En busca de un “adulto responsable”
Middle East Monitor
Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández.
Tras meses de espera, el Reino Unido ha decidido abandonar la Unión Europea (UE). Aunque los resultados fueron muy ajustados –el 51,9% votó a favor de “Marcharse” frente al 48,1% que eligió “Permanecer”-, las consecuencias de la decisión serán de largo alcance. No sólo los británicos van a tener que negociar su salida de la UE (de ahí el término “brexit”) durante los próximos dos años, sino que es probable que la decisión marque el comienzo de unas turbulencias políticas sin precedentes en la historia de la UE. Pero, ¿beneficia a Palestina?
A la sombra del llamado debate sobre el brexit, está teniendo lugar una discusión completamente distinta: “¿Beneficia el brexit a Israel?”, o como un comentarista israelí, Carlo Strenger, expresó en el diario israelí Haaretz: “¿Qué consecuencias tiene [el brexit] para los judíos?”.
En la búsqueda de votos del último minuto, el primer ministro británico, David Cameron –quien, hay que reconocérselo, tuvo la dignidad de dimitir tras la votación-, hizo el lunes 20 de junio un apasionado llamamiento ante una audiencia judía. Ante los simpatizantes de Israel en la organización de atención social Jewish Care, declaró que permanecer en la UE era algo realmente bueno para Israel.
Presentó a su país como si fuera la salvaguardia de los intereses de Israel en la Unión. El punto esencial de su mensaje fue: Gran Bretaña ha mantenido un ojo vigilante sobre Bruselas y ha frustrado cualquier debate que pudiera acabar siendo hostil hacia el Estado judío.
“Cuando en Europa se está debatiendo sobre su actitud hacia Israel, ¿queréis que Gran Bretaña –el mejor amigo de Israel- se oponga allí a los boicots, se oponga a la campaña a favor de la desinversión y las sanciones, o preferís que nos quedemos fuera de la sala, sin poder alguno para influir en la discusión que está teniendo lugar?”, dijo ante una audiencia mayoritariamente judía.
Como era de esperar, Cameron metió a Irán en su razonamiento prometiendo que si Gran Bretaña permanecía en la UE, su país estaría en una posición de mayor fortaleza para “impedir que Irán consiga armas nucleares”.
Aunque la campaña a favor de “marcharse” fue firmemente censurada por su falta de ética por echar mano del miedo para disuadir a los votantes, los comentarios de Cameron ante el “Jewish Care” –que fueron un ejemplo extremo y descarado de utilización del miedo y la manipulación de las supuestas “amenazas existencialistas” contra Israel- recibieron poca cobertura en los medios. De hecho, Gran Bretaña lleva décadas jugando ese nefasto papel, silenciando cualquier discusión seria sobre Israel y Palestina y asegurándose de que voces más valientes, como por ejemplo la de Suecia, queden neutralizadas por el ardiente e incondicional sentimiento pro-Israel que irradia constantemente de Westminster. ¿Quién puede olvidar la apasionada defensa que Cameron hizo de la última guerra de Israel contra Gaza en 2014, que acabó con la vida de más de 2.200 palestinos, en su mayoría civiles?
Cameron, junto con su Partido Conservador, ha sido de forma inequívoca un “firme aliado del primer ministro (israelí) Benjamin Netanyahu”, según lo describió el comentarista Raphael Ahren, que escribe para Times of Israel. Su amor por Israel puede apreciarse aún mejor si lo comparamos, siempre según Ahren, con el “actual líder del Partido Laborista Jeremy Corbyn, que es un duro crítico de Israel y ha llamado ‘nuestros amigos’ a los archienemigos de Israel, Hamas y Hizbollah’”.
Desde que Corbyn salió elegido por mayoría aplastante en septiembre del pasado año para dirigir el Partido Laborista, se empezó a orquestar y manipular una gran controversia alegando la existencia de un antisemitismo desenfrenado dentro del laborismo, minando los intentos del partido de centrar sus energías en el desafío de las políticas neoliberales de los conservadores y en ralentizar el impulso del ultraderechista Partido por la Independencia de Nigel Farage.
Esa “crisis” artificiosa ha sido en gran medida producto del trabajo del lobby israelí en el Reino Unido, según la valoración del periodista de investigación Asa Winstanley. Fue evidente que se trataba de una especie de “caza de brujas” que alcanzó un grado sin precedentes de incongruencia. “Ha llegado a un volumen tan absurdo que cualquier utilización de la palabra ‘sionista’ es equiparada con ser antisemita”, escribió, “aunque, resulta muy revelador que no sea así cuando los sionistas la emplean para describirse a sí mismos”.
De hecho, muchos miembros del laborismo se vieron ellos mismos implicados en esa “caza de brujas” o sucumbiendo ante sus presiones, teniendo que adoptar medidas extravagantes para defenderse de las injustificables acusaciones. La consecuencia fue que el asediado y desorganizado laborismo instó también a sus seguidores a permanecer en la UE y ellos, también, resultaron perdedores en la votación.
En cuanto a Israel, el brexit implica incertidumbre y también oportunidad.
La UE es el mayor socio comercial de Israel y una UE económicamente más débil implicará un comercio menor con Israel, por lo tanto, pérdidas financieras. Pero Israel ha sido también muy crítico con la UE y los dirigentes israelíes han formulado todo tipo de acusaciones contra el supuesto antisemitismo europeo y el mismo Netanyahu alentando la emigración masiva de los judíos de Europa a Israel.
Parte del motivo por el que Tel Aviv ha estado echando chispas respecto a la UE radica en el acuerdo nuclear con Irán, del que la UE es cosignataria. El resto vino dado por una decisión adoptada el pasado noviembre por la Unión para imponer nuevas regulaciones sobre los productos fabricados en los asentamientos judíos construidos ilegalmente sobre territorio palestino. Según las nuevas directrices, los productos que se fabriquen en esos asentamientos deben llevar la etiqueta “Hecho en los asentamientos”, una decisión que reforzó aún más los llamamientos por toda Europa a favor de un boicot total a Israel.
Esa decisión, junto a otras, hace que Israel vea cada vez más a la UE como un socio poco fiable; y, precisamente por eso, David Cameron intentó en el último momento venderse desesperadamente antes de la votación como la vanguardia contra otros miembros de la UE supuestamente díscolos que se niegan a cumplir las arraigadas normas.
Sin embargo, curiosamente, uno de los grupos más ruidosos y alarmistas que hicieron campaña a favor de la salida de Gran Bretaña de la UE es Regavim, una ONG de derechas que aboga por los ilegales asentamientos judíos en los territorios ocupados de Cisjordania y Jerusalén Este.
Como era de esperar, Regavim utilizó la táctica del miedo impulsando un hombre del saco palestino en medio del histórico debate británico. Su campaña incluyó un video con una parodia de un combatiente palestino enmascarado, “supuestamente” de la Franja de Gaza gobernada por Hamas, instando a los ciudadanos del Reino Unido a que permanecieran en la UE porque esta apoya a los palestinos”, informaba Al-Monitor. Según Meir Deutsch, de Regavim, el objetivo de la organización era “perjudicar a la UE por ‘su intervención en el conflicto interno entre Israel y los palestinos’”.
Ahora que, según la lógica implacable de Deutsch, la UE ha sido debidamente “dañada”, Israel está buscando otro baluarte en la UE que defienda sus intereses.
El analista israelí Sharon Pardo , aunque lamentando la pérdida de un “amigo” en la Unión, afirmaba que tal pérdida no es una “catástrofe” porque los colegas de Alemania y la República Checa son incluso mejores que Gran Bretaña.
Israel está especialmente preocupado por su estatus dentro del Consejo de Asuntos Exteriores de la UE, ahora que el Reino Unido va a marcharse. “Alemania tiene muchas posibilidades de coger el timón ahí y el hecho de que Alemania sea un estrecho aliado de Israel tendrá claramente implicaciones”, según Pardo, quien añadió: “Alemania es ahí el adulto responsable”.
Mientras que es probable que Israel se apresure a asegurar que sus intereses, tanto financieros como políticos, quedan protegidos tras el brexit, cabe temer que la Autoridad Palestina se mueva mucho más lentamente y sin una estrategia decisiva y centralizada.
La salida del Reino Unido de la UE podría no tener un impacto inmediato en el conflicto de Palestina, especialmente durante los próximos meses de previsible agitación, negociaciones y transición; sin embargo, podría aún ofrecer una oportunidad a los palestinos en el futuro.
Aunque es preciso seguir presionando a Westminster para que ponga fin a su incondicional apoyo a Israel, puede que surja una UE posiblemente más amistosa sin la presencia incondicional a favor de Israel de Gran Bretaña. Su apoyo a Israel en la Unión, y el respaldo a todos las medidas de EEUU en la misma dirección, ha obstaculizado gravemente las oportunidades de que la UE haga algo más que aprobar rutinariamente las políticas de EEUU-Reino Unido no sólo en Palestina sino en todo Oriente Medio.
A pesar de ser demasiado pronto para hacer un pronóstico político de interés tras el brexit, sólo cabe confiar en que los esfuerzos de los países a favor de la paz, como Irlanda y Suecia, se vayan fortaleciendo y que otras naciones amigas se les vayan uniendo para frenar a Israel en su ocupación militar y para exigir justicia para Palestina.
El Dr. Ramzy Baroud lleva más de veinte años escribiendo sobre Oriente Medio. Es columnista internacional, consultor de medios, autor de varios libros y fundador de PalestineChronicle.com . Entre sus libros cabe destacar: “Searching Jenin”, “The Second Palestinian Intifada”, y el último publicado: “My Father Was a Freedom Fighter: Gaza’s Untold Story” (Pluto Press, London). Su página en Internet es: www.ramzybaroud.net.
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