Por Emilio Marín / Resumen Latinoamericano /11 mayo 2018 – La bestia que gobierna en la Casa Blanca salió de los acuerdos internacionales con Irán y restableció las sanciones. Junto con Netanyahu hace una dupla peligrosa para la paz.
El neofascista platinado y contratador de prostitutas VIP se adelantó cuatro días a su cronograma, pues había fijado el 12 de mayo para comunicar su más que probable salida de los acuerdos firmados con Irán. Y el 8 de mayo ya había consumado la maniobra, con declaraciones a la prensa y fotos mostrando su orden ejecutiva de sanciones contra Irán.
Donald Trump es un personaje fácilmente detestable. Numerosas críticas le cayeron encima por aquella decisión infundada, que pone en riesgo la paz en Medio Oriente y por extensión en el resto del mundo.
El que no recoge la misma cantidad de críticas es su socio menor, Benjamin Netanyahu, que actuó en banda en esta cuestión anti iraní. El primer ministro sionista había hecho denuncias falsas contra Teherán a fines de abril, diciendo que tenía “pruebas” que supuestamente confirmarían que la república islámica habría seguido con experimentos para la fabricación de armamento nuclear. Las mentiras trataban de crear el clima básico para la inminente justificación del portazo de Trump.
La otra prueba de esa asociación criminal fue que el martes 8, apenas una hora después de los anuncios en la Casa Blanca, Netanyahu ordenó lanzar misiles contra la martirizada Siria, apuntando contra los efectivos del presidente Al Assad y sobre todo los contingentes de la Guardia Revolucionaria iraní que lo defienden. Se invertía la ecuación: Israel aprovechaba del clima anti iraní fomentado por el magnate neoyorquino.
Hay que condenar las acciones provocadoras de la Casa Blanca, pero para ser completa, esa misma crítica debe alcanzar al primer ministro israelí, su perro guardián en la zona.
Trump es un psicópata de reminiscencias hitlerianas que no acepta la existencia de gobiernos y países plantados con intereses y puntos de vista diferentes. Y en esa furia criminal no atiende razones. En los días previos a su anuncio viajaron a Washington el presidente francés Emmanuel Macron, la canciller alemana Angela Merkel y el ministro de Exteriores del Reino Unido, Boris Johnson, intentando disuadirlo. No tuvieron éxito. El loco rompió por sí solo el tratado firmado en Viena el 14 de julio de 2015 con Irán por parte de EE UU, Rusia, China, Francia, Reino Unido y Alemania. El mismo fue negociado dos años hasta la firma del Plan de Acción Integral Conjunto (JCPOA, sus siglas en inglés).
Irán entregaba el uranio enriquecido de más a Rusia y cambiaba el reactor de agua pesada de Arak. Se comprometía a no enriquecer uranio por encima de los porcentajes necesarios para fines comerciales y medicinales, y a abrir sus instalaciones para las inspecciones de la Organización Internacional de Energía Atómica (OIEA). Washington y sus tres aliados europeos levantaban las sanciones comerciales y financieras contra el petróleo y el comercio de los persas, el congelamiento de sus depósitos en el extranjero, etc.
Todas mentiras
El entendimiento de 2015 fue el fruto de negociaciones del presidente Hassan Rohani y Barack Obama, mediante los cancilleres Mohammad Javad Zarif y John Kerry, que trabajaron con el ruso Serguei Lavrov, el chino Wang Yi y la alta representante de la Unión Europea, Federica Mogherini. Ellos pusieron mucho empeño, con concesiones recíprocas.
El inicio de conversaciones en 2013 fue casi contemporáneo con el Memorando de Entendimiento con Irán, firmado por Argentina.
Esos intentos de llegar a convivencia pacífica con Teherán, con la JCPOA, y de avanzar en la investigación del atentado a la AMIA, fueron saboteados por la ultraderecha en EE UU, Israel y la Argentina. Netanyahu y los todavía no presidentes Trump y Mauricio Macri, fueron enemigos del diálogo con los persas. Lo sabotearon desde el poder o la oposición en que aún estaban en 2015. Ahora, el multimillonario-inmobiliario en el poder, lleva ese sabotaje a la práctica.
Los argumentos utilizados en 2015 y hoy contra Irán son falsos. Los técnicos de la OIEA certificaron en 2015 la inexistencia de esas armas en Irán; sólo después de eso se suscribieron los documentos.
El jefe coordinador del OIEA, Cornel Feruta, declaró en abril pasado que sus inspectores pasan 300 días al año en Irán, han recogido cientos de muestras y registrado 2.000 unidades y equipos de materiales nucleares. Se habían respetado a rajatabla los compromisos. En tiempos de vigilancia global y sofisticada, no hacía falta tener ojos en suelo iraní para detectar posibles incumplimientos.
Los gobiernos europeos y las cancillerías rusa y china, deploraron la salida de Trump, un unilateralismo que ya practicó contra los Acuerdos Climáticos de París. Esos gobiernos le creen a la OIEA y a Rohani, no al dúo mentiroso que busca un clima de guerra.
Los otros firmantes han abierto una negociación para dar a Irán las garantías comerciales y políticas de que el acuerdo se pueda mantener. Si así fuera, el gobierno iraní seguirá adentro, de lo contrario reanudará el enriquecimiento de uranio, como advirtió el 22 de abril.
El 9 de abril y 8 de mayo Israel atacó a fuerzas iraníes en Siria. El Departamento del Tesoro, por su lado, reimplantó las sanciones desde el 4 de noviembre. Es un movimiento en pinzas, de agresión.
Irán dijo que defenderá su soberanía por todos los medios, lo que incluye la vía militar. Una pena si llegara esa instancia. Doblemente lamentable, sobre todo por los muertos y heridos, pero también porque en los medios y política rioplatense habrá voces en sintonía con la CIA y el Mossad diciendo que la culpa de esa violencia es persa cuando la realidad sindica sin dudas al imperio e Israel.
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