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08 agosto 2016

Del leninismo electoral a la forja gramsciana de la hegemonía






La hegemonía se mueve en la tensión entre el núcleo irradiador y la seducción de los sectores aliados laterales. Afirmación - apertura.
— Íñigo Errejón (@ierrejon) junio 19, 2015

"Me refería, fundamentalmente, a esa relación que hay entre los sectores, digamos, ya convencidos, que expanden nuevas ideas, y la seducción a los que todavía no están convencidos. Y por tanto, entre afirmar el mensaje propio, pero también escuchando y tendiendo la mano. Si uno sólo hace una parte de la ecuación, se restringe, se cierra. Si uno permanentemente lo único que hace es abrir y abrir, puede desdibujarse el proyecto. Así que, en esa tensión entre una cosa y otra se mueve la capacidad de representar un proyecto que pueda encarnar un interés general. Creo que me ha vuelto a quedar demasiado denso, pero mejor que en el tuit".
“Del asalto al cerco. De la primacía de la lógica plebiscitaria a la de la seducción y permear la sociedad civil y el Estado #ConstruirPueblo
— Íñigo Errejón (@ierrejon) 9 de julio de 2016



La densidad de los nuevos mensajes multimedia, la nueva sintaxis que con ellos se propone, el nuevo código lingüístico que encierran y la fortísima tensión comunicativa y dialéctica que contienen, todo ello en el marco de la nueva dirigencia del movimiento nacional popular, adquieren una singular importancia, en la medida que son la expresión de la forma distinta de ejercer el arte de lo político. Es una escuela distinta del pensamiento y una forma radicalmente opuesta al titular tradicional de la noticia sobre lo que acontece o se propone. Es la seducción por la expansión acelerada de los procesos, tras la implosión del momento único y denso de su aprehensión intelectual, ajeno e inaccesible a quienes, desconcertados, lo reciben, a sabiendas, que sus intereses van en ellos cuestionados. El titular tradicional de la noticia era el dominio del cuarto poder a las órdenes del estatus quo político y económico; la dirección y manipulación de las fuerzas políticas, de todas ellas, por el fáctico poder de la prensa burguesa. El twiter, sin embargo, es su negación; expresa el dominio del intelectual político sobre la situación y el desconcierto de las plumas del sistema, incapaces ya de encerrar y dirigir el proceso histórico en las columnas de sus periódicos y revistas.

El núcleo de dirección de Podemos ha expresado la convicción de que no es posible construir un nuevo proyecto de país sin la paralela construcción del nuevo bloque histórico que lo vaya forjando. En la conformación de todo bloque histórico confluyen distintos sectores sociales y diferentes dinámicas políticas, sujetos muy diversos, pero también debe concurrir la amalgama que los fusione a todos ellos, el núcleo esencial sin el cual todo intento de forjarlo se malogra irremediablemente. Y el bloque histórico se nutre, además, de la insustituible necesidad del proyecto, del programa y de la racionalidad y potencial y anhelada realidad de la satisfacción de las necesidades del país que sufre frente a la creciente irracionalidad ante el sufrimiento que viene instalándose en la conciencia nacional e individual. La hegemonía de esa nueva racionalidad y apetecida realidad que, aún está por venir, se abre paso con la oposición frontal de la vieja racionalidad y la sufrida realidad del momento. Y ello se va venciendo en un proceso, más o menos largo, en el que es determinante la intensidad de la voluntad de dominación, que no es homogénea, ni cuantitativa ni cualitativamente en todas las clases, sectores o grupos que han de conformar el bloque histórico.

Sin voluntad de dominación, ni se forjará bloque histórico ni, por tanto, posibilidad de nueva nación y sociedad. Históricamente, sólo han liderado bloques históricos, que han venido a sustituir a otros ya agotados, alumbrando nuevas y distintas formaciones sociales, las clases poseedoras. La racionalidad de los nuevos y más productivos métodos de producir y trabajar, encarnados en las nuevas formas de propiedad, producto del desarrollo de las fuerzas productivas y de las relaciones sociales de producción de ellas surgidas, han terminado por imponerse. Los pueblos conquistadores, en la Edad Antigua, posesionándose de los nuevos territorios, y disolviendo las propiedades comunales, convierten al derrotado en esclavo; el protector militar, en el feudalismo, convirtiendo en siervo al campesino y al esclavo; y la burguesía, con la máquina de vapor y el capital mercantil, proletarizando coactivamente a amplios sectores expropiados de la población. Sin embargo, el sujeto nuclear del bloque histórico que haya de sustituir a la burguesía y al capital en el empeño de construir una nueva formación socioeconómica, el proletariado, en la tradición marxista, es clase sufridora y explotada y, a diferencia de otras clases en otras etapas históricamente decisivas, no aporta, en el seno de la sociedad que se pretende superar, alternativas formas de propiedad y producir, que vayan disolviendo las vetustas relaciones sociales y de producción, de la manera que, por ejemplo, al burgués le resulto factible con el crédito, el comercio y la fábrica acabar con el orden feudal. De lo que resulta que al proletariado, aparte de sus momentos puntuales de voluntad de dominación, le es ajena ésta misma con vocación de permanencia. Ni tan siquiera, el Partido del Proletariado, cuando ha suplido esta voluntad de dominación, ha dejado de sucumbir a la tentación de retornar a alguna suerte de régimen de clases poseedoras (procesos de caída de los regímenes socialistas europeos).

Luego, así las cosas, ¿de qué amalgama, de qué ideario; de qué fuerza motriz, distinta de una nueva e inexistente propiedad presente que disuelve a la que le precede, se ha de valer el nuevo bloque histórico para conformar la hegemonía que se precisa? Sea la nueva sociedad que está por venir un régimen sin propiedad privada o con la convivencia de ésta con otras formas más sociales o colectivas, lo cierto es que la asalarización creciente y abrumadora de la población, la desmercantilización de muchas de las prestaciones que el individuo recibe en el capitalismo desarrollado, ya no dependen directamente de su condición de trabajador, sino más bien de la de ciudadano. Como derecho anudado a su condición de ciudadano accede a las múltiples manifestaciones del salario diferido: a la sanidad, a la educación, al sistema de previsión social (contingencias de desempleo, jubilación, etc), en el marco del Estado Social Benefactor. No ya tanto la conciencia de clase desposeída y, por tanto, huérfana de voluntad de dominación, sino la conciencia fuertemente arraiga de ciudadano, en el engranaje de unas instituciones estatales permeables a la participación y control efectivos de las gentes, será la que se erigirá en el ideario y fuerza motriz que conforme la nueva hegemonía que abre pase.

Por ello, desde hace ya más de una década, el capitalismo europeo, a través de su superestructura política, creada ex profeso para dicha finalidad e inaccesible a la voluntad popular, la burocrática Unión Europa, se empeña en deconstruir el Estado Social y Ciudadano, porque vislumbran en él, con pavor, el socialismo. Tanto la antigua socialdemocracia como la democracia cristina y liberales que forjaron, en respuesta al peligro socialista, el pacto social con las capas populares y edificaron el Estado Social a él anudado, conscientes de que su evolución y profundización conducirán a una suerte de Estado Ciudadano y Social, que haría inviable a las burguesías europeas, sobrevivir en el capitalismo globalizado, han renunciado al compromiso con sus respectivas realidades nacionales y populares. Los ciudadanos, por el contrario, en su mayoría asalariados y desposeídos, contemplan con miedo y estupor; y reaccionan con resignación alternada con indignación activa ante este intento de expropiación de su única posesión: la ciudadanía, que se disuelve y desdibuja en el capitalismo globalizado y de la competitividad. Ante sus ojos, los sufrimientos e inhumanidad que representan las ingentes columnas de refugiados, inmigrantes, apátridas, etc, que vagan por el mundo, ponen en valor, con enorme crudeza, la posesión por la que si vale la pena activar una mínima voluntad de dominación: la ciudadanía.

Y, volviendo a los enigmáticos twiter del compañero Errejón, digamos, por ahora solamente, que en nuestro país, Podemos ha practicado, con un relativo y saludable éxito, una suerte de leninismo electoral televiso, que ya ha dado todo lo que tenía dar de sí, incluso en el mismo día 21 de diciembre de 2015, cuando se debió permitir la conformación del Gobierno de Rivera presidido por Sánchez, y poder haber abierto así el inicio de la segunda transición política en España, con un parlamento condicionado por la acción institucional y movilizadora de Podemos y confluencias en el tejido social. El deseo del sorpasso y el error de pretender compartir el bloque histórico con un aparato político que forma parte del bloque que se pretende desplazar (PSOE); las prisas por “gobernar” las instituciones, ese etero asalto al cielo, han conducido al movimiento al primer gran error. El cielo se asalta por fases (con ayuda de los peldaños de una escalera) y no con un único y temerario salto desde el trampolín. Se puede (y se debe) ser gradualista al tiempo que revolucionario. Esa es la clave y la prueba de si se sabe o no dominar el arte de la política leninista. Y esa es la invitación de Errejón: que el leninismo electoral deje paso al momento gramsciano de forjar la hegemonía real permeando la sociedad civil y el Estado. A este propósito me parece muy oportuna la reflexión de Marx que transcribo acto seguido:

De Marx “El 18 Brumario de Luis Bonaparte”.


“En la revolución de 1848 es al revés. El Partido proletario aparece como un apéndice del pequeño-burgués-democráctico. Este le traiciona y contribuye a su derrota.. a su vez el partido democrático se apoya sobre los hombros del republicano-burgués….cada partido da coces por detrás al que empuja hacia delante y se apoya por delante en el partido que tira para atrás. No es extraño que en esta ridícula postura pierda el equilibrio y se venga a tierra entre extrañas cabriolas, después de hacer las muecas inevitables. De este modo, la revolución se mueve en sentido descendente.”

Y, ahora, adaptándolo a nuestra realidad.


“El 21 de diciembre de Podemos”

En la non nata segunda transición de 2016 es al revés. Podemos e IU siguen apareciendo como apéndices del Partido Socialista Obrero Español; pese a la dureza o intransigencia de los planteamientos subsiste el error de conceptuar a éste como un aliado natural. El PSOE traiciona a Podemos y contribuye a su derrota…..a su vez el PSOE se apoya sobre los hombros de Ciudadanos, cada partido da coces por detrás (PSOE) al que empuja hacia adelante (PODEMOS) y se apoya por delante (PSOE) en el partido que tira para atrás (Ciudadanos). No es extraño que en esta ridícula postura pierda el equilibrio y se venga a tierra entre extrañas cabriolas (PSOE Y PODEMOS), después de hacer las muecas inevitables. De este modo, la segunda transición se mueve en sentido descendente y el Partido Popular puede dirigir por unos años más la agotada transición del 77”.

En cualquier caso, es mucho lo que se ha conseguido en tan poco tiempo, que la autocrítica en este caso no debe ser inútil flagelación sino balsámica reprimenda.







http://www.rebelion.org/noticia.php?id=215322

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