Por Osvaldo Rodríguez Martínez
Panamá (PL) El expresidente panameño Ricardo Martinelli encarna un pésimo guion ante la justicia de su país, mientras, cual culebrón de telenovela, el proceso perdió interés hasta para los titulares de la prensa sensacionalista.
Panamá (PL) El expresidente panameño Ricardo Martinelli encarna un pésimo guion ante la justicia de su país, mientras, cual culebrón de telenovela, el proceso perdió interés hasta para los titulares de la prensa sensacionalista.
Poco avanzó el caso en la Corte Suprema de Justicia (CSJ) desde su llegada esposado y encadenado el 11 de junio pasado, extraditado de Estados Unidos a Panamá: evasivas legales a nombre del 'debido proceso', excusas de salud, largas peroratas de los defensores y doctas explicaciones de magistrados ralentizan el proceso.
En la sala, su voz se escuchó pocas veces, tal vez a sugerencia de los abogados, pues en su desordenado discurso improvisado cometió múltiples imprecisiones, acusó al juez de odiarlo y entró en contradicciones consigo mismo, que los medios televisivos en su contra exaltaron hasta la saciedad.
Salvo algún que otro chisme (bochinche llaman por acá) trivial, las largas sesiones viajan por las ramas sin que el fondo del espionaje telefónico a 150 opositores y el destino del sofisticado sistema de escucha, forme parte del debate judicial.
Pero algunos analistas miran recelosos la demora, porque aprecian tras ello la intención de dilatar el caso en busca de un cambio del escenario político, en un país donde consideran que la repetida separación de poderes es un sofisma del discurso público para mantener la cada vez menos creíble democracia.
Aunque bajo la popular frase de defensa mediatizada de 'robó, pero hizo', las grandes masas de panameños caracterizan a Martinelli, la victimización del acusado como 'perseguido político' solo la repiten (tal vez alguno hasta cree) él y sus aliados, sin que convenzan a la opinión pública.
No obstante, la falta de sanciones hasta el momento lleva a politólogos locales a la tesis de que el país vive el enfrentamiento entre dos grupos de poder económico bajo el malogrado intento de usar la justicia con intenciones políticas, muy de moda en algunos países de la región.
Pintorescos detalles del caso estimulan la comidilla del público, el cual mira el juicio como quien asiste a un acto circense donde los leones se presentan disfrazados de payasos con la vaga intención de eludir el meollo del asunto, mientras la maquinaria propagandística del reo siembra la matriz de la inocencia.
Al mismo tiempo, infructuosamente trasmiten la imagen de un detenido moribundo con múltiples afecciones cardíacas acrecentadas por el 'abuso' de someterlo a largas audiencias, mientras con su hiperactividad él mismo destruye las 'pruebas', aunque alguna vez dijo ante el tribunal que podía morir de cáncer de próstata.
Muchos reconocen las facultades histriónicas de Martinelli, quien se autodenomina 'El Loco', y en el breve tránsito por un pasillo de la CSJ frente a las cámaras, frecuentemente hace alguna payasada como mostrar una camiseta de la selección panameña de fútbol con su nombre en la espalda o gritar algo.
Aunque de esas actuaciones, enarbolar carátulas de libros quizás sea la única que despertó curiosidad, por posibles mensajes subliminales contenidos en los títulos de las obras: La Primera Guerra Mundial contada para escépticos, Santos y pecadores, Los templarios y otros enigmas medievales y La traición de Roma.
La articulista Mariela Sagel, en una columna en el diario La Estrella, escribió: 'Para todos es una incógnita el mensaje que quiere mandar Ricardo Martinelli al esgrimir, en cada audiencia, un libro, cuando todos sabemos que jamás ha sido lector (aunque su fiel Camacho diga lo contrario) y que ha despreciado la cultura desde todo punto de vista'.
El historiador español Juan Eslava Galán, autor de las tres primeras obras, consultado por Sagel sobre la repentina propaganda a su obra, ironizó que 'uno debe buscar lectores hasta en el infierno' y cuando vio la foto del reo con su libro en mano preguntó: '¿qué habrá en esa cabeza que se refugia en los templarios para escapar de la justicia?'.
El martes 24 de julio seguirá el juicio.
mem/orm
En la sala, su voz se escuchó pocas veces, tal vez a sugerencia de los abogados, pues en su desordenado discurso improvisado cometió múltiples imprecisiones, acusó al juez de odiarlo y entró en contradicciones consigo mismo, que los medios televisivos en su contra exaltaron hasta la saciedad.
Salvo algún que otro chisme (bochinche llaman por acá) trivial, las largas sesiones viajan por las ramas sin que el fondo del espionaje telefónico a 150 opositores y el destino del sofisticado sistema de escucha, forme parte del debate judicial.
Pero algunos analistas miran recelosos la demora, porque aprecian tras ello la intención de dilatar el caso en busca de un cambio del escenario político, en un país donde consideran que la repetida separación de poderes es un sofisma del discurso público para mantener la cada vez menos creíble democracia.
Aunque bajo la popular frase de defensa mediatizada de 'robó, pero hizo', las grandes masas de panameños caracterizan a Martinelli, la victimización del acusado como 'perseguido político' solo la repiten (tal vez alguno hasta cree) él y sus aliados, sin que convenzan a la opinión pública.
No obstante, la falta de sanciones hasta el momento lleva a politólogos locales a la tesis de que el país vive el enfrentamiento entre dos grupos de poder económico bajo el malogrado intento de usar la justicia con intenciones políticas, muy de moda en algunos países de la región.
Pintorescos detalles del caso estimulan la comidilla del público, el cual mira el juicio como quien asiste a un acto circense donde los leones se presentan disfrazados de payasos con la vaga intención de eludir el meollo del asunto, mientras la maquinaria propagandística del reo siembra la matriz de la inocencia.
Al mismo tiempo, infructuosamente trasmiten la imagen de un detenido moribundo con múltiples afecciones cardíacas acrecentadas por el 'abuso' de someterlo a largas audiencias, mientras con su hiperactividad él mismo destruye las 'pruebas', aunque alguna vez dijo ante el tribunal que podía morir de cáncer de próstata.
Muchos reconocen las facultades histriónicas de Martinelli, quien se autodenomina 'El Loco', y en el breve tránsito por un pasillo de la CSJ frente a las cámaras, frecuentemente hace alguna payasada como mostrar una camiseta de la selección panameña de fútbol con su nombre en la espalda o gritar algo.
Aunque de esas actuaciones, enarbolar carátulas de libros quizás sea la única que despertó curiosidad, por posibles mensajes subliminales contenidos en los títulos de las obras: La Primera Guerra Mundial contada para escépticos, Santos y pecadores, Los templarios y otros enigmas medievales y La traición de Roma.
La articulista Mariela Sagel, en una columna en el diario La Estrella, escribió: 'Para todos es una incógnita el mensaje que quiere mandar Ricardo Martinelli al esgrimir, en cada audiencia, un libro, cuando todos sabemos que jamás ha sido lector (aunque su fiel Camacho diga lo contrario) y que ha despreciado la cultura desde todo punto de vista'.
El historiador español Juan Eslava Galán, autor de las tres primeras obras, consultado por Sagel sobre la repentina propaganda a su obra, ironizó que 'uno debe buscar lectores hasta en el infierno' y cuando vio la foto del reo con su libro en mano preguntó: '¿qué habrá en esa cabeza que se refugia en los templarios para escapar de la justicia?'.
El martes 24 de julio seguirá el juicio.
mem/orm
http://www.prensa-latina.cu/index.php?o=rn&id=197148&SEO=panama-pintoresca-tragicomedia-de-un-expresidente-ante-la-corte
Periódico Alternativo publicó esta noticia siguiendo la regla de creative commons. Si usted no desea que su artículo aparezca en este blog escríbame para retirarlo de Inmediato
No hay comentarios.:
Publicar un comentario