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23 marzo 2016

Molenbeek, cuna del extremismo



La policía belga reaccionó con operativos y redadas.
Imagen: AFP

En ese barrio pobre de Bruselas creció Abdelhamid Abaaoud y allí fue capturado el único atacante que sobrevivió. En Bélgica se esperaban ataques como los de ayer por la intensa actividad de grupos terroristas en ese país.

Por Leo Cendrowicz y John Lichfield *


La amenaza sobre Bruselas siempre estuvo ahí, pero nadie quería creerlo. Como observó gravemente el primer ministro belga, Charles Michel, “Pasó lo que temíamos”. Los ataques de ayer fueron un duro recordatorio en el corazón de Europa de la implacable naturaleza del terrorismo moderno, así como de los vínculos siniestros que se entrecruzan en la capital belga con el extremismo islámico. La amenaza estaba por cierto allí desde el mismo día después de los ataques de París, el 13 de noviembre, cuando la policía belga allanó casas en el famoso barrio de Molenbeek de Bruselas. Ya habían conectado a los atacantes de París con Molenbeek que durante mucho tiempo había sido conocido como una incubadora de terroristas islámicos.

Fue en Molenbeek, un barrio pobre y marginado con una gran población musulmana, donde los investigadores creen que el ataque de París fue planeado por Abdelhamid Abaaoud, el hijo, nacido en Bélgica, de un comerciante de Marruecos. Abaaoud era parte de una red de soldados terroristas con sede en Bélgica, cuyas hazañas dejaron una estela de muerte y destrucción en toda Europa. Más allá de esa frontera también: alrededor de 500 jóvenes belgas fueron a Siria para luchar en grupos jihadistas como el Estado Islámico (EI). En relación con su población, ningún otro país europeo ha alimentado con más combatientes al extremismo islámico.

A pesar de la larga historia del extremismo islamista en Bélgica, hasta ayer se habían producido pocos ataques en territorio belga. Pero hubo una participación significativa en las atrocidades que se produjeron en otros lugares. Hay enlaces belgas con el asesinato del combatiente afgano antitalibán Ahmed Shah Masoud –justo antes de los ataques de septiembre de 2001 en Estados Unidos– y al Grupo Islámico Combatiente Marroquí (GICM), que tuvo un papel importante en los atentados de Madrid 2004. En 2005, la musulmana convertida Muriel Degauque, fue la primera terrorista suicida occidental conocida, cuando se detonó en Irak.

La conexión belga se puso al descubierto en el juicio del año pasado contra Fouad Belkacem en Amberes, el líder del grupo radical Sharia Belgium, cuya tapadera era una red de información islámica, aunque reclutaba activamente combatientes para Siria. Fue el juicio más grande de su tipo en el país: otros 44 miembros de Sharia Belgium fueron condenados a penas que oscilan entre los tres y los 12 años, aunque la mayoría de ellos fueron condenados en ausencia, ya que los implicados estaban en Siria.

La mayoría de las pistas que unían el terrorismo con Bélgica condujeron finalmente a Molenbeek. En mayo de 2014, Mehdi Nemmouche, un francés armado de origen argelino, mató a cuatro personas en un museo judío en Bruselas. Más tarde se supo que había estado en contacto con Abaaoud. Ayoub al Khazzani, que en agosto de 2015 planeaba atacar el servicio de trenes Thalys entre Amsterdam y París, subió al tren en Bruselas después de permanecer en Molenbeek.

Así que las redadas de la policía de noviembre pasado fueron casi inevitables. Comenzaron lo que en más de cuatro meses culminaría con alrededor de 120 registros de viviendas y 58 detenciones, ya que los investigadores trataron de encontrar a los cómplices de los atacantes de París. La mayoría de las búsquedas se centraron en Molenbeek, donde dos de los miembros belgas de la banda tenían su base, así como tres de los seis miembros franceses.

El presunto cabecilla de los atacantes de París, Abaaoud, de 28 años, había crecido en Molenbeek, pero fue a la escuela en la élite del Collège SaintPierre, en el barrio de Uccle donde vive gente de dinero. Finalmente, fue encontrado en St. Denis, París, días después de los ataques, y murió tras un largo asedio y tiroteo con la policía. El otro belga era Bilal Hadfi, de 20 años.

Pero la preocupación más inmediata era el destino de Salah Abdeslam, el francés de 26 años de edad, que al parecer no realizó un ataque suicida con sus compañeros de viaje en París. Su hermano, Brahim, de 31 años, sí lo hizo, inmolándose en el Comptoir Voltaire, sin embargo, Salah estaba huyendo. Finalmente, fue capturado en Molenbeek el viernes pasado, pero durante cuatro meses, desde noviembre, había sido el hombre más buscado en Europa, como único miembro sobreviviente conocido de los atacantes París.

De hecho, cuando la policía supo que se había dirigido desde París a Bruselas, organizó un bloqueo de tres días de la ciudad –con metros, escuelas, cines y centros comerciales cerrados y soldados patrullando las calles– mientras los efectivos usaban todos los recursos para rastrearlo.

Durante esos inquietos días, los ciudadanos de Bruselas se prepararon para una atrocidad como París. En ese momento, hubo rumores de que el cinturón suicida de Abdeslam había fracasado, y que él estaba buscando redimirse con un castigo espectacular. El espectro de Abdeslam pesaba sobre ellos, como una espada de Damocles.

Cuatro meses más tarde, finalmente aconteció: ayer, dos bombas estallaron en el aeropuerto, y otra destrozó un vagón en un subte de la ciudad. No fue Abdeslam –que se encuentra en una prisión de máxima seguridad en Brujas– pero todo está conectado con él, con París, con Molenbeek y otros homicidios.

Cuando el bloqueo de noviembre pasado se levantó, la ciudad cautelosamente volvió a la normalidad aunque con una presencia militar continua en lugares clave. El rastro de Abdeslam se congeló, y algunos sugirieron que había abandonado el país. La ciudad suspiró de alivio.

“Estos chicos actuaron presionados por la detención de Salah Abdeslam la semana pasada,” dijo Pieter Van Ostaeyen, un investigador belga del radicalismo islámico. Van Ostaeyen añadió: “Me temo que la policía está sólo unos pasos atrás”, dijo. “Ellos estaban convencidos de que detuvieron algo grande la semana pasada. Y el EI probablemente quería demostrar que pueden golpear el corazón de Europa, en cualquier momento “.

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12

Traducción: Celita Doyhambéhère.

http://www.pagina12.com.ar/diario/elmundo/4-295223-2016-03-23.html

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