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Los exmandatarios Ricardo Lagos y Sebastián Piñera se perfilan al día de hoy como los principales favoritos para suceder a Michelle Bachelet en la jefatura del Estado chileno, cuando falta apenas un año y medio para los comicios presidenciales.
Los expresidentes de Chile Ricardo Lagos (i) y Sebastián Piñera, durante un seminario en 2014. EFE/Archivo/Elvis González
El 11 de marzo de 2018 Bachelet entregará la banda presidencial a su sucesor y es muy probable que se trate de un expresidente, según anticipan las encuestas y revelan los pronunciamientos de algunos dirigentes de Chile Vamos y la Nueva Mayoría, las dos coaliciones que se disputan el poder.
Tanto Lagos como Piñera cuentan con el apoyo de amplios sectores en sus respectivas familias políticas, pero no es suficiente como para que una elección por aclamación haga innecesario el proceso de primarias con el que desde 2013 las coaliciones escogen a sus aspirantes presidenciales.
Ricardo Lagos (1938) gobernó Chile entre 2000 y 2006 y fue el primer presidente socialista desde Salvador Allende, derrocado en el golpe de Estado de 1973 por el general Augusto Pinochet.
Considerado un estadista de mirada a largo plazo capaz de impulsar las grandes reformas estructurales que requiere el país, Lagos cuenta con apoyos en el Partido Socialista, el Partido por la Democracia y la Democracia Cristiana.
Pero en la Nueva Mayoría se habla también de las aspiraciones de la senadora Isabel Allende, hija del presidente derrocado en 1973; el excanciller y agente de Chile ante la Corte de La Haya, José Miguel Insulza, y el senador y periodista Alejandro Guillier.
Sebastián Piñera (1949), que ejerció la jefatura del Estado entre 2010 y 2014, fue quien hizo posible el regreso de la derecha chilena al poder por la vía democrática tras 50 años.
Además de poner fin a veinte años de gobiernos de la Concertación, Piñera es visto por los suyos como un eficaz gestor capaz de superar la devastación que provocó el terremoto de febrero de 2010 y enfrentar la crisis de la economía internacional.
En el seno de la derecha hay varios figuras que se postulan como como precandidatos y que podrían entorpecer la no declarada aspiración de Piñera a ser reelegido.
La competencia más dura proviene del senador Manuel José Ossandón, quien recientemente renunció al partido Renovación Nacional y denunció que en la coalición Chile Vamos los dados estaban cargados a favor del exmandatario.
Otros aspirantes a la Presidencia de la República dentro de la derecha son Francisco de la Maza, actual alcalde del municipio más rico de Chile; el presidente de Evopoli, Felipe Kast, y el diputado José Antonio Kast, quien hace poco renunció a la Unión Demócrata Independiente.
Los analistas llaman la atención sobre el hecho de que sean dos pesos pesados de la política tradicional los que mejor situados estén en la carrera presidencial cuando los ciudadanos reclaman una profunda transformación de las instituciones y muestran un vivo rechazo hacia las elites política y económica.
Aunque la praxis y el proyecto político de Lagos y Piñera son muy distintos, hay rasgos similares entre ambos: la fluida relación con el sector privado, la calculada ambigüedad para postularse a la reelección y la aversión a competir con sus pares en unas eventuales primarias.
A falta de una definición clara, uno y otro echan mano de la perspicacia para jugar sus cartas y avanzar posiciones en la carrera presidencial.
Sebastián Piñera está embarcado estos días en una especie de campaña encubierta con la promoción por todo Chile del libro “La historia se escribe hacia adelante”, que relata el desarrollo de su gobierno.
Por su parte, Ricardo Lagos concedió la semana pasada una reveladora entrevista al diario La Tercera en la que el exmandatario analizó el momento político e institucional que atraviesa Chile, a tres meses de los comicios municipales y a un año y medio de las elecciones generales.
Además de admitir que está estudiando presentarse a la reelección, en esa entrevista, Lagos afirmó que Chile vive “la peor crisis” desde que él tiene memoria, exceptuando el periodo de la dictadura militar (1973-1990).
“Yo no sé si el país aguanta año y medio con esta crisis”, agregó Lagos en esas controvertidas declaraciones, que fueron replicadas por el portavoz del Gobierno, Marcelo Díaz, quien dijo que la presidenta Bachelet no está paralizada, sino que se está haciendo cargo de la situación.
Así las cosas, los chilenos están llamados en octubre próximo a las urnas para elegir a sus alcaldes y concejales, una cita que, además de medir el grado de desafección ciudadana servirá para aclarar qué posibilidades tienen estas dos figuras del “establishment” de liderar el proceso de regeneración política que todos coinciden que necesita Chile.
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=215404
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