Disconformidad europea con la marcha de las negociaciones y la incierta estrategia británica
El camino no está completamente despejado para la salida británica. Páginai12 analiza los principales obstáculos de acá al 29 de marzo de 2019 y la posibilidad de que el proceso se complete, desbarranque o se revierta.
Por Marcelo Justo
Entre las dudas británicas y la esperanza europea de un cambio de rumbo, Theresa May y Angela Merkel se miran con recelo. Imagen: EFE
PáginaI12 En Gran Bretaña
Desde Londres
El 29 de marzo de 2019 a media noche el Reino Unido abandonará la Unión Europea, pero la puerta no se ha cerrado del todo aún. Los dirigentes europeos han dejado en claro que si los británicos quieren dar marcha atrás serán recibidos con los brazos abiertos. Por el momento no hay demasiadas señales de que esto vaya a ocurrir. Si bien hay una palpable disconformidad con la marcha de las negociaciones y la incierta estrategia del gobierno de Theresa May, las encuestas revelan también un escaso deseo entre los británicos de hacer un nuevo referendo sobre el tema. No sorprende que los que votaron a favor de dejar la UE rechacen en su mayoría (un 84%) una nueva consulta. Pero llama la atención que entre los que se inclinaron por permanecer adentro no haya una mayoría contundente para convocar a un segundo referendo: solo el 64% lo desea. Esto no quiere decir que el camino esté totalmente despejado para la salida británica. PáginaI12 analiza los principales obstáculos de acá a marzo de 2019 y la posibilidad de que el proceso se complete, desbarranque o se revierta.
1. Febrero: Cámara de los Lores
Los Lores debaten el proyecto de ley de retirada de la Unión Europea que aspira a incorporar a la legislación británica miles de leyes y regulaciones adoptadas en las más de cuatro décadas que el Reino Unido formó parte de la UE. En los lores hay muchos conservadores pro-europeos a favor de enmendar la legislación para que el Reino Unido permanezca en el Mercado Unificado Europeo y la Unión Aduanera. Entre las enmiendas que tiene que votar la cámara se encuentra una propuesta para que el acuerdo que negocie el gobierno sea sometido a un referendo, verdadera caja de pandora que podría dejar todo el proceso patas para arriba (¿qué pasa si el parlamento vota a favor de un referendo y en la consulta los británicos rechazan el acuerdo?)
Si los Lores votan a favor de estas enmiendas, la ley regresa a la Cámara de los Comunes, donde hay mayoría a favor de un “soft Brexit” que preserve el máximo grado de relación con la UE. Si los diputados votan en este sentido sería un golpe durísimo para la autoridad de la primer ministro Theresa May que ha rechazado la permanencia en el mercado unificado porque implicaría aceptar que los ciudadanos europeos puedan trabajar en el Reino Unido. Igualmente debilitante sería una votación a favor de la Unión Aduanera porque toda o una parte del ala pro-Hard Brexit de su gobierno se ha pronunciado claramente en contra. El canciller Boris Johnson indicó que estaba dispuesto a renunciar si está en desacuerdo con el acuerdo que negocie el gobierno.
2. Febrero: El laborismo define su posición
El laborismo puede ser decisivo en el parlamento. La posición actual del partido de Jeremy Corbyn es que el Reino Unido debe permanecer en el Mercado Unificado Europeo y en la Unión Aduanera durante el período de transición que se abriría después del 29 de marzo de 2019 para amortiguar el impacto económico del cambio.
Una buena parte del gabinete en la sombra laborista (estructura de la oposición que espejea los ministerios del oficialismo), quiere una unión aduanera permanente para resolver, entre otras cosas, el problema de la frontera entre Irlanda del Norte (parte del Reino Unido), y la República de Irlanda (que pertenece a la UE), tema clave en el siempre frágil proceso de paz en Irlanda del Norte.
Los laboristas tendrán un día de retiro (“away day”) este mes para decidir su posición sobre la Unión Aduanera. Si se inclinan por la permanencia del Reino Unido en la Unión Aduanera en el acuerdo a largo plazo con la UE, habría una sólida alianza entre diputados laboristas, conservadores pro europeos, los nacionalistas escoceses del SNP, y los liberal demócratas en la votación que se hará en la Cámara de los Comunes en abril o mayo.
3. Marzo: Negociación con la UE sobre el período de transición
Antes de la votación de la Cámara de los Comunes sobre el proyecto de ley de retirada de la Unión Europea, habrá una cumbre de la UE sobre el período de transición de dos años que solicitó el Reino Unido. Los 27 líderes de la UE –sin el Reino Unido– tendrán además que acordar un nuevo mandato para negociar el periodo post transición, es decir, los términos del acuerdo definitivo con el Reino Unido.
Acá los obstáculos se multiplican. En primer lugar porque el acuerdo sobre la primera fase de negociaciones que se logró en diciembre con dos meses de retraso, fue mucho más un acuerdo de principios y aspiraciones que un tratado con los detalles concretos sobre los tres temas en discusión: la deuda británica con el bloque, la frontera entre Irlanda del Norte y la República de Irlanda y los derechos de ciudadanos de la UE en el Reino Unido y de británicos en la UE.
El tema fronterizo irlandés, por ejemplo, es extremadamente complejo. La UE cree que la única manera de solucionarlo es que Irlanda del Norte siga siendo parte de la Unión Aduanera para que no haya necesidad de erigir barreras fronterizas. El Reino Unido no quiere aceptar que esta provincia tenga un régimen distinto al resto, algo que exasperaría a los escoceses, por ejemplo, profundamente pro-europeos. Pero solo ha propuesto un vaguísimo sistema con bastante de ciencia ficción en el que los productos que crucen la frontera en una y otra dirección serían controlados de manera digital, algo que los mismos británicos reconocieron que era solo una idea a explorar.
Si no se resolvió del todo la primera fase, difícil será solucionar la segunda (el tipo de acuerdo que regirá la relación futura del Reino Unido y la UE), más cuando el gobierno británico no aclara exactamente cuál es el punto de destino al que desea llegar. Ni siquiera el periodo de transición despierta unanimidad o consenso entre los conservadores. Los pro Brexit quieren garantías de que el Reino Unido no tendrá que respetar las leyes que la UE apruebe durante este período de transición. La UE rechaza esta posibilidad.
4. Marzo: Bomba de tiempo empresaria
El período de transición es fundamental para las Cámaras Empresarias y del Comercio que pusieron fines de marzo como la fecha final para tener un acuerdo que les dé claridad a la hora de tomar decisiones y planificar estrategias. Si el gobierno no les ofrece un panorama claro respecto a este período de transición, muchas empresas comenzarán a activar sus planes de contingencia. Estos planes pueden incluir la relocalización de las casas matrices de una compañía o el congelamiento de planes de inversión con vínculos directos con la UE. Adam Marshall, director general de la British Chamber of Commerce, que representa a unas 75 mil empresas, desde emprendimientos hasta multinacionales, ha hecho público su desencanto con las divisiones que agitan al gobierno. “Hay compañías que están directamente afectadas por esta situación que activarán sus planes de contingencia. Hay otras que parecen haber tirado la toalla”, le señaló Marshall en una reciente carta a Theresa May. El embajador de Japón en el Reino Unido, Koji Tsuruoka, indicó la semana pasada que si “no hay una garantía de rentabilidad en la continuidad operativa en el Reino Unido, ninguna compañía va a continuar acá”. Toyota, Nissan y Honda son algunas de las compañías japonesas que eligieron el Reino Unido como base de operaciones en Europa. El impacto sobre el empleo de la aplicación de un plan de contingencia puede ser brutal.
5. Mayo: Elecciones municipales
En el Reino Unido la mayoría de las decisiones corresponden al gobierno central o los municipios: no existen los gobiernos provinciales. Por eso, las municipales del 3 de mayo son un fuerte indicador de la viabilidad política del gobierno de May. Los analistas anticipan un fuerte voto castigo en Londres y otras grandes ciudades del Reino Unido, algo que debilitaría profundamente a la primer ministro.
6. Octubre: Cumbre europea
La cumbre deberá decidir sobre el acuerdo que se alcance con el Reino Unido. Dado que queda poco más de siete meses para esa fecha, parece imposible que haya un acuerdo completo sobre la relación futura: más bien será, como en la primera fase, una declaración de principios que, eso sí, deberá tener definidos los temas pendientes de la primera fase y el período de transición.
A favor de una aprobación del acuerdo es que no se requiere la unanimidad sino una “fuerte mayoría”. El acuerdo requiere también la aprobación del parlamento europeo por simple mayoría.
7. Diciembre: Cámara de los Comunes
Si los jefes de gobierno de la UE firman el acuerdo, habrá una votación en la Cámara de los Lores. El peligro es que los diputados no voten a favor de un acuerdo de aspiraciones y principios como el de la primera fase porque teman que quede abierto a demasiadas interpretaciones. ¿Qué pasa si los diputados no lo aprueban? Más allá de la especulación informada de los especialistas, nadie tiene la menor idea.
8. Cisnes negros
En medio de este complejísimo cronograma, no cabe descartar la aparición de cisnes negros –eventos impredecibles– que cambien la ecuación o terminen de desequilibrar la balanza. Los británicos suelen decir “a week is a long time in politics”. De acá al 29 de marzo, al gobierno de May le quedan más de 50 semanas, una verdadera eternidad.
https://www.pagina12.com.ar/96239-piedras-y-atajos-en-el-sinuoso-sendero-del-brexit
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