Como no celebrar con regocijo la firma de los acuerdos del cese al fuego y el fin del conflicto de uno de los grupos insurgentes en Colombia, las Farc-ep y el Estado colombiano, en donde sus gestores y garantes dejan ver la posibilidad de que la violencia armada perpetuada por estas dos partes deje un respiro de tranquilidad, en especial a la población del campo colombiano.
Como lo manifestaba el propio comandante de las Farc, Timochenko, la República Bolivariana de Venezuela, en cabeza del Comandante “Hugo Rafael Chávez Frías”, fue uno de los grandes impulsores, por no decir piedra fundamental de este proceso. En momentos en que se veía la posibilidad de un nuevo fracaso por diversos motivos como: prepotencia, acciones bélicas, muertes de civiles y miembros de sus fuerzas armadas, masacres y destierros efectuados por grupos externos (paramilitares o grupos criminales), etc.; allí siempre estuvo la mano de ese gran líder latinoamericano, para apoyar y mediar en pro de la continuación de este proceso de diálogo.
Sin embargo, la firma de los acuerdos, es sólo el comienzo de un largo camino hacia la paz en Colombia, como lo deja entrever el presidente Juan Manuel Santos en su discurso, cuando afirma, “este es el punto final al conflicto armado con las Farc”, en ese sentido se entiende, según las Farc que “será el último día de la guerra”, pero en la realidad el acuerdo solo se dá con ese grupo armado, valga decir, quedan por resolver muchas cosas, una de ellas es la posición y avance del proceso de paz con otros grupos insurgentes, de tradición histórica como son el ELN y el EPL. A su vez, el desmonte real de la “política paramilitar” ejercida durante siglos en ese país, que desde Jorge Eliecer Gaitán ha sido la gestora de la eliminación física de partidos de oposición o izquierda, así como la directa responsable del mayor desplazamiento forzado de civiles y, por supuesto, al denominado “silencio de los fusiles” lema del proceso de paz, hay que añadirle la solución de los problemas reales como las causas estructurales que llevaron al conflicto social y armado en Colombia durante más de medio siglo.
Desafortunadamente mientras en Colombia se camina hacia pasos de reconciliación; en Venezuela se agudiza un conflicto social, político y armado, con prácticas copiadas y asesoradas desde el vecino país, con el paramilitarismo colombiano, en donde se ejerce control a través del miedo y el terror, se ha venido implantando no solo en la frontera colombo-venezolana, sino en todos los rincones del país, llegando a la misma Caracas, donde Bandas organizadas asesinan a los líderes del Chavismo (Robert Serra, entre otros), extorsionan en las barriadas y sectores campesinos, desplazan del territorio a sus habitantes y cometen hasta masacres.
Por otro lado, el intervencionismo por parte del imperialismo norteamericano, sea directamente (declarando a Venezuela como una amenaza para su seguridad), o a través de terceros (OEA y aplicación de la Carta “democrática”); la guerra económica que tiene al país a puertas de un desabastecimiento general y perdida de un sistema agroalimentario estable; la arrogancia de los diferentes sectores políticos que no permiten fortalecer un diálogo nacional, son las causas que permiten entrever un país inmerso en un conflicto armado, similar a lo padecido en nuestra hermana Colombia.
Ante estas realidades, es hora de tomar conciencia y no seguir caminando hacia un abismo donde será muy difícil reencontrar una verdadera paz, que parte por solucionar los problemas estructurales en ambos países para tomar el rumbo del bienestar social y la equidad de una Paz con justicia social.
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=214044
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