablizó la victoria de Menem en el ‘95. En este contexto, erosionar la legitimidad del ajuste y del ciclo de endeudamiento requiere una voz que se apoye en los núcleos de buen sentido que deja la experiencia kirchnerista para, desde allí, trascenderla y construir una alternativa al macrismo.

* Economista (UBA/Conicet). Miembro del Centro de Estudios para el Cambio Social.

http://www.pagina12.com.ar/diario/economia/2-289111-2015-12-28.html

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