¿Qué pasó con el radical movimiento indígena de Felipe Quispe cuando Evo Morales llegó al poder en Bolivia?
¿Que pasó con los movimientos piqueteros de la izquierda revolucionaria cuando el Kirchnerismo llegó al poder en Argentina?
¿Qué pasó con los combativos Sin Tierra cuando Lula comenzó a gobernar en Brasil?
Poco a poco todo estos movimientos cayeron en la misma contradicción: habiendo un referente "de izquierdas y popular" en el gobierno continuamente atacado por la derecha política y mediática, no podían seguir haciendo políticas de confrontación porque acababan haciendo una pinza con la derecha, involuntariamente. El pueblo no terminaba de entender de qué lado estaban y los desaires internos finalmente liquidaban las organizaciones.
¿Qué está ocurriendo en el estado español desde la irrupción de Podemos en el escenario social? Algo muy parecido. Por un lado, el hecho de depositar grandes esperanzas en la política electoral está provocando un descenso alarmante de las movilizaciones en la calle, prácticamente desaparecidas a lo largo y ancho del estado. Por otro, las organizaciones de izquierda extraparlamentaria están teniendo serias dificultades a la hora de continuar con sus políticas anticapitalistas. Sus mensajes son precisos y sus análisis de clase certeros, sin embargo es cada vez más innegable que a la burguesía le disgusta que Podemos toque poder, incluso muchos de los más críticos lo reconocen, y en este contexto es verdaderamente difícil confrontar las limitaciones de Podemos desde la izquierda revolucionaria de una forma que sea entendida por el pueblo y no concebida como una pinza -involuntaria- con la derecha.
Nacho Murgui, antes de entrar en el ayuntamiento por Ahora Madrid, animaba a los movimientos sociales a mantener su independencia y a seguir en la calle. Se preguntaba, "¿Por qué es malo que la gente se manifieste delante de un ayuntamiento de izquierdas?". Y hoy podemos responder que no es malo, es más es muy saludable, sin embargo la derecha mediática se frotaría las manos y lo utilizaría como arma arrojadiza contra Ahora Madrid (y por extensión contra Podemos), algo que ya está haciendo, y ahí los movimientos sociales entramos en una contradicción porque en realidad no queremos eso tampoco.
Quien tenga oportunidad podría preguntar a militantes de las izquierdas de América Latina, Nicaragua, Ecuador, El Salvador, Venezuela, Bolivia... todos países donde gobiernan referentes de izquierda y populares, en todos los casos con enormes limitaciones y contradicciones, si sería conveniente que existieran movimientos sociales de izquierda con una política de confrontación radical a los gobiernos. Y en la mayoría de los casos os responderán que ser críticos es necesario pero una política de confrontación radical, aun hecha desde la izquierda, contra un gobierno de corte popular vapuleado permanentemente por la derecha, no sería comprendido por la gente.
Y si algo podemos aprender de la historia es que necesitamos que el pueblo nos comprenda. Ahí radican muchos de nuestros debates internos, en cómo llegar al pueblo con mayor efectividad. Y ahí nacen también muchas rupturas de nuestras organizaciones.
http://www.lahaine.org/el-dilema-de-ser-critico
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