“Cuídate de los medios de comunicación (y del cine USA) acabarás amando al opresor y odiando al oprimido”.Malcolm X [1]
El periodista Bosco Esteruelas, con quien descubrí las tripas de Pyongyang a principios del siglo XXI, fue despedido de EL País por escribir un cuento de ciencia ficción en el que supuestamente caricaturizaba al consejero delegado de PRISA, Juan Luis Cebrián, y al adjunto al director Juan Cruz.
Me enteré por casualidad de ese cese cuando escribía estos días una crónica sobre Corea del Norte, ya que a principios de mayo de 2001 -con ocasión de una visita de la “troika europea” al país comunista- Bosco y yo descubrimos una noche, tras despistar a la policía, las vísceras de la capital norcoreana.
Aprovechamos un descuido de los sabuesos (allí todos están vigilados), salimos del hotel, anduvimos unos quinientos metros, y, tras hallar algo parecido a una boca de metro, bajamos por unas escaleras que conducían a unas galerías subterráneas con saloncitos acristalados que manaban una tenue luz roja, música de karaoke y risotadas etílicas. “Las anfitrionas” eran unas jovencísimas y bellas mujeres (Kisaeng) vestidas con coloridos hanboks (el traje tradicional coreano), que servían, inclinándose con cortesía confucionista, licores y manjares a turistas japoneses.
Como es lógico, Bosco y yo salimos de allí con la máxima cautela (la ciudad a las seis de la tarde está semi muerta y nos habíamos convertido en dos bultos sospechosos), pues si nos pillaba la guardia del gran líder, Kim Jong Il (padre del actual Kim Jong-Un) nos iba la vara. (Mi colega y yo, junto a otros periodistas internacionales, hicimos la ruta Pekín-Pyongyang-Seúl, el primer viaje de esas características que autorizó el régimen comunista desde el final de la guerra civil coreana (1950-1953).
Iba a incluir el episodio de las “kisaeng” [2] en una crónica sobre EEUU-Corea del Norte cuando, al navegar por internet para recabar información sobre Bosco Esteruelas, me enteré de que había sido despedido de El País tras escribir, a finales de 2007, su cuento “Una maleta llamada Obdulio”. En “su fábula” el veterano y magnífico periodista ridiculizaba al académico y empresario Juan Luis Cebrián y al susodicho Juan Cruz.
El protagonista central de “su historia fantástica” es “un personaje de voz aflautada y chillona, irritablemente chillona” que delira con ser un escritor de éxito.
Bosco no publicó su cuento y optó por mandárselo a un grupo reducido de amigos pero, como ocurre en la vida real, hubo un “colega” que le traicionó, posiblemente para medrar, y entregó el texto a Javier Moreno, director de El País entre mayo de 2006 y febrero de 2014.
Javier Moreno citó a Bosco en su despacho el 30 de septiembre de 2008 y, cual tribunal de la Santa Inquisición, le puso de patitas en la calle. En El País los que tocan a Cebrián o a Felipe González (ex presidente e ideólogo de Gas Natural Fenosa) por acudir a un ejemplo de todos conocidos, acaban electrocutados. Pinchar el enlace sobre los dueños de la prensa en España:
Ya en la calle, en el puto paro de los nadies [3] y los valientes, Bosco amplió su relato con la novela “Todo comenzó con Obdulio” (Editorial Garaje, 2012), en la que retrata el acoso (mobbing) y censura que sufren los periodistas que no se someten a los poderes políticos y económicos.
¡Querido amigo! ¿Acaso no sabías que no se puede bromear con los amos de PRISA y El País, -que están al lado más salvaje del capitalismo internacional-, y que en España (y en el mundo) el 99% de los medios de comunicación pertenecen a la alta burguesía, los multimillonarios, los holdings, la banca y los diferentes cleros, cuya misión es imponer a los ciudadanos una visión del mundo que copula con sus intereses?
Y vuelve a cantar Quiquiriquí el Noble Gallo Beneventano para recordar a aquellas chicas norcoreanas que entretenían a los nipones (por mandato de arriba) devaluando el discurso oficial de Pyongyang, que pregona constantemente su odio a los japoneses que obligaron a las coreanas a convertirse en “esclavas sexuales” durante el dominio del Imperio del Sol sobre la península coreana (1910-1945).
Notas
[1] Entradilla de la crónica de El Salmón Contracorriente “¿Quién controla y financia los medios de comunicación que nos informan?”
[2] Las Kisaeng coreanas, artistas cultas y refinadas con grandes conocimientos de música, danza, poesía, etc., hacían, en sus comienzos, un trabajo parecido al de las geishas japonesas. Algunas fueron divinizadas, tras su fallecimiento, y la gente peregrinaba a los santuarios que se levantaban en su honor.
[3] Los nadies: expresión utilizada por Eduardo Galeano para referirse a los nacidos sin escudo ni padrino.Blog del autor: http://www.nilo-homerico.es/
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