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25 agosto 2017

Masetti y el Che: militancia política y periodismo para la revolución


Red Nacional de Medios Alternativos

La lógica del Che y de Masetti era la de poner el cuerpo, de jugarse el todo por el todo, por la construcción de un proyecto político alternativo

Editorial Sudestada acaba de publicar una biografía centrada en la figura de Jorge Masetti. En en el programa “Enredando las Mañanas”, Hugo Montero, periodista, autor del libro y uno de los directores de la Revista Sudestada, nos compartió por qué resulta central reconstruir desde nuestro presente el pensamiento y la acción de Masetti como periodista y militante internacionalista. Además de impulsor de una de las primeras experiencias guerrilleras en Argentina, durante su intenso itinerario fue el creador de la agencia Prensa Latina y entabló un profundo vínculo de amistad y compromiso político con el Che.

-¿Quién fue Masetti y por qué te inclinaste a escribir sobre él?

-Masetti fue un periodista, que primero se dedicó a la gráfica y luego a la radio y a partir de su trabajo profesional viajó a Cuba en 1958, durante la guerra interna entre las fuerzas de la dictadura de Fulgencio Batista y las fuerzas rebeldes que comandaba Fidel Castro. El viaje que hizo Masetti fue una hazaña periodística desde el punto de vista humano, incluso se jugó la vida por subir a la Sierra Maestra en plena dictadura, con el ejército de Batista en plena ofensiva, para dialogar con Fidel y con el Che. Fue la primera vez que se difundió la voz de Fidel Castro en Cuba, a través de un mensaje radial a todo el país, y sus entrevistas tuvieron un impacto tremendo, tanto en Cuba como en Argentina y, de algún modo, también en el propio Masetti, que se transformó a partir de ese viaje profesional y se convirtió en un militante más de la causa revolucionaria cubana.

Después de un breve paréntesis de regreso en Argentina, apenas triunfó la revolución cubana fue convocado para conformar la agencia Prensa Latina, a partir de un proyecto que tenía el Che para la prensa cubana. Desde ese momento, empezó a cosechar una amistad muy entrañable con Guevara y a sentirse un par con él. De hecho, fue parte de su estrategia continental de intentar transformar a la cordillera de los Andes en otra Sierra Maestra y participó de una experiencia embrionaria de guerrilla en la provincia de Salta en 1974, el EGP (Ejército Guerrillero del Pueblo), que fue aniquilada por la gendarmería en poco tiempo. Es una historia de vida extraordinariamente vital, con una historia de aventuras interesantísima y apasionante. La idea del libro es registrar esos momentos centrales en la vida de Masetti, el pasaje de periodista a militante que se da de una forma tan transparente, en un tipo que escribió toda su vida y dejó registro de toda esa transformación.

-Hay un registro en la escritura de la biografía que es muy interesante: es a la vez periodístico, pero parece casi novelado, no sólo en cómo lo escribís sino también en los detalles, en los diálogos, las discusiones de esas coyunturas tan intensas. ¿Qué fuiste descubriendo, desde un lado intimista y político, de aquellos momentos que preceden a la faceta más difundida de Masetti como Comandante Segundo en el EGP en Salta?

-Me interesaba escribir en presente, si bien es una dificultad porque uno cuando cuenta un registro histórico tiene siempre la ventaja de saber cómo terminan los acontecimientos, que es una ventaja que los protagonistas nunca tienen. Me parece que en el análisis de ciertos episodios de las revoluciones en América Latina, desde el punto de vista periodístico e historiográfico, siempre hay ese tonito superado de explicar los hechos a partir de conocer la derrota final de algunas experiencias. Está bueno hacer el ejercicio de saber lo mismo que saben los personajes, de ubicar el relato en presente, de no adelantar conclusiones, ni siquiera hacerlas a esas conclusiones, dejárselas en mano al lector o la lectora, para de algún modo lograr que el/la lector/a se vea involucrado/a en esa historia, y entienda las decisiones que se tomaron, que no fueron absurdas, apresuradas o mal tomadas, sino que tenían que ver con determinado contexto americano e internacional en ese momento.

En ese sentido, la idea era posicionar al relato en tiempo presente y sacarme de encima esa idea soberbia del historiador que va y cuenta las cosas a partir de lo que ya sabe. Uno cuando registra un episodio histórico y conoce el final, se tienta a señalar algunos aspectos del pasado como si fuera todo tan lineal que todo condujo a ese final de derrota y no es tan así. La historia no se escribe de esa manera y los que la protagonizan no se juegan la vida para perderla sino para triunfar.

En el caso del libro, también me interesaba rescatar la historia de amistad del Che y Masetti, ya que el Che no era un tipo sencillo de vincularse con amigos. En ese aspecto de amistad no era fácil acceder a él, era un tipo bastante cerrado, con sus particularidades, con sus características políticas y personales muy interesantes, y Masetti lo logró. Tenían muchas cosas en común. El Che lo había puesto a prueba en su primer viaje a Cuba, se había sorprendido por la audacia y valentía de este cronista argentino que había arriesgado bastante para subir a la Sierra Maestra dos veces en plena dictadura, y después le empieza a dar responsabilidades centrales en el aparato de prensa de la revolución cubana, que fue un sector que al Che le interesaba mucho profundizar. Para no hablar de la misión de Masetti en Argelia, que es el primer contacto oficial que tienen los cubanos con una revolución fuera de sus fronteras.

El viaje a Argelia es otra epopeya importantísima, es una misión ordenada por Fidel y en la que Masetti cumple un rol central. De ese modo, no resulta tan extraño que el primer hombre que el Che elige para que conduzca una columna guerrillera en Argentina sea el propio Masetti, el que le iba a hacer el aguante al Che hasta que pudiera viajar al norte argentino para desarrollar esa punta de vanguardia en Salta, que tenía que crecer a partir de la nada, de seis hombres perdidos en la selva de la yunga salteña. Me parece que es interesantísimo también comprender que más allá de lo político, de lo ideológico o de lo estratégico, había también una historia muy humana, muy vital, y que tenía que ver con estos personajes que fueron centrales y hoy seguimos recordando.

-En la reconstrucción histórica, el libro combina diversas fuentes: hay una recuperación de materiales y documentos de la época, pero también ciertas entrevistas con personajes claves como Ciro Bustos y Héctor Jouvé. ¿Cómo fue ese proceso de reconstrucción a partir del diálogo con quienes conocieron a Masetti y formaron parte activa del EGP?

-El libro se sostiene en tres grandes columnas. De algún modo, la primera es el testimonio de Héctor Jouvé, que falleció hace poco tiempo. Es un personaje extraordinario, muy querible, un tipo muy crítico con respecto a la experiencia política del EGP en la década de 1960 y de algunas organizaciones revolucionarias de 1970. Recordemos que estando preso, Santucho se acercó a él para ofrecerle la presidencia del FAS (Frente Antimperialista por el Socialismo) y él lo rechazó. Era toda una referencia simbólica de la primera experiencia guevarista en Argentina, un tipo con mucha historia detrás, con una mirada muy lúcida, muy crítica, muy dolido con ciertas lecturas del EGP y particularmente de la personalidad de Masetti, que se habían dado hasta entonces.

Cuando nos recibió a nosotros fue extremadamente cordial, un tipo muy afectuoso, con una capacidad para narrar y para contar, por lo que fue muy sencillo tomar notas y reconstruir eso en crónica. El siguiente testimonio que fue central fue el de Ciro Bustos, en una ocasión estuvimos juntos y hablamos como cinco horas. El escribió un libro, donde cubre la parte menos conocida del EGP, desde su origen, desde la raíz misma, desde su primera reunión con Masetti y el Che al final de la experiencia guerrillera. Por último, el testimonio de Graciela Masetti, que es la hija de Jorge Ricardo, y es la que me facilitó la correspondencia personal y me permitió entrarle por un lado más humano y más personal a un personaje difícil de abordar desde ese lado, donde no estaba tan recorrida la cuestión personal, las contradicciones personales de él, las cuestiones más ligadas a la vida cotidiana. El rol de Graciela fue central en esta historia también.

-Salvando las diferencias de contextos, ¿qué nos aporta Masetti para pensar un periodismo alternativo y popular, en estos tiempos donde los medios hegemónicos nos bombardean desde distintos puntos ejerciendo múltiples violencias?

-Para los que hacemos Sudestada es una referencia de ese doble compromiso que nos acerca tanto a él. Por un lado, la cuestión profesional, era un tipo con mucha capacidad, con una idea muy temeraria y de aventura con respecto al periodismo, no era un periodismo de escritorio, no defendía esa idea de analizar a la distancia, sino ir, poner el cuerpo, informar desde el lugar de los hechos y ser protagonistas de lo que se está contando también, como fue su viaje a Cuba, que Walsh definió como “la mayor hazaña individual del periodismo argentino”. Por el otro lado, el aspecto del compromiso político con un proyecto que lo superaba, con un proyecto colectivo que tenía a la figura del Che como máxima referencia para América Latina.

En esa doble condición de gran periodista y revolucionario fiel a las idea del Che, nos parece una figura muy interesante para rescatar desde el presente y contraponer a los modelos de periodismo que tenemos hoy en Argentina, donde la mayoría de ellos no parecen muy dispuestos a derrotar sus prejuicios, a dejar atrás el sentido común y a dejarse transformar por la historia que están cubriendo o trabajando. Me parece que es un aspecto central de los que tenemos este oficio. Dejar que la realidad nos atraviese, nos transforme y nos cambie la mentalidad, y derrumbe los prejuicios, el sentido común y todas esas cosas que tenemos instaladas en nuestra cabeza, y nos permita entender las contradicciones, las variables, las posibilidades de una realidad tan compleja como la que nos toca vivir.

-Otra experiencia que también se reconstruye en el libro es la de la agencia Prensa Latina, poco conocida incluso entre la militancia de izquierda. Un emprendimiento que es acompañado por el Che, luego del triunfo del 1 de enero de 1959 en Cuba, y que tiene como protagonista fundamental a Masetti, aunque involucra a personajes como Gabriel García Márquez y el propio Rodolfo Walsh, en el caso de Argentina. ¿Qué significó Prensa Latina, no sólo para la realidad convulsionada de Cuba, sino como entramado continental y hasta mundial de contrainformación?

-Fue un jalón importantísimo en ese sentido, fue la primera ventana abierta de la revolución cubana para el resto de América Latina, una revolución que estaba presa de ser informada a partir solamente de las agencias de noticias norteamericanas, manipulando, tergiversando, distorsionando la realidad de esos primeros años de la revolución. Imaginemos el vértigo, la convulsión de lo que significaba una revolución que recién empezaba, con las tareas enormes que tenían cada uno de los cuadros de dirección de ese proceso, entre ellos el Che. Para el Che era central el aspecto de la prensa, siempre fue muy importante para él poner el acento en eso, de ahí su idea de generar una agencia de noticias que compitiera “de tú a tú” -como dicen los cubanos y cubanas- con los principales monstruos corporativos de Estados Unidos, como AP (Associated Press) y UPI (United Press International), que eran las principales agencias de noticias en ese momento. Lo que realizó Masetti es un hallazgo impresionante, construyó de la nada, en un país con enormes limitaciones técnicas y financieras, un proyecto de comunicación que tuvo alcance en cerca de 80 países en todo el mundo, que mandaba cables para todos lados, y que llegó a ser una fuente de información muy importante en un momento central de la historia de América Latina, como los años 1960.

El trabajo a pulmón que se hizo ahí, con un laburo de hormiga de gente como Masetti, como Walsh, como García Márquez, como todos los nombres que pasaron por esa redacción, es una extraordinaria fuente de conocimiento para los que hacemos periodismo, para entender que se puede hacer periodismo en cualquier situación, que se debe hacer periodismo aún en las situaciones más extremas o de mayor dificultad, y que siempre con talento y con ingenio es posible reemplazar algunas de las cosas que el periodismo corporativo o el periodismo que vive del Estado no comprende, no entiende esa lógica. En ese sentido, Prensa Latina es todo un reflejo en el que nosotros podemos mirarnos como medios alternativos.

-El libro concluye con una poética similar a la que supo expresar Rodolfo Walsh en un emotivo texto escrito luego de la desaparición física de Masetti, apelando a su incursión y pérdida en la espesura del monte. Sabemos que hoy Masetti continúa desaparecido, ya que nunca se pudieron encontrar sus restos. ¿Qué podes decirnos de la manera trunca como culmina la experiencia del EGP y la propia vida de Masetti en Salta?

-A mí me parece que está muy vinculado, y es imposible dividirla, de la vida del Che y de su experiencia en Bolivia. Muchos de los errores y muchos de los aciertos de Masetti son los mismos que va a cometer el Che en Bolivia, porque respondían a la misma lógica: la lógica de poner el cuerpo, de jugarse el todo por el todo, por la construcción de un proyecto político alternativo, diferente, que rompía con el sistema, que representaba un serio riesgo para el sistema político en ese momento. A la hora de sacar conclusiones, es central la intención que teníamos nosotros en el libro, que era no distorsionar las ideas del Che con respecto a su proyecto estratégico revolucionario para América Latina, y una de las ideas centrales que son la estructura del pensamiento del Che en ese sentido, es que la función de esos proyectos revolucionarios en el continente no tenían que ver ni con la victoria ni con la derrota, porque esas eran contingencias lógicas de cualquier proyecto que se enfrenta al capitalismo, donde ciertamente es muy difícil vencerlo y los casos en la historia han sido muy puntuales.

Tiene que ver con educar a las masas en sus posibilidades de triunfo, en representar un ejemplo de rebeldía, de resistencia, de intentar romper la lógica, de romper el sentido común, romper las leyes de la guerra para demostrarle al pueblo, a los trabajadores, a los campesinos, a los estudiantes, que hay una posibilidad, que uno se puede levantar contra la injusticia, contra la opresión, contra el capital, que es posible dar esa batalla, y que cuantos más se sumen, más posibilidades de triunfo habrá. Pero la idea del Che tenía que ver con eso, con educar a las masas en su posibilidad de triunfo, y me parece que el ejemplo del Che prendió en todo el continente y desató la segunda oleada revolucionaria de fines de 19 60 y principios de 1970 en América Latina. El ejemplo de Masetti, el ejemplo del Che, respondieron a esa lógica y cumplieron esos preceptos que se había puesto el Che en aquella reunión en Cuba, donde se estaba preparando el embrión de guerrilla que iba a venir a Salta.




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