Por JONATHAN COOK / Resumen Latinoamericano / Counterpunch / 04 de septiembre de 2017 – El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, ofreció una represión aplastante a los optimistas perennes que se despertaron ante las esperanzas de paz inminente por la visita a Medio Oriente de la semana pasada del asesor de Donald Trump y su yerno, Jared Kushner. En un evento celebrado el lunes en Cisjordania celebrando el medio centenario de la ocupación israelí, Netanyahu admitió efectivamente que los esfuerzos de los Estados Unidos para reactivar el proceso de paz demostrarían otra farsa.
No habría desmantelamiento de los asentamientos o desalojos de sus 600.000 habitantes, el requisito mínimo para un estado palestino apenas viable. “Estamos aquí para quedarnos para siempre”, aseguró Netanyahu a su audiencia de colonos. “Vamos a profundizar nuestras raíces, construir, fortalecer y resolver.”
Entonces, ¿dónde va el conflicto palestino-israelí si la solución de dos Estados está muerta? La respuesta: de vuelta a sus orígenes. Eso implicará otra desesperada batalla de números contra los palestinos – con Israel preparándose para crear nuevas categorías de “judíos” para que puedan ser reclutados a la refriega.
La demografía siempre estuvo en el centro de la política israelí. Durante la guerra de 1948 que fundó un estado judío sobre las ruinas de la patria palestina, 750.000 palestinos fueron expulsados en una campaña que hoy se llamaría limpieza étnica. Al final, una gran mayoría nativa palestina se había reducido a menos de un quinto de la población del nuevo estado. David Ben Gurion, el padre fundador del país, estaba imperturbable. Él esperaba hundir este grupo de grupa con los judíos de Europa y el mundo árabe.
Pero el proyecto fracasó en dos errores de cálculo.
En primer lugar, Ben Gurion no había tenido en cuenta la tasa de natalidad de la minoría palestina. A pesar de las oleadas de inmigrantes judíos, los palestinos se han mantenido firmes, con el 20% de la población de Israel. Israel ha luchado contra ellos desde entonces. Los estudios sugieren que el único programa de acción afirmativa israelí para los ciudadanos palestinos está en la planificación familiar.
Los planes demográficos israelíes volvieron a mostrarse la semana pasada. Una investigación realizada por el periódico Haaretz reveló que en los últimos años, Israel ha despojado de la ciudadanía potencialmente miles de beduinos, la población de más rápido crecimiento del país. Israel afirma que se han cometido “errores” burocráticos al registrar a sus padres o abuelos después de la fundación del estado.
Mientras tanto, otro Rubicón se cruzó este mes cuando un tribunal israelí aprobó la revocación de la ciudadanía de un palestino condenado por un ataque letal contra los soldados. Los grupos de derechos humanos temen que, al convertirlo en apátrida, la derecha israelí ha establecido un precedente para condicionar la ciudadanía a la “lealtad”.
La ministra de Justicia, Ayelet Shaked, subrayó este punto esta semana cuando advirtió a los jueces del país que deben priorizar la demografía y el judaísmo del estado sobre los derechos humanos.
El segundo error de cálculo llegó en 1967. Al tomar los últimos fragmentos de la histórica Palestina pero no expulsar a la mayoría de los habitantes, Israel se hizo responsable de cientos de miles de palestinos adicionales, incluidos los refugiados de la guerra anterior.
El “demonio demográfico”, como se refiere a menudo en Israel, se mantuvo en la bahía sólo por afirmaciones falsas durante muchas décadas que la ocupación pronto terminaría. En 2005, Israel compró un poco más de espacio para respirar al “desprenderse” del pequeño enclave de Gaza y sus 1,5 millones de habitantes.
Ahora, al matar las esperanzas de un Estado palestino, Netanyahu ha hecho pública su intención de realizar la solución de un solo Estado. Naftali Bennett, el principal rival de Netanyahu en el gobierno, está ansioso por ignorar el sentimiento internacional y comenzar a anexar grandes partes de Cisjordania.
Hay un problema, sin embargo. Al menos la mitad de la población del Gran Israel de Netanyahu es palestina. Y con las tasas actuales de natalidad, los judíos pronto serán una minoría indiscutible – una decisión sobre una mayoría palestina.
Ese es el contexto para entender el informe de un panel gubernamental – filtrado el fin de semana pasado – que propone una reimaginación revolucionaria de quien cuenta como un judío y por lo tanto califica para vivir en Israel (y en los territorios ocupados).
La Ley de Retorno de Israel de 1950 ya arroja la red amplia, revisando el mandato rabínico tradicional de que un judío debe nacer de una madre judía. En cambio, la ley da derecho a cualquier persona con un abuelo judío a la ciudadanía instantánea. Eso funcionó bien siempre y cuando los judíos estuvieran huyendo de la persecución o la angustia económica. Pero desde la llegada de 1 millón de inmigrantes después de la caída de la Unión Soviética a principios de los 90, el grupo de nuevos judíos se ha secado.
Estados Unidos, incluso en la era Trump, ha demostrado ser el imán más grande. El periódico Jerusalem Post informó el mes pasado que hasta un millón de israelíes podrían estar viviendo allí. Peor para Netanyahu, parece que al menos algunos están incluidos en cifras israelíes para reforzar sus reivindicaciones demográficas contra los palestinos.
Las tendencias recientes muestran que el éxodo de los israelíes a Estados Unidos es dos veces mayor que la llegada de judíos estadounidenses a Israel. Con 150 start-ups israelíes reportadas sólo en el Valle del Silicio, esa tendencia no está a punto de terminar.
Con una apremiante escasez de judíos para derrotar a los palestinos demográficamente, el gobierno de Netanyahu está considerando una solución desesperada. El informe filtrado sugiere abrir las puertas a una nueva categoría de “judíos” no judíos. Según Haaretz, potencialmente millones de personas en todo el mundo podrían calificar. El nuevo estatus se aplicaría a los criptojudíos, cuyos antepasados se convirtieron del judaísmo; Comunidades judías emergentes que han adoptado prácticas judías; y aquellos que dicen ser descendientes de las “tribus perdidas” judías.
Aunque inicialmente se ofrecerán sólo estancias prolongadas en Israel, la implicación es que esto servirá como un preludio para ampliar su derecho a incluir finalmente la ciudadanía. La ventaja para Israel es que la mayoría de estos “judíos” no judíos viven actualmente en partes remotas, pobres o destrozadas por la guerra del mundo, y pueden beneficiarse de una nueva vida en Israel o en los territorios ocupados.
Ese es el gran atractivo para los die-hard-staters como Netanyahu y Bennett. Necesitan soldados dispuestos en la batalla para robar tierras palestinas, pisoteando fronteras internacionalmente reconocidas y esperanzas de paz.
¿Se saldrán con ella? Pueden pensar así, especialmente en un momento en que la administración estadounidense afirma que mostraría “sesgo” para comprometerse a avanzar en una solución de dos estados. Trump ha dicho que las partes deberían elaborar su propia solución. Netanyahu pronto puede tener la aritmética para hacerlo.
Una versión de este artículo apareció por primera vez en el National, Abu Dhabi.
Jonathan Cook ganó el Martha Gellhorn Premio Especial de Periodismo. Sus últimos libros son “Israel y el choque de civilizaciones: Irak, Irán y el plan para rehacer el Oriente Medio” (Prensa de Plutón) y “Desaparición de Palestina: Experimentos de Israel en la desesperación humana” (Zed Books). Su sitio web es www.jkcook.net.
http://www.resumenlatinoamericano.org/2017/09/04/israel-busca-judios-no-judios-en-la-batalla-numerica-contra-los-palestinos/
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