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22 abril 2017

Libros: Entrevista con el escritor Andrew Korybko referente a las “guerras híbridas”



Resumen Latinoamericano, 22 de abril 2017.

Entrevista realizada a Andrew Korybko, autor del libro recientemente publicado en español “Guerras Híbridas: Aproximación adaptativa indirecta al cambio de régimen”, por el traductor de dicha obra, Enrique J. Refoyo:
¿Cuál fue su inspiración para comenzar el libro? ¿Cómo empezó?

-Siempre he estado interesado en las operaciones de cambio de régimen de EEUU por todo el mundo, y según llegaba a la mayoría de edad en los EEUU, empecé a darme cuenta de esta tendencia denominada “Revoluciones de Color”. Estaba fascinado por cómo supuestamente la gente podría fluir a las calles y derrocar a su gobierno, y supe que había más detrás de la historia de lo que estaba siendo públicamente revelado. Aunque los medios de comunicación estadounidenses están fuertemente censurados en términos de lo que ellos informan y no informan, nunca olvidaré la lectura de pasajes muy cortos en los periódicos sobre cómo Rusia oficialmente acusaba a los EEUU de orquestar aquellos acontecimientos para derrocar a gobiernos no-complacientes y alcanzar fines geopolíticos.

Empecé a investigar las revoluciones de color cuando estaba en el instituto y conseguí buen acceso a internet desde los ordenadores de la biblioteca del instituto. En aquel tiempo, la única fuente rusa que pude encontrar fue la versión en inglés de RIA Novosti, ahora por casualidad parte de la marca Sputnik en la que actualmente estoy empleado. No pude encontrar tanta información como me gustaría haber podido encontrar, pero aun así fue una experiencia muy provechosa y reveladora. También, era entonces un chico en el instituto y estaba usando principalmente los ordenadores de la escuela para mi investigación, así que no tenía mucho tiempo para dedicarle a esta actividad de todos modos.

No obstante, estaba profundamente conmovido por la materialización que los servicios de inteligencia de EEUU podían fabrican cambios de régimen “no-violentos” usando masas de personas manipuladas y seleccionando provocadores, y cuando fue mi momento para optar a una universidad y elegir lo que yo quería estudiar, decidí comenzar Estudios Internacionales (enfocándome en Europa oriental) en la Universidad Estatal de Ohio. Más tarde añadí otros estudios, Relaciones Internacionales y Diplomacia, y Lenguaje Ruso, pero estaba principalmente movido a aprender más sobre las estrategias de EEUU hacia Rusia para predecir mejor cómo podrían desarrollarse en el futuro próximo y de este modo algún día estar –con suerte– en una posición para preparar las contramedidas que lo bloqueen.

Siempre tuve este sueño en mi mente de que algún día me mudaría a Rusia y ayudaría al país con el que me siento tan próximo y tan profundamente relacionado, así que me figuré que mí educación en esos ámbitos podría ser útil en mi preparación para dicho sueño. Hablé más en profundidad sobre mis motivaciones personales para mudarme a Rusia como parte de una entrevista exclusiva que di a mi amigo serbio y compañero periodista, Stefan Karganovic la pasada primavera, y le invito a usted y cualquiera de los lectores interesados que la lean en el blog The Saker, donde fue publicada la versión en inglés.

Volviendo a comentar mi inspiración para escribir el libro Guerras Híbridas, aunque, el segundo momento más importante llegó durante los acontecimientos de 2011 conocidos como “primavera árabe”, que inmediatamente reconocí como una serie de revoluciones de color, pero que de manera interesante se convirtieron en unas pocas notorias guerras no-convencionales. Ya era de algún modo familiar con la guerra de guerrillas e insurgencias, habiendo estudiado estos casos de manera independiente en mi tiempo libre cuando la oportunidad lo permitía, no fue hasta 2014 cuando finalmente saqué mis conclusiones y me di cuenta que los EEUU estaban desarrollando una estrategia planificada de convertir las revoluciones de color fallidas en guerras no-convencionales.

La chispa creativa para mi inspiración llegó durante una conversación que estaba teniendo con una de mis cercanas colegas sirias, Hamsa Haddad, en la Instituto Estatal de Relaciones Internacionales de Moscú (IERIM), donde estaba realizando mi máster en Relaciones Internacionales en aquel tiempo. Estuvimos hablando sobre los acontecimientos de cambio de régimen del Euromaidán en aquel tiempo y ella casualmente remarcó que no era una sorpresa para ella el hecho de ver a aquellos “manifestantes” derribando estatuas de Lenin y destruyendo su propia herencia. Tales cosas la recordaban a lo que estaban haciendo los “rebeldes de la oposición moderada” por todo su país.

Y ahí es cuando me alcanzó, pues lo que estaba ocurriendo en Ucrania era esencialmente la estrategia de apertura del mismo tipo exacto de campaña que la precedida en Siria, y que allí había muchas similitudes estructurales estratégicas entre estas dos operaciones estadounidenses de cambio de régimen. Al instante me dispuse a expandir esta conclusión tan profundamente como pudiera, al identificar los elementos comunes ocultos entre ambas para ver si sería posible postular una teoría operativa que pudiera ser usada en el análisis de estos casos y de los casos futuros. Por fortuna, estando en el programa de máster del IERIM, tenía que escribir una tesis antes de graduarme, así que pude persuadir a mi supervisor para que me permitiera dedicarme convenientemente a esta idea.

Mi libro, o en aquel tiempo, tesis, me llevó solamente una semana escribirla físicamente, pero requirió la investigación casi continúa durante un periodo de 6 meses para prepararla mediante la concurrencia de todas las fuentes necesarias y organizarlas en un modo cohesionado. Además, fui enormemente ayudado por el factor de que había estado investigando y analizando las relaciones internacionales durante muchos años en ese sentido, así que ya estaba muy familiarizado con una variedad de conflictos aparentemente separados y con las operaciones de cambio de régimen por todo el mundo, que me ayudaron a conectar más fácilmente los puntos al observar las relaciones ocultas entre aquellos acontecimientos. Por último, me convencí de la veracidad de mi teoría de la guerra híbrida, y trabajé incansablemente día y noche para completar mi trabajo.

Sin embargo, no estaba satisfecho cuando acabé, dado que sabía que escribir una tesis de máster para una universidad de élite no cambiaría nada en absoluto a menos que el público general tuviera una oportunidad para familiarizarse con mi trabajo. Y de este modo me embarqué en una búsqueda para publicar el libro por mí mismo. Inicialmente no tuve éxito, pero nunca perdí la esperanza debido a cuán entusiasmado me sentía por exponer la estrategia de la guerra híbrida de EEUU al resto del mundo. Por un golpe de lo que sinceramente creo que a posteriori es una suerte gracias a Dios, un profesor del IERIM que no conocía de nada, Denis Degterev, me contactó a través de mi universidad para pedirme que contribuyese en su revista académica porque había oído muchas buenas cosas sobre mí entre sus compañeros profesores.

Esto fue en abril de 2015, casi 10 meses o así, que terminé de escribir Guerras híbridas. Respondí que estaba muy interesado en enviarle el texto, y también le envíe unos cuantos enlaces a algunos de los trabajos que ya había publicado en internet por aquel tiempo. Tras echarles un vistazo, el profesor Degterev sugirió que contactase con su colega en la Universidad Rusa de la Amistad de los Pueblos (URAP), George Filimonov, que es muy activo en la actividad e investigación anti-maidán (contra-revoluciones de color). Fue a través de George y su Instituto de Investigaciones y Predicciones Estratégicas donde fui capaz finalmente de publicar Guerras Híbridas y de ahí en adelante presentarlo al resto del mundo, y le estaré eternamente agradecido, así como al profesor Degterev por hacer realidad este sueño.

A fin de cuentas, sin embargo, si no hubiera sido por la inspiración de Hamsa, probablemente nunca habría formulado mi teoría en primer lugar, así que también le doy a ella mi más sincero agradecimiento por jugar tan crucial papel en su desarrollo.
-¿Cómo definiría “revolución de color” a alguien que no supiera nada al respecto? ¿Cómo de importantes son las “revoluciones de color” para una persona cualquiera? ¿Qué consecuencias existen para la gente corriente?

Las revoluciones de color pueden ser generalmente concebidas como “protestas populares” externamente organizadas o desencadenadas desde el extranjero que apuntan a derrocar al gobierno a través de medios supuestamente “pacíficos”. En realidad, las revoluciones de color tienen una tendencia alarmante de evolucionar hacia el terrorismo urbano y los disturbios, pero la percepción occidental de estos movimientos es que son “pacíficos” y que cualquier violencia por su parte es debida a las “provocaciones” del gobierno. De nuevo, la realidad de la situación refuta esta caracterización, dado que la violencia de la revolución de color es desencadenada por los mismos “manifestantes”, tanto a través de una muchedumbre que se ha formado como resultado de la psicología de masas siendo transformada en el arma que esperaban los organizadores, o a través de unos pocos provocadores en su lado.

Lo que es más aterrador sobre las revoluciones de color es que parecen ser “legítimas protestas populares”, pero esto solo es la narrativa superficial inicialmente promovida por los principales medios de comunicación occidentales. Es un sentimiento muy incómodo pensar que miles, algunas veces cientos de miles de personas puedan tomar parte en un evento que en un modo u otro está organizado por elementos extranjeros. Esto no significa que todo el mundo que levanta una pancarta y marcha a través de una plaza de la ciudad sea un “agente extranjero”, sino solo que están siendo manipulados como “tontos útiles” ayudando a lograr el mismo gran objetivo estratégico hacia el que elementos exteriores están apuntando.

Las revoluciones de color por tanto funcionan mejor cuando hay algún grado de insatisfacción genuina hacia un gobierno objetivo o parte de su agenda, y esto ayuda a atraer “naturalmente” más gente al incipiente movimiento de cambio de régimen al reducir el “coste de entrada” para ganar acceso a la confianza de sus conciudadanos. Si la gente ya está cuestionándose a su gobierno, tanto por sí mismos como debido al precondicionamiento informativo desde elementos anti-gubernamentales (sean extranjeros o nacionales), entonces ya son mucho más receptivos al tipo de retórica lanzada por los organizadores de la revolución de color y sus patrocinadores.

Algunas veces exigen abiertamente el derrocamiento del gobierno mediante su “dimisión”, o llegan progresivamente a ese punto y revelan su verdadera intención hacia el cambio de régimen después de que una provocación planificada de antemano incite a que el Estado responda con la fuerza contra los “manifestantes”. En vista de lo que ellos entonces venden como “violencia y opresión estatal”, siguen argumentando que el gobierno ha “perdido legitimidad” y por tanto debe “dimitir”, aunque cada resultado de dimisión es mucho más fácil de decir que de hacer y es “incentivada” por el terrorismo urbano, por una grieta entre el gobierno y la élite de seguridad, y por supuesto, por la intervención extranjera – sea de tipo convencional militar como en Libia, sea de organización política encubierta como en Ucrania, o sea mediante grupos terroristas como en Siria.

Lo que empieza como una “protesta popular” podría de este modo evolucionar hacia una guerra civil y/o internacional dependiendo de las circunstancias, escenarios, y motivaciones involucradas. Mientras que la guerra total es una consecuencia muy común de las revoluciones de color fallidas en sociedades no-occidentales, las occidentales se enfrentan a riesgos similares, no obstante, de una intensidad menor y principalmente organizadas a lo largo de líneas de conflicto social-racial. En algunos casos, los EEUU pueden intentar el comienzo de desestabilizaciones de revolución de color a pequeña escala en Estados “aliados” tales como Alemania y Francia como presión para que sus gobiernos se alejen de acuerdos pragmáticos con Rusia, o en algunos casos, servir como un pretexto para represiones totalitarias.

Lo que es importante tener en mente, sin embargo, es que no toda protesta es una revolución de color, pero toda revolución de color entraña una protesta. Hay ciertamente muchas protestas legítimas que toman lugar por todo el mundo y no tienen rastro de intermediación extranjera en ellas (sea a través de agencias de inteligencia, “ONG’s”, o de otro modo), pero al mismo tiempo, el momento en que una protesta se conecta a una agenda extranjera, entonces adquiere la tonalidad de una revolución de color, sin importar si es de alcance total (tales desestabilizaciones son empleadas algunas veces como un “examen” para probar la reacción y defensas del Estado).

Aun así, una revolución de color es más fielmente definida como una “revolución popular” preparada por occidente contra un gobierno que apunta a lograr objetivos geopolíticos favorables para los EEUU y sus aliados, como es ciertamente posible en teoría para Rusia, China, e Irán el apoyo a movimientos de protestas exteriores para promover fines multipolares. Algunos han argumentado que el periodo previo a la reunificación de Crimea con Rusia estuvo marcado por algunas tácticas de revolución de color respaldadas por Moscú, al igual que el levantamiento popular en Bahréin estuvo apoyado (pero no ingeniado, que es una distinción importante) por Irán. Escribí sobre esto en un artículo para el blog The Saker en abril de 2016 titulado “La tecnología de la revolución de color no es sólo blanco y negro”, durante el cual denominaba a este posible fenómeno como una “revolución de color inversa”.

Las diferencias clave entre revoluciones de color occidentales / “convencionales” y sus equivalentes multipolares teorizadas es que, las primeras entrañan un apoyo considerable en organización, inteligencia, logística, y algunas veces incluso militar, mientras que las segundas son en su mayoría políticas e informativas. Otro contraste importante entre ambas es que la primera conduce habitual y muy rápidamente a la violencia y al terrorismo urbano, mientras que la segunda evita esas tácticas y se concentra en la protesta pacífica y la resistencia no-violenta.

Es importante apuntar, sin embargo, que también hay “revoluciones de colores inversas” que no involucran a ninguna potencia extranjera multipolar, tales como los movimientos anti-OTAN en Serbia y Montenegro, y las manifestaciones patrióticas en la República de Macedonia que venció los dos intentos consecutivos de revolución de color por EEUU. Estos ejemplos prueban que la tecnología de la revolución de color ahora ha proliferado desde el terreno de los “actores no-estatales” occidentales, a los no-occidentales que están genuinamente fuera del control de cualquier Estado extranjero. También da esperanzas de que algunos de los elementos no-violentos más creativos de la tecnología de la revolución de color pudieran ser usados tanto para socavar los gobiernos unipolares como para fortalecer a los multipolares contra la subversión occidental.
En relación con la segunda etapa de las guerras híbridas, ¿Cómo definiría la “guerra no-convencional” para alguien que no está familiarizado con esto? Y de nuevo, ¿Cómo de importante es esto para la gente corriente y qué consecuencias supone para la gente?

-La “guerra no-convencional” puede ser fácilmente resumida como la violencia cometida por alguien fuera de un uniforme militar y por fines políticos. En la relevancia práctica sobre el tema que estamos abordando, la guerra no-convencional empieza estallar en el momento que un “manifestante” lanza una roca o un coctel molotov, y se vuelve más extrema cuando hay individuos que recurren a la guerra de guerrillas o al terrorismo. Hablé sobre la propensión de las revoluciones de color patrocinadas por occidente de recurrir a la violencia, y esta etapa del proceso de cambio de régimen es realmente el principio de la guerra no-convencional. Algunas veces, como es el patrón más reciente, los “manifestantes” finalmente se transforman en “rebeldes” o terroristas urbanos, y esto marca la transformación total de los “manifestantes pacíficos” en unos combatientes de sangre fría y la conclusión del proceso de guerra híbrida.

Es cierto que algunos pueden verse envueltos en el momento y cometan un crimen de “pasión política” tal como empujar a un policía o asalten una contra-manifestación, y mientras que eso en principio representa la guerra no-convencional, no va a más allá del umbral de no retorno para el individuo. Solamente una vez que una persona realiza verdaderas actividades de terrorismo o rebelión puede decirse que son “irreversibles” en el sentido del campo de batalla de la guerra híbrida. Puede que un día repudien su antiguo comportamiento y vuelvan a ser un ciudadano respetuoso con las leyes, pero tal eventualidad muy probablemente no es posible para el individuo siempre que la guerra híbrida esté siendo realizada todavía y solamente se vuelva comunicable después de que el conflicto termine finalmente. La guerra no-convencional es la segunda y más lógica etapa de una revolución de color que se convierte en su intensificación “lógica” por el fracaso de una “pacífica revolución popular” para derrocar a un gobierno.

Frente a la derrota en las calles, los organizadores extranjeros puede que no quieran abandonar su objetivo, de ahí el motivo por el que fomenten que sus cohortes tomen parte en la violencia y la guerra no-convencional para intensificar la crisis política y llevarla a un nivel cualitativamente nuevo de emergencia en la seguridad nacional. Si estallara una “rebelión” (como los medios principales de comunicación occidentales regularmente la pintan) o “insurgencia por la libertad” en las zonas rurales sin probar primero el concepto para demostrar públicamente si hay o no algún “apoyo público” para esto (que en sí mismo y objetivamente no importa ya que lo que cuenta es el informe y grabación subjetiva de las manifestaciones de protesta), entonces será menos creíble por la audiencia global que dichos combatientes tengan alguna “legitimidad”.

Sin embargo, este caso sigue tras una revolución de color fracasada que occidente puede vender como que ha sido derrotada solamente debido a “los asesinatos autoritarios tiránicos” de un “dictador”, entonces toma un significado totalmente diferente y se convierte en una “causa” para que el público (occidental) “global” se reúna para dar apoyo. Para ilustrar la diferencia entre una revolución de color y una guerra no-convencional (la segunda etapa de la guerra híbrida), uno necesita recordar solamente que “la revolución de las excavadoras” del año 2000 en Serbia fue una revolución de color, mientras que la guerra del terrorismo en Siria es una guerra no-convencional que creció por el fracaso de la “primavera árabe” en el contexto más amplio de revoluciones de color. Entre estos dos casos está la oleada de terrorismo urbano conocido popularmente como “Euromaidán”, que es desconocido por mucha gente que también incluyó un componente de guerra no-convencional de baja intensidad en las áreas rurales del oeste de Ucrania.
¿Cuál es su breve previsión sobre las guerras híbridas de este año? Vemos una nueva ronda de guerra en Donbass; Siria, Irak, Yemen, y Libia están en llamas; están emergiendo algunos posibles nuevos conflictos en zonas inestables… y por supuesto, la situación en la Unión Europea y el nuevo presidente de los EEUU tienen preocupada a mucha gente.

-Ninguno de esos cinco conflictos son guerras híbridas en el sentido de cómo las he definido – esos conflictos ciertamente comenzaron como revoluciones de color fallidas que se convirtieron en guerras no-convencionales, pero la única parte perdurable de este patrón es que todavía están enredadas en el conflicto físico. Hay poca o ninguna interacción entre los dos pilares de la guerra híbrida –revoluciones de color y guerra no-convencional– porque la parte militar de la guerra ha sido intensa durante años en cada caso, en algunos durante más tiempo que en otros. Mientras que es correcto observarlas como países que han sido guerras híbridas, sería erróneo referirse a ellas como parte de este tipo de conflicto, al menos en relación con mi definición. Habiendo dicho eso, en términos de comprensión “convencional” de guerras híbridas, entonces sí, hay todavía una relación complicada entre la guerra económica, informativa, y de otros tipos, aunque debería recordarse que la chispa de revolución de color que dio vida a estos conflictos se desvaneció hace mucho.

Mirando a Europa y los EEUU, ciertamente, hay claros indicios de que las revoluciones de color están siendo organizadas, implementadas, y en algunos casos tales como la República de Macedonia, están en el filo de la guerra no-convencional y de ese modo convirtiéndose en guerras híbridas. En relación con la UE y los EEUU, esta estratagema está siendo desencadenada por fuerzas neoliberales en gran medida conectadas con George Soros para hacer retroceder los logros de diferentes políticos y prevenir la auto-implosión del llamado “nuevo orden mundial”. No está claro hasta qué punto llegará esto, pero es muy posible que pudiera conducir a la guerra identitaria, si por diseño o accidente, se manifestase como enfrentamientos raciales en los EEUU y como enfrentamientos entre cristianos y musulmanes en la UE.

Sin embargo, cuando pronosticamos las guerras híbridas más probables en el futuro, es importante referirse a mi investigación sobre la “Ley de la guerra híbrida”, un concepto que desvelé hace medio año tras la publicación de mi libro. Escribí sobre ello más en detalle para Oriental Review en un artículo del mismo título que más tarde expandí en una serie de artículos, pero la idea general es lo siguiente:


El gran objetivo tras toda guerra híbrida es perturbar, controlar, o influenciar proyectos conectivos transnacionales multipolares a través de conflictos identitarios provocados externamente (étnicos, religiosos, regionales, políticos, etc.) dentro de un Estado de tránsito objetivo.

Con este axioma como lógica rectora, es posible predecir que los países que son parte de los proyectos integrativos de Rusia, tales como la Unión Euroasiática y la OTSC [Organización del Tratado de Seguridad Colectiva], son objetivos potenciales para futuras guerras híbridas, pero incluso más probables que estos Estados, son aquellos Estados que están cooperando con la visión ‘un cinturón, una carretera’ de China en la conectividad de infraestructuras globales, que tiene un alcance global y abarca “el gran Corazón de la Tierra” de Asia Central y Sur, los Balcanes, Indochina (ASEAN continental), el trecho transoceánico de Estados africanos occidentales, centrales y orientales, Suramérica, y Nicaragua. Ya he expandido la mayoría de esos escenarios a través de estudios intensivos por país y región para Oriental Review, que actualmente está publicando la parte africana de mi investigación. Con suerte, Katehon publicará mi próximo libro sobre la geopolítica del siglo XXI en Suramérica, y uno de estos días, espero escribir una continuación que incorpore a América Central, el Caribe, y Méjico.

En resumen, mientras que las revoluciones de color y las guerras no-convencionales, teóricamente, puedan ser desestabilizaciones independientes, a menudo se interconectan entre sí mediante el proceso de transición por fases que denominé como guerras híbridas, y uno de los denominadores más comunes que conectan estos tipos de conflictos es el de sus consecuencias geopolíticas para interrumpir proyectos conectivos de infraestructura transnacional. Siempre que los observadores mantengan estos principios básicos en mente, será posible predecir las siguientes guerras híbridas, e identificar claramente las aparentemente inesperadas una vez que están ocurriendo.




http://www.resumenlatinoamericano.org/2017/04/22/libros-entrevista-con-el-escritor-andrew-korybko-referente-a-las-guerras-hibridas/


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